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domingo, 12 de junio de 2022

Ensayo pantuflero (II): Personalidad y ambiente familiar.

Es lógico que, como personaje de historieta, el carácter de Pantuflo varíe, pero el suyo llega a contrastes asombrosos. Ora es amable, ora un tirano; ahora es un académico serio y riguroso, y de pronto sólo tiene interés en el vil metal. Para entender los numerosos contrastes del alma pantuflera, debemos ir capítulo por capítulo y de momento nos centraremos en cómo actúa en el seno de su familia.

Ambiente familiar

Cuando Pantuflo era conocido como Raguncio Feldespato, era un ser de execrables prácticas. Castigaba a sus hijos de modos brutales y despiadados, propios de tribunales revolucionarios.


Ha puesto una cesta para recoger sus cabezas. ¿Cómo puede ser tan cruel?

Con el tiempo, evolucionó a modos más suaves, pero con lentitud. En esta historieta, podemos ver que nuestro sujeto de estudio se deleita con instrumentos de tortura.


Su señora también está vivamente interesada. Peculiar familia, sin duda.

Dicha evolución duró décadas y, a pesar de sus ocasionales accesos a la cólera, Pantuflo pudo por fin pasar por un padre amoroso.


No obstante, aún seguía ahí esa tendencia a pensar mal de sus propios hijos. La primera de las dicotomías pantufleras empieza en su hogar y es adecuado, pues, que veamos cómo se relaciona con los suyos.

El padre pantuflero

Zipi y Zape necesitaban un origen, esto es, unos padres. Como padre, don Pantuflo es un ser impredecible, ya lo hemos dicho. Incluso en historietas de épocas similares cambia de historieta a historieta.


Crean dos androides indistinguibles de un ser humano. A Pantuflo, ¡plim!

La obsesión de Pantuflo con que sus hijos consigan laureles académicos es palmaria. Uno podría excusarlo alegando la importancia que tiene labrarse una buena educación, máxime en tiempos pretéritos cuando la autoridad del profesor era cuasi divina, pero en este hombre coinciden otros hechos.


Primero, Pantuflo es una suerte de intelectual impreciso. Aquí nos manifestamos contrarios a la opinión de que es catedrático de colombofilia, filatelia y numismática: Escobar le cambiaba la profesión según conviniera a la historieta y asimismo fue autor de seriales de radio, conferenciante y otras tantas profesiones. Don Pantuflo hace del habla (o, ya veremos, de la charla) su principal fuente de validación personal y de sustento económico.


Sin embargo, en ocasiones falla ostentiblemente. He aquí que Pantuflo muchas veces evade situaciones que revelen su ignorancia para salvaguardar su honor o, peor, crearse una falsa imagen ante sus hijos. Uno podría entender que estimulara a sus hijos, pero, realmente, ¿justifica el éxito el engaño? Pantuflo parece creer que sí, lo que le da un carácter hipócrita a sus actos.


Quizás el hecho de haber defendido el trabajo sólo para fracasar miserablemente lo ha decepcionado, pero, ¿acaso no conlleva el autoengaño una decepción aún mayor?


Eso sí, sin duda podría haber actualizado sus métodos educativos y haber reformado el cuarto de los ratones antes de que acabara ardiendo.

El esposo pantuflero

Pantuflo actúa en su casa como un rey, aunque muchas veces venido a menos.


Nótese la subordinación de doña Jaimita a su marido en la primera historieta. Nuestro sujeto incluso se congratula de ser inflexible, mientras que en la segunda cuida amorosamente de su esposa.


En otros casos, antes Pantuflo teme a su esposa. Dicho espectáculo suele darle la razón moral a ella, mostrándolo como un bufón pantuflero.


Finalmente, a veces Pantuflo le recrimina a su esposa que no lo respete, a pesar de que protagonice actos absurdos, como este estrambótico salto al jardín. ¡Luego hablarán algunos del suicidio homeopático…!


Y no faltaban veces en que era Jaimita la lista y Pantuflo un sosainas que se dejaba llevar por sus consejos.

Conclusiones sobre el ambiente familiar

Pantuflo se debate entre ser amoroso y ser demasiado moroso de la paciencia de sus seres queridos. Es un tirano venido a menos, pero tampoco un señor moderno. Su educación chirría con los tiempos modernos. Otras opiniones se decantan por destacar su mezquindad. Así, por ejemplo, veamos todos estos comentarios en que Pantuflo comete una pillería bastante impropia de un cumplido caballero.



¡Robando a sus propios hijos! Nótese el regocijo pantuflero ante este acto reprobable.


Lo anterior, sin embargo, no anula la aparición de ilustraciones como la superior, que arrojan otra luz sobre este individuo, siendo mostrado como una suerte de héroe trágico, a quien las obligaciones paternas oprimen.

Nos acercamos al centro de la cuestión, pero para avanzar es necesario cambiar el foco: la personalidad pantuflera tiene vértices en el mundo profesional.

sábado, 19 de marzo de 2022

Ensayo pantuflero (I). Nombres del individuo conocido como don Pantuflo Zapatilla.

En virtud a su naturaleza de tira cómica, algunos de los detalles de la que sería después denominada familia Zapatilla Llobregat varían de historieta a historieta. Como en este escrito nos centramos en don Pantuflo, debemos advertir que en las primeras historietas se llamaba Raguncio Feldespato.


Feldespato es un mineral, mientras que «Raguncio» es posiblemente una referencia a la universidad de Raguncia y a las pretensiones intelectuales de este individuo, a las que volveremos más adelante. No parece ser un nombre antiguo, aunque hay al menos un personaje de otra historieta de Bruguera llamado así. Es posible que sea una derivación cómica de ragú, un estofado. No es un nombre desde luego corriente en la época y, como tantos de Bruguera, son nombres intencionadamente cómicos.




No obstante, en la primera historieta, a la familia se la denominaba «Calabacín», muy posible referencia a las calabazas que ganarán Zipi y Zape por sus fracasos académicos, que analizaremos desde la perspectiva de su progenitor, pues es en parte responsable del mismo.


Posteriormente, pasó a llamarse don Pantuflo Zapatilla, hecho que celebrarán quienes consideren que es más eufónico que Raguncio. Como se ve, la viñeta del tuit afirma que se llama además de Felpúdez de segundo apellido, aunque no nos consta que vuelva a mencionarse.


Todos estos nombres me hacen pensar que, en realidad, don Pantuflo es un apodo que se puso a sí mismo seguramente por el complejo de tener tiene un nombre corriente y moliente, incluso vulgar, pero su egolatría desmedida le llevó a inventarse un nombre gracioso, similar al forero de los primeros años del siglo XXI. Su autoritarismo militante lo llevó a forzar a su familia y a influir sobre sus amigos para que lo llamaran así. Esto también explicaría el abandono de ese primer nombre-apodo, Raguncio Feldespato, con el que no se habría sentido demasiado a gusto o quizás lo consideró indeseable después de la Segunda Guerra Mundial por sus resonancias germánicas. En este sentido, quizás cabría preguntarse si sus hijos, Zipi y Zape, son una especie de adaptación al español del Sturm und Drag romántico. La germanofilia del europeo medio era mucho mayor a principios del siglo XX y España no escapaba a esa tendencia. Respecto al abandono al nombre Calabacín, quizás consideró que no tenía la suficiente ironía inserta.


Pues, ha de señalarse la dualidad de la palabra «pantufla»: un tipo blando de calzado, pero también una herramienta para castigar a los niños. Aunque la apariencia de don Pantuflo pueda parecernos simpática, es un señor cruel y amigo de los castigos físicos y encima humillantes, como se ilustrará en mayor detalle en secciones posteriores. Posiblemente el apellido Zapatilla siga la misma lógica, mientras que «de Felpúdez» revelaría tanto su ocasional servilismo como su deseo de pisotear a otros.


En contraste, su respetable señora, doña Jaimita Llobregat, se llama como una niña ficticia, protagonista de chistes coloquiales. En español al menos no existe una versión femenina del nombre Jaime. En contraste, Llobregat, como otros topónimos, es un apellido real.


No puedo dejar de pensar que toda la familia juega a ponerse nombres propios ridículos, como en un teatro de bambalinas. Eso explicaría su elevado uso del lenguaje, hasta los teóricamente iletrados Zipi y Zape se expresan de modo rico y arcaico. Muy adecuado a una familia, ya lo veremos, dedicada en exclusiva a dar que hablar.

En cualquier caso, esta es la razón de que, como ya se lee en el título, vaya a referirme con frecuencia a don Pantuflo como «el individuo pantuflero» u otras expresiones semejantes, según sea adecuadas al contexto.

viernes, 18 de marzo de 2022

Ensayo pantuflero. Introducción de un proyecto intrínsecamente lúdico.

José Escobar nos dejó muchos personajes para el recuerdo. Nótese que no he añadido «entrañables» porque casi cualquier personaje de Escobar tiene un innegable lado siniestro o estrambótico. En su universo de ficción, hasta las hormigas pueden ser siniestras.


Don Pantuflo Zapatilla, el padre de Zipi y Zape, no es una excepción y me propongo analizar su figura y milagros en este ensayo mediante el análisis de las historietas, en las que la imagen de Pantuflo muta sorprendentemente de una u otra.


Esta idea se me ha ocurrido por la interacción con usuarios de Twitter que también sienten un gran amor por la obra de Escobar, por lo que la comentan, analizan o bromean al respecto. Por ello, como ya se ha visto, citaré en este ensayo a estos otros lectores cuyos agudos comentarios y observaciones merecen figurar, para lo cual me he asegurado de obtener previamente su permiso.

Como este ensayo está pensado para publicar sus partes antes de que quede completo y mi aproximación es más bien lúdica, no estoy seguro de cuántas partes acabará teniendo. De momento, sé que empezaré por un somero análisis de los nombres de nuestro (anti)héroe, continuaré por su personalidad y profesiones, haciendo hincapié en las curiosas dicotomías que se observan en su ser, como la existente entre hombre culto y avaricioso, hasta el punto de que en algunas historietas se muestran luchas metafóricas. En honor al hecho de que aprovecho comentarios y reflexiones ajenas, no me importará recibir sugerencias sobre los temas a tratar.


Efectivamente, escribo este ensayo porque soy demasiado tímido para grabarme.

jueves, 23 de diciembre de 2021

Aclaraciones sobre los dos relatos llamados Reflexiones.

Aunque pueda parecer pesado añadir aún más texto a esos dos relatos, que tampoco son cortitos, no me resisto a añadir un, espero, breve texto que narre la génesis de ambos relatos y sus antecedentes.

Vamos: por qué diantres escribí estos dos relatos y no el enésimo fanfiction de la última serie de anime que dejará de ser popular dentro de seis meses.

La huida de la esclava

Hace ya bastantes años, me entró el gusanillo de programar y empecé a considerar seriamente la idea de crear un jueguecillo protagonizado por una niña quien, después de ser capturada por piratas y vendida como esclava, intentara huir y volver a su tierra. Dicho juego iba a contar con la novedad de que tenía finales alternativos. Aunque fui capaz de completar algunas versiones, en líneas generales tuve claro que me hacía falta aprender MUCHO de programar antes de plantearme semejantes ideas, aparte de que la mezcla de géneros (un juego de plataformas cinemático con otro de pantalla sin scroll, como Snow Bros) no fue la más lúcida que pude tener.
De todos modos, puede decirse que el tema de una protagonista que sea sierva, en contra de esa tendencia a jóvenes héroes que siempre tienen orígenes aristocráticos o equiparables, cuando no divinos, dejó un poso en mi imaginación. Particularmente, en uno de los recorridos opcionales la chica se encontraba con su señora, otra chica joven, pero maquiavélica, que no una malvada tontorrona, que disponía de la seguridad de la primera para cierto ritual. Una suerte de proto-Susnia.

Esto es un superhéroe, pero español, que...

Es obvio, sin embargo, que si bien hay dos protagonistas, gran parte de la narración se articula mediante la mención continua de cada una de ellas a propósito de los «visitantes», «otromundos» o como queramos llamarlos. Por los nombres y los topónimos, resulta obvio que son habitantes de nuestro planeta y que han acabado allí por «el capricho de una diosa cruel». Antes de explicar qué hacen allí, es imprescindible decir algo sobre ellos.
Durante algún tiempo me planteé la creación de un superhéroe español. Aunque tenía una idea sólida al principio sobre su origen, se me hizo cuesta arriba cuando intenté darle un contexto a sus habilidades. Particularmente por el concepto de que fuera español. Primero, es importante darse cuenta de que la idiosincrasia estadounidense de creerse el centro del mundo, aunque pesada y a veces incluso ofensiva, tiene dos virtudes: primero, se podría argüir que a su manera ha sido verdad, aunque haya que añadir «parte de» a la declaración, y segundo permite crear ficciones en las que grandes peligros se ciñen sobre el país.
En el caso de España, sin embargo, hace ya mucho que somos un país no muy significante a nivel mundial, ya apenas a nivel europeo nos cuesta destacar, así que me rechinaba la idea de que alguien en España, con superpoderes o sin ellos, vaya a encontrarse conspiraciones mundiales en una obra abandonada en su barrio. Imposible no es, claro, pero el tipo de conspiración que yo quería era de otro tipo más imaginativo que sórdido.
No obstante, donde ya simplemente no supe cómo continuar fue cuando quise darle un mundo más amplio a ese protagonista. La idea de un grupo de superhéroes es muy tentadora, pero una vez más recordemos el contexto: EEUU es un país muy grande y muy poblado, que además recibe continuamente olas de inmigrantes buscando un futuro mejor. En mi caso siempre quise que fuera multicultural, que es una herencia que tengo de los videojuegos de lucha, cuyos planteles son por definición internacionales, de The Authority, que al menos tienen una superheroína tibetana y a una singapurense (técnicamente) y de One Piece, que siendo un universo fantástico y todo se nota cierta variedad en sus protagonistas.
Hay otra buena razón: los cómics de superhéroes tienen las publicaciones de los Vengadores, la Liga de la Justicia o lo que sea como independiente. Es una buena manera de centrar el foco en el grupo en vez de sólo en uno o un grupillo de héroes (huelga decir la ventaja comercial) y de agilizar los guiones. Empezar con un héroe español y luego con un reparto internacional me pareció difícil porque, al fin y al cabo, era darle una importancia inusitada a uno de los personajes. Una de las lecciones que he sacado del manga de narración extensa es que añadir a muchos personajes puede resultar en el ninguneo de la mayoría.
Lo anterior me llevó a rechazar la idea de un guión largo y encontré más cómodo crear historias cortas, a veces de continuidades absolutamente incompatibles. Una de estas sería que acabaran en otro mundo, en una estructura que se ha dado en llamar «isekai». Y he aquí otra digresión, pero prometo que será la única que aparta el foco del relato.

Isekai. Un viejo concepto, ahora de moda, pero corrupto… o no

Este concepto puede parecer exótico, pero es tan fácil como entender que significa «otro mundo» en japonés y se refiere a aquella ficción cuya partida argumental parte de que alguien de nuestro planeta acaba siendo transportado a otro mundo. Es decir, que acaba en otro mundo de modo involuntario, en contra de su voluntad. Este es un recurso bastante viejo, de los que Alicia en el País de las Maravillas y El mago de Oz son ejemplos sumamente antiguos y conocidos. No tengo ahora mismo en mi mano—ni estimo necesarias—estadísticas al respecto de si este recurso es particularmente empleado en Japón, pero desde luego puedo recordar sin consultar una Wikipedia al menos estos tres mangas y animes con dicho tema: Fushigi Yuugi, The Vision of Escaflowne e Inu-Yasha. Recuerdo más.
En cualquier caso, este es un «género» que parece prodigarse con protagonistas femeninas, o mejor dicho parecía prodigarse hasta que una generación de autores japoneses ha empezado a hacer del dicho viaje al otro mundo un tópico que ya amenaza con ahogar toda su producción de fantasía. Como ocurrió con los robots, los japoneses no inventaron este tipo de argumentos, pero los están explotando con ciertas peculiaridades. La principal de ellas es la esclavitud.
Mientras que en otras narraciones fantásticas se censura claramente esta situación, en la reciente ola de isekais se relativiza. Son ya numerosas las narraciones en las que alguien de este mundo es enviado del modo que sea a otro mundo y adquiere literalmente en una subasta de esclavos a una compañera para que los ayude. No digo que la libere de sus captores, ni que haga un trato con los despreciables mercaderes de vidas ajenas, forzado por las circunstancias para lograr la libertad de la muchacha. Digo que la compra y la situación de propiedad sobre otro ser humano (o raza fantástica, aunque siempre hablamos de seres dotados de razón) se mantiene. En algunos casos que he visto, es posible que la adquisición no tenga lugar pero la situación se mantenga.
Y, bueno, no deja de ser inquietante que se frivolice con el tema. No porque sea yo uno de los creyentes en que la ficción influye notoriamente en la realidad, sino que antes creo que aquella refleja el sentir social y puede, eso sí, provocar un círculo vicioso. Tampoco es que yo piense que las historias que contemplen esta situación deban ser tachadas inmediatamente como inmorales o el equivalente que se prefiera, pero el problema de las modas es que dan lugar a obras mucho menos inspiradas que las más novedosas, que dan el pistoletazo, y aquellas que con el tiempo suelen deconstruirlas. Vamos, en otras palabras, que son malas y no pocas veces son pseudopornografía apenas disimulada, por contradictorio que suene.
Aparte, y dejando a un lado la calidad intrínseca de cada narración en particular, pues hay quien denuncia que semejantes argumentos dicen muy poco en favor de los aficionados japoneses. Recientemente, vi una tira en Reddit en que un muchacho dice en la primera viñeta que la esclavitud está muy, pero que muy mal, para en la segunda viñeta admitir que, como no lleva bien el rechazo femenino, lo primero que va a hacer en ese otro mundo es comprarse una esclava. Obviamente, esto es una traducción libre y también podríamos admitir que otros recursos narrativos mucho más populares, como ese que he mencionado en un apartado anterior de tantos héroes que acaban teniendo más linaje que el que le era exigido al pobre Cándido en la novelita de Voltaire para casarse con Cunegunda, revelan serios complejos de inferioridad.
Por último, he comentado al inicio de este apartado que parece que al menos los ejemplos más famosos de este género tienen protagonistas femeninas, lo que ha motivado a ciertos analistas a denunciar que el isekai era un coto femenino, de chicas cuyos viajes a otros mundos eran metáforas sobre la madurez, invadido por autores desconsiderados y pervertidos. La verdad es que el isekai con protagonistas masculinos no es nuevo y tiene ejemplos de hechos muy antiguos, como las novelas de John Carter del siglo XIX o la infame saga literaria de Gor, que ya en los 70 perdía fuerza. Curiosamente, en la última es constante ese elemento de cosificación de la mujer en pro del disfrute masculino (y sin tapujos de moralidad, ¡para qué engañarnos!), mientras que, aunque no sé si en la primera esto era parte de las novelas, al menos en ciertas adaptaciones a cómics sí aparecen claras menciones a las esclavas sugerentes. Por ello, no creo que quepa hablar de invasión, sino más bien de que la fantasía masculina suele tender de mala manera a la sensualidad entendida como dominio y contemplación de un objeto inerte, ya sea en esta resurrección japonesa del isekai masculino, ya sea en otras obras fantásticas, por ejemplo Conan el bárbaro, que debe de tener el récord de portadas con mujeres casi en cueros en actitud suplicante.
Y dejémoslo aquí, pues para explicar el origen de mis relatos no me hace falta más.

¡Atrapados en otro mundo!

Así, la proliferación de historias en que un héroe (normalmente, un pringao o un verdadero psicópata) va a otro mundo a cometer, como dirían los Monty Python, actos por los que lo colgarían en su pueblo era un hecho constatado cuando, hace tres años, empecé a considerar la posibilidad de que el grupo de héroes que manejaba podía ir a otro mundo, llevados por una diosa caprichosa para acabar con un monstruo (tópico de los RPG japoneses durante décadas), préstamo de la impresión que me causó la diosa del mundo de Lunar: Silver Star Story Complete, un pelín gilipuertas, tras ver una partida subida a YouTube por uno de esos jugadores con canal para este tipo de fines.
Fiel a mis principios, la idea principal era un juego de acción de RPG bidimensional, similar a los que abundaron en las consolas de 8 y 16 bits. Las primeras escenas que creé eran la captura de Sviatlana y Yekaterina a manos de Mirrón, que fue de los primeros personajes creados a pesar de que su papel en ambos relatos sea de secundario con apenas una o dos frases. El texto donde tengo apuntadas las ideas se llama como esta sección, precisamente.
Una vez capturadas, las desventuradas heroínas van a una subasta y las compra Mumnia, quien al principio era la madre viuda de Susnia. No obstante, cuando uno tiene un proyecto creativo, particularmente uno no restringido a planes muy bien definidos, este acaba evolucionando hacia derroteros imprevistos. En mi caso, imaginando cómo sería la vida de las dos heroínas en su nueva situación, surgieron inevitablemente dos nuevos personajes para que tuvieran lugar dichas interacciones: una señora, jovenzuela, y una criada regalona.

Los propios relatos

Y así, empezaron a desarrollarse escenas entre los visitantes y la hacienda situada en Turnia. Esos dos personajes, al principio no tan importantes, acabaron desarrollándose en mi mente, de modo que experimentaron una evolución. Es curioso que los dos relatos, que vinieron después de apenas unas simples notas, empiecen por el final de la misma, algunos de cuyos hitos se mencionan.
Como considero que las ideas de Susnia y Vitrivenia no necesitan de demasiadas explicaciones, simplemente me limito a explicar las influencias del mundo y algunos puntos que pueden resultar ambiguos.

-Turnia
El nombre procede de Turno, rey de los latinos, al que en la Eneida le tocó ser el rival de Eneas y morir porque sí. Los turnios son una cultura entre la Roma y la Grecia clásicas: no hay apellidos, como no los había en Grecia, y muestran un incipiente expansionismo y un servicio militar fuerte, como Roma.
Sólo los nombres de las narradoras están basados en nombres auténticos: Susnia en «Sonia» y Vitrivenia era al principio Vitrubia, pero luego lo cambié a Viturbia, para expresar mejor su carácter ambiguo. Al final me pareció una chorrada y lo cambié a Vitrivenia porque hay dos niñas, hermanas gemelas, llamadas Isalvenia e Isharvenia. Mumnia se basa en «momia» y el resto son nombres puestos al tuntún, según me parecieran en su sonoridad semejantes a los grecorromanos.
Lo mismo ocurre con el resto de localizaciones nombradas. Los quieleses son un trasunto de los cartaginenses. Como se puede ver, para los turnios el mundo donde viven no necesita nombre. Siempre me ha parecido gracioso ese recurso de darles nombres propios a los mundos de ficción, pero lo más probable es que los extraterrestres denominen a su planeta «Tierra», como hemos hecho con el nuestro.

-Los visitantes, su procedencia y sus enseres
Se han sustituido términos propios de la era moderna por traducciones literales. Así, la «organización unida» es la palabra «sistema», que es como se podría traducir el helenismo. Habiendo parado en un mundo donde nadie sabe qué lengua era el griego y en una cultura orgullosa de sí misma sin complejos, los visitantes prefieren adaptar la terminología. Que, además, casi cada uno de ellos sea nativo en una lengua nativa ayuda a que no consideren el inglés como estándar. Por si acaso hay dudas, indicaré de dónde viene cada visitante:
Yekaterina, de Ucrania. Sviatlana, de Bielorrusia. Akakios, de Grecia. Julio, de España. Peter, de Irlanda. Sachiko, de Japón. Los demás, creo, son más complicados: Farid, de Argelia. Sí, en árabe el nombre del país significa «las Islas» y es de hecho el origen del topónimo Algeciras. Anush, de Armenia. Ji-young, de Corea del Sur. En ambos casos, son traducciones de los nombres en sus respectivas lenguas oficiales. Luisiña, Brasil, pues es probable que el nombre proceda de un árbol llamado así por su color como las brasas. Hay dos no mencionados: John es iroqués, de Canadá. Kafika, por último, procede de Nieu, una isla del Pacífico bajo jurisdicción neozelandesa, y pertenece a la etnia aborigen.
También queda claro que, aparte de sus conocimientos, han debido de llevar tecnología terrícola, pues en el relato de Susnia se mencionan aparatos como «la tableta embrujada» o el «pájaro mecánico», posiblemente un ordenador portátil y un dron. Uno de los misterios implícitos es cómo logran suministrar energía a aparatos electrónicos en una sociedad que debe de estar en plena Edad de Hierro, cuyas respuestas son predecibles: haber llevado muchas baterías de repuesto y recargables mediante energía solar u otras fuentes de energía. De todos modos, lo dejaré para otra historia.

-Las unidades temporales
Es constante en ambos relatos el uso de los términos «crienias» e «ímaras» para denotar el avance del tiempo. La única equivalencia precisa es la edad de Sviatlana y el hecho de que han pasado cerca de tres crienias, mientras que las ímaras son largas comparadas con nuestros días. En el propio texto se indica claramente que ambas unidades son más extensas que sus análogas terrícolas, pues existen segundos otoños y segundas tardes. También hay menciones a una «cuenta ogdo», que es un periodo de tiempo suficiente para que pasen cinco generaciones, y otra menor a otra, llamada «lunada».
Como al fin y al cabo los terrícolas son los visitantes, me pareció lógico que, para expresar mejor la inevitable realidad de hallarse en otro planeta, las unidades temporales fueran distintas a las terrícolas. Incluso he creado unas tablas de equivalencias, que se pueden ver a continuación.


            


La equivalencia es que una crienia son 1,73 años, mientras que una ímara son 34,05 horas. La cuenta ogdo son sesenta y cuatro crienias porque, aunque en los relatos no salga a la luz, el sistema numérico de la lengua turnia es octal. Por casualidades, se acerca a 96 años, esto es, casi un siglo. No obstante, la «lunada» carece de valor, porque no me he molestado en definirlo. Por su nombre, es el análogo a un mes terrícola, pero no sé si hacerlo más largo o semejante, como la cuenta ogdo respecto al siglo.
Los nombres se basan en helenismos. Crienia es una deformación de «chronos», año, e ímara de «hemeras», día. Ogdo se basa en «octo» y en «okto».

-Ambigüedades
Hay algunos puntos que se han dejado intencionadamente ambiguos. Sólo por si acaso, me adelanto a las posibles preguntas de algún lector.
Zrulia, la vieja esclava de Mumnia y Susnia, podría ser medio hermana de la primera. Se menciona en el relato de Vitrivenia sin una respuesta clara, que no creo que me moleste en contestar. Al fin y al cabo, mientras nadie desarrolle la tecnología de estudio del ADN en ese mundo, es una posibilidad razonable. Y, de todos modos, el verdadero quid de la cuestión es señalar la injusticia de que algunos sean menos que otros sólo por su nacimiento.
Asimismo, en un punto de la trama se juega con la idea de si Vitrivenia, como le indica una vieja, es de sangre real. Es un punto que me gustaría tratar en otras historias, aunque la mordaz reacción de los visitantes, el relato de Susnia y lo comentado sobre Zrulia ya aclaran, creo, que no soy un admirador de la sangre azul. Puedo adelantar de momento que la respuesta es realmente sorprendente.
Un punto extraño del argumento, comentado en los propios relatos, es sobre Susnia como única heredera: si muriera, eso dejaría en el aire la herencia. Se ha mencionado que Mumnia tiene hermanas y sobrinos, pero no se menciona la exacta razón para que la mujer actúe así, cuando por los relatos no parece muy sentimental. De todos modos, creo que es interesante para otras historias ver si estos sobrinos conspiran para ganar el mayor cacho en la eventualidad de que Susnia muera.
El carácter de la madre de Susnia es otro misterio menor, pues la buena opinión de Mumnia contrasta con los rumores que se mencionan en el relato de Susnia. Una explicación fácil, ofrecida por la propia suegra, es que estos se deban a la maledicencia del prójimo, espoleados por el desgraciado accidente que segó su vida junto a las de su marido y su suegro. No sé si tocaré este tema en otras historias. Debo admitir que no es precisamente algo que me atraiga particularmente.
Por último, el final del relato de Vitrivenia acaba con ella teniendo una epifanía, léase una revelación, tradicionalmente identificada como de origen divino, pero no se dice nada más. Debo admitir que, en mi plan original, consideraba que entre este acontecimiento y la revelación de la dichosa epifanía se narrarían otras historias, para crear suspense. No obstante, al escribirla finalmente, tuve la impresión de que ese final era sumamente adecuado para su historia, porque transmitía una curiosa ironía: en ese momento Vitrivenia es libre para pensar lo que quiera, mientras que Susnia irá en busca de su marido, un acto que no querría hacer, pero que asume como una responsabilidad dada su posición. No fue ni mucho menos mi intención que los finales contrastaran, pero ahora que los he leído en la corrección, no quiero cambiarlos porque me gusta ese efecto. Por ello, dejo al lector que se figure cuál es la epifanía de Vitrivenia: al fin y al cabo, si es una verdadera epifanía, le viene dada por alguien la observa sin que ella se dé cuenta y justifica su carácter de revelación «divina». Y será dada con libertad.

Eso es todo. Me ha gustado escribir estos relatos, aunque a ratos me hayan dado ganas de enviarlo todo a la porra. ¡Saludos!

domingo, 21 de febrero de 2021

Concrete. El epígono melancólico de La Cosa.

Como en casa ya reúno un enorme volumen de libros, varios de ellos tebeos, empleé cerca de un año en releer la mayoría de los mismos para hacer una criba de qué quería conservar y qué vender, regalar, tirar a la basura o, idealmente, buscar al autor para hacérselo comer. Idealmente.

Y así releyendo, quiso el buen destino que el mismo mes leyera Concrete, la serie entera que Norma publicara en un paquete de siete números a mitad de precio (49 euros, señores) y los números que tengo de la primera edición de Invencible de Aleta ediciones. Y he aquí que ambas lecturas, de tono muy diferente, resonaron y me hicieron pensar. Y ya que hacía tiempo que me apetecía hablar de Concrete, ¿qué mejor excusa?


Muy distintas, pero muy parecidas. Ya veremos por qué.

Concrete, dibujada y escrita por Paul Chadwick, trata de Ron Lightgow, un pobre tipo que, en pleno cámping con un amigo suyo para aliviar la pena de haberse divorciado, tiene la mala pata de que lo secuestran unos alienígenas y le ponen los sesos en un cuerpo como el de ellos, pero aquí he de decir que son de piedra.


Y en este punto, ya alguno dirá "Pues ya decía yo que el tal Concrete se parecía un huevo a La Cosa". Y sí, para qué engañarnos: Básicamente, Concrete es una lectura más melancólica del personaje de Marvel... Porque, mientras que a este se le conoce por su frase "Es la hora de las tortas":


A Concrete lo caracterizaría yo por el hecho de que es un escritor, con bastante cultura y enemigo de los conflictos, por lo que es mucho más diplomático. Después de escapar de los alienígenas, Concrete hace un trato con el gobierno para continuar su vida de un modo aceptable, que pasa por vivir aventuras, ayudar a gente humilde y por último meterse al activismo ecologista.


Por lo tanto, hay que decir que, como le señalé a alguien por Twitter hace tiempo, Concrete es un tebeo de un personaje con superpoderes que, no obstante, no va por esos mundos arreglando los follones ajenos a hostias. Si tuviera que adjudicarle un género, diría que está dentro de cierta ciencia-ficción dramática que podríamos denominar "problemas derivados de tener un cuerpo distinto", de la que El hombre invisible de H. G. Wells sería uno de los ejemplos más conocidos. Incluso tienen una contraparte realista en películas que se centran en discapacidades.

En líneas generales, a mí me gustó bastante: sus historietas son simpáticas y está muy bien narrado y dibujado, con tres personajes principales que se complementan muy bien. Una de las historietas que más me gusta es Criatura frágil, en la que Concrete colabora en el rodaje de una película, lo que me recuerda a La gran superproducción, de Superlópez.


Los personajes principales están bien definidos y son bastante lógicos: Maureen Vonnegut, una bióloga sin relación con el físico ni el escritor, quien se ocupa de monitorizar el estado físico de Concrete mientras aprende mucho de él, y Larry, un aspirante a escritor, que se ocupa de transcribir los pensamientos de Concrete, pues en su nuevo cuerpo no puede manejar objetos como un simple teclado de escribir sin romperlo. Esto es un reflejo de la vida real de gente dotada de un físico muy fuera de lo normal, como los jugadores de baloncesto al comprar ropa o una cama.

Ahora, un aspecto que me ha hecho reflexionar es una de las premisas y el modo en que está desarrollada: la de que Concrete es algo así como más realista que el tebeo de superhéroes al uso. Tanto en las introducciones del propio autor como en una historieta en concreto se desarrolla el tema, muy particularmente me llamó la atención la reflexión de que a Concrete no debería llamarle la atención el sexo si no tiene glándulas sexuales...


Nótese el cuadro encima de Concrete.

Pues dan ganas de decirle al señor Chadwick que para empezar todo es imposible. O como mínimo, muy, muy improbable, del orden de uno contra una cifra multigaláctica. Y empecemos por una fácil: admitiendo la posibilidad remota de que los alienígenas puedan meter un cerebro humano en un cuerpo tan raro, ¿cómo es que Concrete puede hablar en inglés de un modo hasta cierto comprensible? Porque su boca, como el resto de su cuerpo, es de piedra y tiene una temperatura de unos 200 grados centígrados, suficientes para asar un ave.


El lenguaje humano ha evolucionado en función de los órganos que componen la voz humana, esto es, en función de los dientes, la lengua, la garganta y las cuerdas vocales, al menos se me ocurren a mí y seguro que me quedo corto. Cualquiera de las lenguas que la humanidad ha hablado tiene que hablarse con esos órganos, lo que supone un condicionante, como se ve en el caso de las personas afectadas de trastornos en esos órganos. Que se lo pregunten a Sylvester Stallone, cuyas mandíbulas quedaron dañadas por el uso de unos fórceps durante su nacimiento y es uno de esos actores que más discusión dan en las polémicas sobre el doblaje.
 

Por supuesto, hay más factores: la presión atmosférica favorece qué fonemas prefiere un grupo de hablantes. Un misionero que dio una charla en mi colegio decía que en las lenguas de los Andes se prefieren las vocales, porque son más sonoras. También la alimentación parece haber influido en la evolución lingüística, como dicen aquí. En cualquier caso, influye el propio ambiente donde viven los hablantes. Lógico, por otro lado.

Pero he aquí que el señor Concrete tiene una boca en la que, como se ve en la viñeta anterior, se puede hacer un asado. Pues está claro que no puede tener ni una lengua, ni unos dientes, ni una garganta, ni ningún órgano humano, que es lo que da la posibilidad de hablar. No obstante, es capaz de hablar de un modo bastante comprensible, aunque supongo que con semejante cuerpazo el tono debe de ser más bien bajo y se menciona en una historieta. ¡Qué casualidad que esos alienígenas puedan reproducir la voz humana! Recordemos que en la Tierra, sólo ciertas familias de pájaros son capaces de reproducirla, aunque no entiendan lo que imitan.

Por supuesto, se puede alegar que los alienígenas adaptaron hasta cierto punto el cuerpo de Ron para que fuera capaz de reproducir la voz humana, ya que, como cuenta la bióloga Maureen, su cuerpo tiene dos sistemas circulatorios, uno de ellos para su cerebro humano. Pero es que la cosa no acaba ahí: las partes del cerebro se corresponden a las diversas partes del cuerpo. No sólo el humano, el cerebro evoluciona junto al resto del cuerpo de la especie: existen casos de pacientes a quienes se les ha transplantado partes del corazón de cerdos, por ejemplo, pero en ningún caso se podría poner el cerebro de un gato en el cuerpo de un perro, aunque el organismo del segundo no rechazara el primero. Y lo que vemos al principio de Concrete es el viejo tópico de trastocar el cerebro/la mente/la conciencia (o lo que sea) de un ser a otro... cosa que, hombre, pues lo más probable es que no funcionara...

Bueno, se puede pensar que en este caso, quizás por casualidades increíbles, los alienígenas son humanoides y hay insinuaciones de que son parcialmente artificiales. Hasta tienen cinco dedos en manos y pies... Pero es que al principio de la historia se nos dice que hacen lo mismo con los cerebros de animales, y resulta que son también funcionan... Algo falla.

Pero bueno, esto es un comentario aparte del autor. Como he dicho, el tebeo está muy bien. Al señor Chadwick no le apeteció crear el enésimo héroe grandote, que soluciona casi todo a hostias, un tópico que a veces merece el apelativo de "súper", como en el caso de La Cosa, Coloso y, cuando quiere, Hulk, y a veces no, como Goliath, el infatigable compañero del Capitán Trueno. Y los personajes son bastante verosímiles, con Maureen siendo una científica brillante muy convincente, a pesar del pasajero interés por una magufada.


Mientras tanto, en Invencible, todas estas consideraciones se lo pasan por el rábano. Y oye, pues bien. Obra de Robert Kirkman, más famoso por Los muertos vivientes (The Walking Dead, vamos), Invencible narra las desventuras, porque mayormente son eso, de Mark Grayson, hijo de Omni-man, el más poderoso superhéroe de la Tierra, a partir del momento en que empieza a manifestar los mismos poderes que su progenitor, un alienígena que cuela como humano pero del todo, ¿eh?


Pero del todo, tan cierto como que el sol da luz.

Mark empieza sus aventuras bastante ilusionado, con la idea de que es muy guay ser un superhéroe que empieza ya con una ventaja considerable, pues su padre le ha contado que él está en la Tierra como parte de un programa de plan para extender la armonía por todo el universo, mediante la mejora tecnológica de las civilizaciones existentes, obra de los viltrumitas del planeta Viltrum, quienes lo diseñaron hace milenios.

No obstante, resulta que no todo es de color de rosa. Bueno, ¡qué coño! De hecho, es todo una mierda: Los viltrumitas son una especie invasora de mundos y su padre era el encargado de llevarla a cabo en la Tierra, porque ya no daban abasto con tantos planetas nuevos que conquistar. Vamos, que no es Superman, sino Son Goku sin haberse dado el coscorrón que le quitó la malicia.


"Kakarot. Te llamas Kakarot."

Y sin ser subcontratados por algún Freezer, ellos llevan todo el negocio, en un claro ejemplo de emprendimiento a nivel galáctico.

 

¡Cuánto ha cambiado el cuento!

La historia prosigue con varios de los tópicos comunes a los superhéroes: enemigos cada vez más poderosos, gente con poderes rarísimos, y tipos que en un sótano inventan cyborgs de la leche y la gravedad artificial (estos ejemplos son literales). Y lo hace bastante bien, al menos al principio, por qué no decirlo. A mí particularmente me empieza a aburrir cuando se pone más "cósmico", pues, aunque sigue teniendo cualidades, hay tres cosas que me mosquean:

La primera es que cae en la temida lógica del enemigo todavía más poderoso que caracterizó a Dragon Ball, ya mencionada más arriba. Al principio, todo hay que decirlo, hay enemigos y aliados con extraños poderes, cuya utilidad es indudable. Después casi toda la acción evoluciona a clones de Superman sin los poderes energéticos de este, haciendo las peleas un montón de hostias a vuelo.

Sobre la segunda, nótese que he escrito "cósmico" entre comillas y me explico: la mayor parte de ficción cósmica, con naves espaciales y alienígenas de figura rocambolesca, son adaptaciones modernas de los viejos relatos en los que un tipo iba visitando islas raras en las que se encontraba sociedades, gentes o seres estrafalarios. Es algo que ya han comentado tanto aficionados como críticos y tiene un nombre en TV Tropes, El planeta de los sombreros, por un episodio de Star Trek. Es obvio: como llevaría mucho crear un planeta entero con diversas culturas, a todos sus habitantes se los define con una característica común, por lo que además comparten la misma cultura. La ambientación será cósmica, pero la atención de la audiencias sigue siendo mundana.

Respecto a la tercera, quizás sea personal. Parte de los logros de Invencible fue crear un elenco de secundarios bastante simpáticos, incluyendo a los villanos, pero por motivos que no comprendo, Kirkman se dedicó a destruirlos por razones incomprensibles. Y en su lugar puso a cierto secundario que... Bueno, mejor lo dejo ahí y no destripo el argumento.

Pero oye, el principio sigue estando bien y es muy dinámico, todo hay que decirlo, con buenos golpes de humor. Además, y durante el tiempo que esta puñetera entrada ha pasado en la reserva, le ha dado tiempo a tener una adaptación animada que promete todo lo que ya da el cómic.


Y ambos tebeos, en sus respectivos estilos, están bien... Y ahora toca la parte en que comento por qué sus lecturas han resonado. En ambos casos están relacionados con los prólogos, escritos por otros autores. En el caso de Concrete, las contraportadas recogen la afirmación de Harlan Ellison, autor de ciencia-ficción conocido (en parte por estar encantado consigo mismo), sobre Concrete como probablemente el mejor cómic publicado por cualquier editorial en cualquier sitio. El hecho de que Ellison aparezca en la mencionada historieta de la película puede ser la razón, pero creo que no es sólo eso.

En el de Invencible, tenemos un comentario general de que a varios de los prologuistas les gusta que sea un tebeo de superhéroes de toda la vida, y que de hecho se aleje de esos tebeos de superhéroes que "parece que se avergüencen de serlo". Y, acabando de leer Concrete, tuve la sospecha de que quizás esta censura se aplicaría al susodicho.

No obstante, creo que hay dos confusiones:

La primera es esa curiosa obsesión por el realismo, que Chadwick ha sabido evitar a pesar de sus comentarios. Hasta qué punto llegará, que incluso en los juegos de fantasía vemos dragones anatómicamente correctos. El dragón, emblema de la fantasía sin complejos, presentado de un modo análogo a una especie real... Pero nada de eso hace más realista el producto, lo hace... anatómicamente verosímil, en este caso. Y ya está. Porque eso no es realismo. Originalmente, se llamaba así a un estilo pictórico consistente en pintar a las figuras tales cuales se presentaban, sin adornos fantásticos, y se extendió para definir a las narraciones con características similares. En otras palabras, ceñirnos al mundo real lo máximo posible.

El problema de este término es que no todos percibimos la realidad del mismo modo y no sólo por cuestiones sociales o filosóficas: Tolstoi, que es uno de los pilares del realismo, era sinestésico y por lo visto veía la A (la letra cirílica, claro) de color rojo. Como tampoco creemos en lo mismo, en varias novelas realistas finiseculares se hace hincapié en el supuesto magnetismo animal, que en realidad era una superchería pseudocientífica de por aquel entonces. Huelga decir que las preferencias políticas pueden hacer que haya un sesgo en el rasgo moral de los personajes según el autor prefiera a Hobbes o a Kropotkin.

Aparte, hay otro problema: la frontera entre el realismo y otros géneros/puntos de vista es simplemente inexistente... Y a veces resulta paradójico qué se considera "no realista". Por poner un ejemplo fácil: los musicales. ¿Es realista que la gente exprese sus pensamientos en coreografías perfectamente calculadas? Extendiendo este razonamiento, ¿las narraciones poéticas son menos realistas? ¿Es menos realista La vida es sueño que, no sé, Tres sombreros de copa?

Esta obsesión nace de la idea de que el realismo sería inherentemente superior a otros estilos de narración, afirmación gratuita que a veces lleva a que la fantasía y la ciencia-ficción casi que tienen que pedir perdón por existir. Y el de los superhéroes es un subgénero que suele llevarse casi todas las críticas porque está a caballo entre ambos, aparte de razones que pueden ir de lo político hasta lo academicista.

En última instancia, los superhéroes no pueden ser realistas aunque los protagonistas vivan en países reales o incluso se intenten respetar las leyes naturales (tal como las entienda el autor, sea dicho). No obstante, ciertos autores han intentado hacer de los superhéroes algo que parezca "realista". No pocas veces, mediante un incremento de la violencia, cayendo en exactamente el mismo error del tremendismo, que fue precisamente una corriente del realismo consistente en escribir sólo historias truculentas.

La segunda es que no todas las historietas con gente con superpoderes tienen que caer en el concepto tradicional de los superhéroes, aunque sea uno impreciso. Sin alargar demasiado la definición, diría que son historias de confrontación entre personajes muy poderosos, contadas en varios medios, de las que una es el cómic o la animación, por varios autores, con una continuidad flotante muy leve, estos motivos las llevan a recrear sus orígenes una y otra vez, dando lugar a diversas continuidades. Están insertas en un universo de ficción compartido por otros personajes, normalmente creados por otros autores. A nadie debería molestarle que Concrete no siga la mayoría de motivos del género (sí cumple el tener dos orígenes), ni tampoco creo censurable que Invencible sí lo haga.

Debería ser sólo una cuestión de gustos. No una de definir qué es un tebeo bien hecho con unos baremos absurdamente rígidos.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Chargeman Ken! ¡Qué difícil es hacer un buen héroe!

(Antes de leer la siguiente entrada, quiero advertir al amable lector, si hubiera alguno, que la aproveché para resumir temas que iban a ocupar otras entradas, pero que no salieron a la luz entre mi pereza y mi falta de tiempo para llevar un blog. Esperemos que no se note demasiado, aunque no use el corta y pega en ningún momento)

Hará cosa de dos meses, vi por Twitter, entre hilos llenitos de bilis, a mi compinche Mario Domínguez Soler colgar este precioso vídeo. Véanlo, si les gusta un recopilatorio de las peores escenas de una serie malísima de dibujos animados japoneses de hace más de medio siglo.


Ya puestos, colguemos también el hilo de tuits.
Y así descubrí Chargeman Ken!, una sabrosa muestra de que, cuando un trabajo de ficción llega a ser lo suficientemente malo, llega a ser bueno. La serie es de hecho peor que la muestra recogida en el vídeo, y no sólo ya por esa animación lamentable, sino especialmente porque los guiones son tremendos. La vi  completa, por cierto, en esta cuenta de YouTube.

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Yo siempre admitiré mi gusto por estos efectos visuales. ¡Más cuando están bien hechos!

Chargeman Ken! va, en resumidas cuentas, de un tal Ken Izumi, un joven superhéroe que se dedica a salvar al mundo de esa especie de alienígenas que aparecen en el vídeo. En el original japonés se llaman ジュラル星人, "juraru seijin", literalmente "seres humanos del astro Juraru", y en los subtítulos al inglés se los llama "Juralians". Pero como al fin y al cabo es una adaptación, prefiero llamarlos aquí "julais" porque, como pronto veremos, les va que ni pintado en su primera acepción de persona especialmente estúpida.

Como bien nos cuenta la canción de apertura, Ken es un Chargeman, que viene a ser que su cinturón tiene un receptor que le otorga sus superpoderes tan pronto como percibe una simple chispa de luz, en un ejemplo de lo que podría llegar a ser un óptimo aprovechamiento energético. Cada que se transforma, hace una voltereta hacia atrás, en un ejemplo de que hubo un tiempo en que no había una separación formal entre los sentai (Power Rangers y similares) y el manga, ni tampoco los bailecitos eran una exclusiva de las magical girls.

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En nombre de los buenos guiones, ¡te castigaremos!

Por qué tiene Ken tales habilidades nunca es explicado, como tampoco cuáles son: en cierto capítulo Ken es telépata, lo que no deja de tener tomate porque luego nunca se entera de cuándo se le acerca un julai disfrazado. Es un caso claro de añadir poderes según convenga al argumento.

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Ahora hablemos de los villanos, los julais, también víctimas de este guión cuyos detalles varían según le salga las narices al guionista de turno. Su apariencia física remite a los marcianos de La guerra de los mundos, descritos en la novela como una suerte de pulpos, y que en Japón todavía es uno de los tópicos del alienígena, como Koro-sensei.

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Sus características están a medio camino entre los alienígenas y los seres sobrenaturales: no se reflejan en el espejo y en algunos capítulos se insinúa que a veces chupan sangre, como los vampiros. Asimismo, a veces se habla de sus manipulaciones en algún desafortunado terrícola como "hechizos" y su líder se llama "Rey de los demonios", el cual por cierto se me antoja parecido a Krusty el payaso, el ídolo de Bart Simpson.

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¡Hola, niños! Hoy aprenderemos a conquistar el mundo aunque tus esbirros sean unos patanes.

No obstante, tienen naves y bases secretas y se identifican numéricamente, dando a entender que son creados en serie, dando de paso una justificación sobre por qué no se parecen a su jefe. Del guión se desprende que intentan emigrar a la Tierra porque su planeta de origen está devastado, aunque no queda claro si a consecuencia de acciones humanas o no. Lo que jamás queda claro, siendo más importante, es por qué se dedican a invadir el planeta con mil y un planes absurdos, más propios de una película de chistes que de un ataque alienígena serio. Otro momento de comedia involuntaria aparece cuando, en un capítulo, el anticipador de Krusty, en plena arenga a sus infortunadas tropas, asegura que están adelantados científicamente a los terrícolas medio milenio o algo así. Porque el espectador con memoria recuerda entonces que los julais intentan acabar con Ken y otros humanos mediante horcas y otros recursos propios de la Edad de Piedra. La cumbre del ridículo se alcanza cuando uno de sus propios bicharracos levanta el tentáculo y comenta que, sea así o no, él tiene la clara sensación de que Ken los está masacrando.


El escenario de la acción, el worldbuilding como lo llaman ahora los modernos, es el futuro, en concreto el año 2074 según la Wikipedia (debo admitir que no caigo en cuál capítulo lo comentan). Como es el caso de tantas obras de ciencia-ficción, el progreso tecnológico es increíble, con viajes espaciales, robots inteligentes y maravillas a cada paso. Lástima, eso sí, que los creadores de la serie descuidaran los detalles y jamás nos contaran algo ni demasiado original ni estable. Por ejemplo, en algunos capítulos se nos cuenta que la educación en este mundo moderno se da en un edificio con forma de torre, en la que cada piso más arriba es un nivel académico superior. Bueno, pues en un capítulo vemos a Ken salir de la escuela, y esta tiene un patio típico de escuela japonesa actual. ¿Dónde está la famosa torre? ¿O es que la torre tiene un patio al estilo actual? Como tenga que haber espacio para tantos alumnos, debe de ser tremendo el patio.

Por supuesto, y aunque los intentos infructuosos de invasión por parte de los julais son de conocimiento público, nadie ha tenido la buena idea en este mundo de poner espejos públicos que revelen inmediatamente al julai viendo que no se refleje, o como mínimo prevenir que circulen por ahí como si nada.

Los secundarios más estables son la propia familia de Ken, su maestra de escuela y un señor científico, quizás relacionado con los poderes del niño con vestido de color de yema de huevo. El padre va vestido de traje, a diferencia de otros trajes más futuristas, como su retoño, y en un capítulo lo llaman "sensei", que lo mismo puede ser médico, que maestro, que doctor, que vaya usted a saber qué. Algo será, viendo la choza donde que viven.


La madre es ama de casa y no sé si decir si esto es el machismo de la época, que aún esperaba fundamentalmente de la mujer que pensara en casarse, o el machismo japonés, que incluso hoy en día da muestras de lo que en España se llamaría carácter carpetovetónico. Dejémoslo en mitad y mitad.

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Eso se nota especialmente en el trato dado a Caron, la hermanita de Ken, que está para que la secuestren y dar una imagen frívola de niña bien, aunque por lo general sea buena con su hermano.

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Por último, tenemos a Barican, el simpático robot mascota de la familia, que está para hacer el ridículo y de tanto en tanto el héroe de modo bastante convincente, sea la verdad dicha. A pesar de todo, tengo para mí que es el menos estúpido de la trama, aunque tampoco era difícil viendo el poco nivel que tiene el resto.

Pero lo realmente chocante de Chargeman Ken! es la moral que desprende la historia: Ken no sólo mata a los julais cuando estos todavía conservan forma humana, que suele ser un tabú cuando el protagonista es un niño, sino que a veces se carga a las víctimas, como podemos ver en el vídeo con el trato que le da al pobre doctor Volta, al que sacrifica sólo porque en realidad era un robot con una bomba en la cabeza que suplantaba al verdadero doctor SIN SABER ESTO QUE ACABO DE DECIR. El capítulo que acabo de nombrar se llama en la versión en inglés Dynamite in the Brain, hermoso título sin lugar a dudas.

En otras ocasiones, se carga a los julais cuando están claramente huyendo, que también suele ser un tabú. Pero a mí el capítulo que más me ha sorprendido es ese en que un ingeniero, constructor de submarinos, se casa con una mujer que no tiene familia. La mujer, ni que decir tiene, resulta ser una espía julai, cosa que nuestro simpático Ken, listísimo cuando el argumento lo requiere, se huele desde el minuto 1. ¿Qué ocurre cuando Ken descubre el pastel? Que se carga a la mujer y a sus ayudantes sin pestañear. Al final del capítulo, el padre de Ken no tiene mejor idea que proponer al pobre viudo CASARSE DE NUEVO, a lo que este contesta riendo que no le apetecen más esposas julais.

Dejando a un lado el posible daño psicológico que hubiera sufrido cualquiera al saber que la mujer con la que iba a compartir su vida era una espía malvada que conspiraba contra la humanidad, tenemos el hecho de que este hombre disfrutó durante la noche de bodas de sexo alienígena. ¡Coño, como en Los Simpson! Entre que si el líder se parece a Krusty y esto, a ver si va a ser esta la serie que predijo a Los Simpson, al contrario de lo habitual.

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Por eso, Homer votó a Kodos.

Por ello, la serie ha ganado infamia desde que fue publicada en DVD y algunos vídeos aparecieron en plataformas de Internet hace unos años, en una muestra de que algunas decisiones comerciales son arbitrarias. Pero como lado positivo, ha provocado que hayamos surgido seguidores enamorados precisamente de la cutrez del argumento. Al igual que The Room, de Tommy Wiseau, Chargeman Ken! se ha convertido en un clásico del mal gusto.

Pero, como soy así, hay que decir a favor de los creadores dos defensas: primero, que a lo mejor no fue un problema de mal trabajo, sino de mal método, que muchas veces se subestima. Los productos infantiles se hacían no pocas veces considerando a su público objetivo como retrasado mental. Segundo, que no esperarían ni de coña que en el futuro un grupo de adultos ociosos vieran su obra con tan mala uva. De hecho, en el hilo de Twitter que se muestra antes, es lo que el tuitero que responde al nombre de Red Bat explica.


Pues sí, para qué engañarnos. El propio concepto de "historia infantil" hasta cierto punto es reciente: la práctica totalidad de la literatura escrita antes del siglo XX estaba pensada para adultos o en el mejor de los casos para que también lo leyeran adultos. Aunque Stevenson y su Isla del tesoro fueron revolucionarios en ese sentido, todavía no estaba del todo claro qué elementos narrativos funcionaban mejor con los chavalines.

Por otro lado, para mí lo realmente interesante de Chargeman Ken! es que pone en evidencia algo que algunas veces veo comentado por Internet: ese momento en que el "héroe" desencanta a la audiencia. Y aquí me voy a tomar cierto tiempo en explicarme, y además voy a adoptar un punto de vista histórico.

En los tiempos clásicos, los héroes eran simplemente personajes, a veces de poder descomunal, que iban por esos mundos realizando hazañas para aumentar su gloria, lo que muchas veces beneficiaba a la gente en general porque mataban a monstruos. Nótese que digo en general porque otras "hazañas" eran impresentables ahora, como raptar a muchachas o cosas que casi parece cómicas como robar vacas, si no fueran porque también mataban al dueño.

En otras ocasiones, el héroe no es que buscara su beneficio personal y le diera una higa el beneficio general que originaba, es que causaba tristeza y desolación. En uno de los relatos del Decamerón, nos cuentan la historia de Cimón, un tipo más bruto que un arado que, después de conocer a una muchacha bellísima, se enamora de ella y se instruye para no parecer un borrico a sus ojos. Pero la muchacha ha sido prometida a un tipo de Creta y allá la llevan en barco. ¿La solución de Cimón? Enrolar una tripulación pirata y atacar a la del primer barco hasta que sueltan a la chica. No obstante, no tiene suerte y llega mira tú por dónde hacia donde la llevaban, a Creta, donde los supervivientes del primer barco lo ven, dan la voz de alarma y lo pillan con sus compinches.

Los meten en prisión, claro, a pesar de las protestas del prometido de la muchacha, que exige sangre y allí se habrían quedado si no hubiera sido porque otro tipo se promete con otra muchacha, que era la que quería para sí el encargado de la prisión. Así que este libera a los reos y montan una carnicería de espanto en la boda. Al final, huyen, pero luego vuelven a salvo gracias a los tejemanejes de sus familias, que logran la paz. Ni palabra sobre los sentimientos de las dos muchachas, claro.

Tremendo, ¿eh? Recuerdo que cuando lo leí me impresionó profundamente, pero no nos equivoquemos: estos dos no pretender ser héroes benevolentes. Son egoístas, pero tampoco villanos: el daño que hacen es por un beneficio, no por un supuesto amor al mal. Tampoco la tripulación de Cimón pasa de ser lo propio del pirata.

Pues lo gracioso viene cuando argumentos muy similares se presentaban como heroicos en obras posteriores. Los piratas del Caribe, una película del 50 sin ninguna relación con Johnny Depp con rastas, nos pone el triste caso de un holandés que es encarcelado por la villanía del virreinato español. Por ello, se venga haciéndose pirata (lo esperabais, ¿a que sí?) y rapta a la prometida del virrey. Sí, tal cual. Como quien le roba hoy un lápiz a su enemigo para fastidiarlo. Por supuesto, con el tiempo la tía se enamora por él porque, bueno, el prota es el prota.

En otras palabras: no todas las historias épicas pueden contemplarse desde una óptica maniquea, que divide a buenos y malos en dos partes... y en algunas es directamente estúpido intentarlo, porque se acaba presentando como heroico un verdadero despropósito moral. Y muy especialmente, a veces una historia tiene un protagonista amoral, como el caso de Cimón narrado más arriba, o incluso inmoral, como en La naranja mecánica. Pero como se ve en el otro caso que comento, el maniqueísmo tiene una fuerza inusitada y hay una tendencia malísima en identificar al protagonista como el bueno sin pensarlo dos veces. Los propios autores de la obra son los primeros asombrados cuando comprueban que la gente no siempre entiende el punto malicioso de su historia...

Por supuesto, se podría alegar que algunos individuos tienen una moral diferente y es un hecho que diversas culturas alrededor del mundo no siempre coinciden en su jerarquía de valores... Pero no deja de sorprender cómo dos autores procedentes del mismo país y que trabajaron en la misma época puedan tratar el mismo hecho con sorprendentes diferencias, uno como un crimen imperdonable y el otro perdonando lo que en cualquier caso es un acto que daña a terceros.

Y es que habría que asumir ya que algunos autores no tienen muchos, ejem, miramientos morales, por decirlo finamente, y empezaron como uno más de esos lectores, espectadores, lo que sea, no muy perspicaces. Y si tienen éxito como autores, no es tanto por su conocimiento de la naturaleza humana o su agudeza artística sino por su capacidad de mimetizar lo que llevó a otros al éxito. De hecho, diría que el problema de algunos guiones empieza porque se mezclan elementos de obras de estilo amable con los procedentes de obras más cínicas y violentas. Así se explica el hecho de que los cómics de los 90, por ejemplo, fueran un sinfín de antihéroes ultraviolentos que reproducían la estructura narrativa y los mismos motivos argumentales de sus predecesores de las décadas anteriores.

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Otro problema que veo muy criticado por las redes es el foco, por ejemplo destacar a un único protagonista cuando el argumento pretende mostrar trabajo en equipo. Tan contradictorio como vanidoso. Uno de los mejores contraejemplos que conozco es de un tebeo cuyo título coincide con el del héroe epónimo: El Eternauta, con guión de Héctor Germán Oesterheld y dibujo de Francisco Solano López. En este, el protagonista es el narrador de la historia y destaca especialmente por cómo alaba el esfuerzo ajeno. No es casualidad, pues el propio Oesterheld prefería al héroe que trabajaba en equipo.


Así pues, gracias Chargeman Ken! por existir y ser un ejemplo de todo lo que no se debe hacer. A veces es necesario tenerlos, como Dan Brown en la literatura.