domingo, 12 de noviembre de 2017

Reseña de El hombre y su lágrima, de Santiago Bergantinhos

En la entrada anterior, publicada hace un ratito, ya comento el porqué de estas entradas. Así que bueno, venga ya la reseña de El hombre y su lágrima. Como es una colección de relatos, me apetece comentarlos uno por uno. Y allá va mi crítica.

Buena colección de relatos.

-Ah, bien. Pues nada
El más corto y muy gracioso, sin duda. Casi que podría ser el guión de un chiste del grandioso Manolo Vázquez, si no fuera porque el eterno deudor nos dejó a todos... esta deuda.

-La colmatación del vacío
Una de las cosas que más me ha gustado del libro es que el autor prescinda de conceptos tradicionales de la fantasía como magia y no decida explicar cómo ocurren algunos de los hechos más misteriosos: pues ocurren y punto, ¡caray! En este caso, nos presenta a un personaje que, cuando lo leí, tomé por una personificación de la ausencia. En los comentarios ya me enteraría de que es un arquetipo creado por el autor, lo que me parece muy bien.

-Ciclo de Valden
Comento ambos relatos del mismo ciclo aquí. Debo admitir que son los que menos me han gustado, aunque todavía al primero le perdono ser original. Seguramente porque, como el autor explica al final, incorporó a estos relatos la mitología de lo que iba a ser una novela independiente y el resultado final me obligó a cambiar el paso varias veces, pues percibí algunos cambios en el tono.

-El hombre y su lágrima
El que da título a la colección, lo que no es extraño porque los demás o son demasiado concretos o muy raros. Me ha gustado un montón esta reinterpretación de cierto motivo bíblico que ha sido la piedra angular de una buena porción de nuestra historia religiosa y artística. Hay un cierto detalle que, sin entrar para no desvelar el argumento, me recuerda a un manga de Go Nagai, el creador de Mazinger Z. En serio.

-Y él me espera
Relato que no me extrañó, pues sé que el autor ha hablado algunas veces de la muerte y no deja de ser algo universal. Me gusta especialmente cómo expone el hecho de que al fin y al cabo vivimos bajo la sombra de la muerte y es el origen de parte de nuestras insatisfacciones con el presente.

-Seré leyenda
¡Ya te vale, Santiago! El mundo declara la paz y a ti no te gusta sólo porque sea en un tono un poquito moñas. Digo yo que en tu casa, mejor no hablar de Mi pequeño poni, digamos… Ahora en serio, buena versión del clásico de Richard Matheson.

-El Becratosinok
Como licenciado en química, me hace cierta gracia que el título sea una amalgama de diversos compuestos químicos. O que el autor lo haya reinterpretado como tal, porque en los comentarios reconoce que ni él mismo recuerda cómo se le ocurrió.
Respecto al propio relato, debo reconocer que me ha parecido bastante confuso y caótico, como una reinterpretación arquitectónica de un relato lovecraftiano, lo que no me chocó mientras lo leía porque sé que el autor es seguidor de los blogs que denuncian la arquitectura satánica. Cuando luego en los comentarios leí que está basado en un sueño del propio autor, sólo puedo decirle que me alegro de que le haya sacado tanto partido. Ya me gustaría a mí respecto de algunos sueños míos...

-Éramos pocos y…
¡Quién me habría dicho que una frase hecha fuera el título de un relato tan inesperadamente divertido! Con un buen giro de guión, el autor desbarra con ganas sobre diversos tópicos de la ciencia-ficción. Curiosamente y a pesar de ser la puesta en papel de lo que empezó como una broma entre amigos, no deja de ser coherente dentro de su premisa y oye, tiene mérito.

-La puerta al fondo del pasillo
Muy parecido a La colmatación del vacío por concentrarse en la nada como elemento del pensamiento humano. No deja de ser la nada, como concepto filosófico, un tanto fascinante, pues está claro que si no es nada, no puede ser percibido ni ideado. Hay una sustancia llamada Vantablack que tiene la cualidad de ser el color más negro que existe, lo que hace imposible verlo bien y apreciar bien su relieve, por ejemplo. Pues algo así ocurre aquí: un tipo deja cerrada una puerta sin razón particular y empieza a crear supuestas razones, algunas muy fantásticas.

-Cicatriz
No podía faltar el relato que introdujera una lucha entre un racionalista y un creyente en historias paranormales. Al menos, aquí se nos presenta sin caer en ciertos tópicos odiosos que Hollywood ya se ha encargado de que salgan hasta en la maldita sopa que tanto odiaba Mafalda.

-Ellos gritaron mi nombre
El que más me ha gustado junto a Éramos pocos y… No entiendo que haya gente que le eche en cara al autor que en el relato no ocurra lo que ocurre en otras historias de ciencia-ficción y fantasía. El relato es perfectamente coherente y no se puede decir que deje hilos sueltos, con una ambigüedad que no sólo despista sino que da pie al lector para rellenar él mismo la historia. Muchas quejas de que los géneros caen en manierismos y, luego, protestas porque no se siguen dichos manierismos.

-El hedor
Un relatillo de zombies bastante más psicológico que la media y de desarrollo impactante. Y el autor ha hecho muy bien, porque hay que admitir que los zombies se han transformado en un género ya muy trillado y con las mismas historias una y otra vez. Hasta la propia saga de videojuegos Resident Evil se intentó desmarcar de los mismos, lo que ya fue llamativo.

-Betsy Brown
Como he dicho antes sobre Éramos pocos y…, ¡no me esperaba que un título tan vulgar escondiera un relato tan sorprendente! Aunque sin llegar al despiporre del otro no deja de ser atrevido dentro de la tradición del pesimista universo lovecraftiano.

C'est fini! Es decir, ¡s'acabó!

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Reseña de Het, de Santiago Bergantinhos.

Hace ya bastantes años que conocí al autor del libro que comento hoy, más conocido como SuperSantiEgo de La Realidad Estupefaciente. Fue una época en la que, conociendo ya la decepción que es el mercado laboral español, cambié de costumbres en una pequeña crisis a mis veintisiete años. En aquel entonces, a través de un blog llamado El cuchitril literario, que no sé si seguirá existiendo o no, conocí otros dos blogs de literatura (y otras cosas): Proyecto Seléucida (1) de Seleucus y el susodicho. No recuerdo a cuál de los dos conocí antes, pero sí creo que a uno lo conocí a través de los comentarios que dejaba en el blog del otro.

Sea como sea, sé quién es y que además Santiago Bergantinhos es escritor de relatos y novelas y ya he leído dos de sus obras en formato de libro electrónico. Dichas obras las habría comentado en Amazon, que fue donde las adquirí, pero el portal con nombre de legendario pueblo de guerreras tiene la curiosa (por no decir absurda) normativa de no permitir opiniones de lectores si no han gastado un mínimo de 50 euros. Condición que no cumplo, porque hasta hace poco desconfiaba mucho de comprar por Internet, aparte de que tampoco me resultaba imprescindible para proveerme de lo necesario y disfrutar de mis aficiones. Así pues, soy uno de los seres humanos que menos han gastado en Amazon pudiendo haberlo hecho.

Así pues, como acabo de leer la segunda de obras en castellano, quiero al menos dejar constancia aquí de qué me parecen, en mi querido blog. Para Het, que leí en 2014, hube de pedirle a un amigo que colgara mi opinión en la página de Amazon (veremos si algo similar hago con El hombre y su lágrima); pues por aquel entonces había abandonado mi primer blog, El tablero intelectual. Sin más preámbulos, allá va mi opinión.

A mí me ha gustado. Fin. ¡No, que es broma!

La inocente Clarita, siempre preocupada por la gramática, es el punto de partida de una exposición sobre el ser y la forma, de las diversas partes en que se divide el alma, de cómo lo que nos separa es al mismo tiempo aquello que nos da sentido y de una búsqueda largo tiempo antes emprendida.

Como novela erótica, es sobresaliente: no se hace aburrida ni reiterativa, y transmite los sentimientos de los personajes desde diversos puntos de vista. El sexo es aquí un sistema de conocimiento para los personajes, tanto de sí mismos, como de su prójimo. No es de extrañar, por tanto, que la ausencia de actividad sexual sea una muestra de dejadez intelectual. Es preciso decir que el nivel de lo expuesto es aproximado al del porno medianamente fuerte, pero en ningún caso cae en lo repugnante.

Como novela filosófica, aunque no soy precisamente el nuevo Wittgenstein, comprendí las discusiones, pues están insertadas perfectamente: si se ponen a hablar del superhombre, es por un motivo. Es curioso decir que se nombra a Nietzsche tanto para bien como para mal (no seré yo, sin embargo, quien ahonde en el tema).

El lenguaje merece especial mención, pues recrea con atención esmerada cierta sensación de alienación para el personaje epónimo Het y es poético: no pocas veces veremos repetida una metáfora para describir la misma acción o el mismo personaje, de un modo similar al epíteto épico. La puntuación es bastante liviana, lo que logra una descripción bastante fluida, en la que más de una decena de acciones se encadenan con la misma naturalidad como que durante un paseo no hacemos pausas, sino que caminamos continuamente.

Respecto a la historia, es una novela aparentemente realista, pero abunda en descripciones oníricas o imaginadas (como la orgía que tiene lugar a bordo del autobús). No obstante, es erróneo considerar que no importan: como en la filosofía, las ideas son las que importan, y en Het tanto da que un personaje obtenga una impresión de unos hechos objetivos o esté “alucinando”, si es el motivo de su acción. El teorema de Thomas, ni más ni menos, aunque presentado con mayor gracia.

Además, cada personaje simboliza (y a veces ironiza) algunas corrientes filosóficas. Ya la propia protagonista, Clarita, tiene la peculiaridad de haber nacido sin himen, lo que hace su acercamiento al sexo bastante ingenuo y viene a ser justo lo contrario a la Virgen María. Por tanto, hay dos niveles de lectura: una novela erótica con personajes inusualmente cultos, y debajo de esta capa una alegoría filosófica.

Es decir, que el autor realmente ha cumplido su misión: hacernos reflexionar sobre ciertos conceptos a través unos personajes que, en principio, sólo follan un montón. Asombroso y digno de elogio.

(1) Proyecto Seléucida en Singapur desde el momento en que Seleucus se trasladó a esta ciudad-estado.

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