(Antes de leer la siguiente entrada, quiero advertir al amable lector, si hubiera alguno, que la aproveché para resumir temas que iban a ocupar otras entradas, pero que no salieron a la luz entre mi pereza y mi falta de tiempo para llevar un blog. Esperemos que no se note demasiado, aunque no use el corta y pega en ningún momento)
Hará cosa de dos meses, vi por Twitter, entre hilos llenitos de bilis, a mi compinche Mario Domínguez Soler colgar este precioso vídeo. Véanlo, si les gusta un recopilatorio de las peores escenas de una serie malísima de dibujos animados japoneses de hace más de medio siglo.
Ya puestos, colguemos también el hilo de tuits.
Y así descubrí Chargeman Ken!, una sabrosa muestra de que, cuando un trabajo de ficción llega a ser lo suficientemente malo, llega a ser bueno. La serie es de hecho peor que la muestra recogida en el vídeo, y no sólo ya por esa animación lamentable, sino especialmente porque los guiones son tremendos. La vi completa, por cierto, en esta cuenta de YouTube.Nunca olvidemos los Clásicos Animados de ayer y hoy. https://t.co/CMwmsVvaNM— Mario Domínguez S (@mariods86) September 26, 2019
Yo siempre admitiré mi gusto por estos efectos visuales. ¡Más cuando están bien hechos!
Chargeman Ken! va, en resumidas cuentas, de un tal Ken Izumi, un joven superhéroe que se dedica a salvar al mundo de esa especie de alienígenas que aparecen en el vídeo. En el original japonés se llaman ジュラル星人, "juraru seijin", literalmente "seres humanos del astro Juraru", y en los subtítulos al inglés se los llama "Juralians". Pero como al fin y al cabo es una adaptación, prefiero llamarlos aquí "julais" porque, como pronto veremos, les va que ni pintado en su primera acepción de persona especialmente estúpida.
Como bien nos cuenta la canción de apertura, Ken es un Chargeman, que viene a ser que su cinturón tiene un receptor que le otorga sus superpoderes tan pronto como percibe una simple chispa de luz, en un ejemplo de lo que podría llegar a ser un óptimo aprovechamiento energético. Cada que se transforma, hace una voltereta hacia atrás, en un ejemplo de que hubo un tiempo en que no había una separación formal entre los sentai (Power Rangers y similares) y el manga, ni tampoco los bailecitos eran una exclusiva de las magical girls.
Por qué tiene Ken tales habilidades nunca es explicado, como tampoco cuáles son: en cierto capítulo Ken es telépata, lo que no deja de tener tomate porque luego nunca se entera de cuándo se le acerca un julai disfrazado. Es un caso claro de añadir poderes según convenga al argumento.
En nombre de los buenos guiones, ¡te castigaremos!
Ahora hablemos de los villanos, los julais, también víctimas de este guión cuyos detalles varían según le salga las narices al guionista de turno. Su apariencia física remite a los marcianos de La guerra de los mundos, descritos en la novela como una suerte de pulpos, y que en Japón todavía es uno de los tópicos del alienígena, como Koro-sensei.
Sus características están a medio camino entre los alienígenas y los seres sobrenaturales: no se reflejan en el espejo y en algunos capítulos se insinúa que a veces chupan sangre, como los vampiros. Asimismo, a veces se habla de sus manipulaciones en algún desafortunado terrícola como "hechizos" y su líder se llama "Rey de los demonios", el cual por cierto se me antoja parecido a Krusty el payaso, el ídolo de Bart Simpson.
¡Hola, niños! Hoy aprenderemos a conquistar el mundo aunque tus esbirros sean unos patanes.
No obstante, tienen naves y bases secretas y se identifican numéricamente, dando a entender que son creados en serie, dando de paso una justificación sobre por qué no se parecen a su jefe. Del guión se desprende que intentan emigrar a la Tierra porque su planeta de origen está devastado, aunque no queda claro si a consecuencia de acciones humanas o no. Lo que jamás queda claro, siendo más importante, es por qué se dedican a invadir el planeta con mil y un planes absurdos, más propios de una película de chistes que de un ataque alienígena serio. Otro momento de comedia involuntaria aparece cuando, en un capítulo, el anticipador de Krusty, en plena arenga a sus infortunadas tropas, asegura que están adelantados científicamente a los terrícolas medio milenio o algo así. Porque el espectador con memoria recuerda entonces que los julais intentan acabar con Ken y otros humanos mediante horcas y otros recursos propios de la Edad de Piedra. La cumbre del ridículo se alcanza cuando uno de sus propios bicharracos levanta el tentáculo y comenta que, sea así o no, él tiene la clara sensación de que Ken los está masacrando.
El escenario de la acción, el worldbuilding como lo llaman ahora los modernos, es el futuro, en concreto el año 2074 según la Wikipedia (debo admitir que no caigo en cuál capítulo lo comentan). Como es el caso de tantas obras de ciencia-ficción, el progreso tecnológico es increíble, con viajes espaciales, robots inteligentes y maravillas a cada paso. Lástima, eso sí, que los creadores de la serie descuidaran los detalles y jamás nos contaran algo ni demasiado original ni estable. Por ejemplo, en algunos capítulos se nos cuenta que la educación en este mundo moderno se da en un edificio con forma de torre, en la que cada piso más arriba es un nivel académico superior. Bueno, pues en un capítulo vemos a Ken salir de la escuela, y esta tiene un patio típico de escuela japonesa actual. ¿Dónde está la famosa torre? ¿O es que la torre tiene un patio al estilo actual? Como tenga que haber espacio para tantos alumnos, debe de ser tremendo el patio.
Por supuesto, y aunque los intentos infructuosos de invasión por parte de los julais son de conocimiento público, nadie ha tenido la buena idea en este mundo de poner espejos públicos que revelen inmediatamente al julai viendo que no se refleje, o como mínimo prevenir que circulen por ahí como si nada.
Los secundarios más estables son la propia familia de Ken, su maestra de escuela y un señor científico, quizás relacionado con los poderes del niño con vestido de color de yema de huevo. El padre va vestido de traje, a diferencia de otros trajes más futuristas, como su retoño, y en un capítulo lo llaman "sensei", que lo mismo puede ser médico, que maestro, que doctor, que vaya usted a saber qué. Algo será, viendo la choza donde que viven.
La madre es ama de casa y no sé si decir si esto es el machismo de la época, que aún esperaba fundamentalmente de la mujer que pensara en casarse, o el machismo japonés, que incluso hoy en día da muestras de lo que en España se llamaría carácter carpetovetónico. Dejémoslo en mitad y mitad.
Eso se nota especialmente en el trato dado a Caron, la hermanita de Ken, que está para que la secuestren y dar una imagen frívola de niña bien, aunque por lo general sea buena con su hermano.
Por último, tenemos a Barican, el simpático robot mascota de la familia, que está para hacer el ridículo y de tanto en tanto el héroe de modo bastante convincente, sea la verdad dicha. A pesar de todo, tengo para mí que es el menos estúpido de la trama, aunque tampoco era difícil viendo el poco nivel que tiene el resto.
Pero lo realmente chocante de Chargeman Ken! es la moral que desprende la historia: Ken no sólo mata a los julais cuando estos todavía conservan forma humana, que suele ser un tabú cuando el protagonista es un niño, sino que a veces se carga a las víctimas, como podemos ver en el vídeo con el trato que le da al pobre doctor Volta, al que sacrifica sólo porque en realidad era un robot con una bomba en la cabeza que suplantaba al verdadero doctor SIN SABER ESTO QUE ACABO DE DECIR. El capítulo que acabo de nombrar se llama en la versión en inglés Dynamite in the Brain, hermoso título sin lugar a dudas.
En otras ocasiones, se carga a los julais cuando están claramente huyendo, que también suele ser un tabú. Pero a mí el capítulo que más me ha sorprendido es ese en que un ingeniero, constructor de submarinos, se casa con una mujer que no tiene familia. La mujer, ni que decir tiene, resulta ser una espía julai, cosa que nuestro simpático Ken, listísimo cuando el argumento lo requiere, se huele desde el minuto 1. ¿Qué ocurre cuando Ken descubre el pastel? Que se carga a la mujer y a sus ayudantes sin pestañear. Al final del capítulo, el padre de Ken no tiene mejor idea que proponer al pobre viudo CASARSE DE NUEVO, a lo que este contesta riendo que no le apetecen más esposas julais.
Dejando a un lado el posible daño psicológico que hubiera sufrido cualquiera al saber que la mujer con la que iba a compartir su vida era una espía malvada que conspiraba contra la humanidad, tenemos el hecho de que este hombre disfrutó durante la noche de bodas de sexo alienígena. ¡Coño, como en Los Simpson! Entre que si el líder se parece a Krusty y esto, a ver si va a ser esta la serie que predijo a Los Simpson, al contrario de lo habitual.
Por eso, Homer votó a Kodos.
Por ello, la serie ha ganado infamia desde que fue publicada en DVD y algunos vídeos aparecieron en plataformas de Internet hace unos años, en una muestra de que algunas decisiones comerciales son arbitrarias. Pero como lado positivo, ha provocado que hayamos surgido seguidores enamorados precisamente de la cutrez del argumento. Al igual que The Room, de Tommy Wiseau, Chargeman Ken! se ha convertido en un clásico del mal gusto.
Pero, como soy así, hay que decir a favor de los creadores dos defensas: primero, que a lo mejor no fue un problema de mal trabajo, sino de mal método, que muchas veces se subestima. Los productos infantiles se hacían no pocas veces considerando a su público objetivo como retrasado mental. Segundo, que no esperarían ni de coña que en el futuro un grupo de adultos ociosos vieran su obra con tan mala uva. De hecho, en el hilo de Twitter que se muestra antes, es lo que el tuitero que responde al nombre de Red Bat explica.
Lo mejor es que se explica con la mediocridad y no hacerlo así a posta.— Red Bat (@Red_batX) 26 de septiembre de 2019
Es como Roberto Alcázar, cojo tópicos de aventuras, aún no está el género muy definido...
Y sale esto.
Esto sería como "vamos a hacer una serie infantil de sci-fi".
Que nosotros con la cultura audiovisual que tenemos hoy lo encontramos descojonante pero esto era LO NORMAL.— Red Bat (@Red_batX) 26 de septiembre de 2019
Aunque la verdad la vueltas de tuerca que tiene esto muy normales tampoco son.
Pues sí, para qué engañarnos. El propio concepto de "historia infantil" hasta cierto punto es reciente: la práctica totalidad de la literatura escrita antes del siglo XX estaba pensada para adultos o en el mejor de los casos para que también lo leyeran adultos. Aunque Stevenson y su Isla del tesoro fueron revolucionarios en ese sentido, todavía no estaba del todo claro qué elementos narrativos funcionaban mejor con los chavalines.Yo creo que es involuntario, no sé.— Red Bat (@Red_batX) 26 de septiembre de 2019
Que tengo un tebeo de Roberto Alcázar con Pedrín matando una oleada de gángsters con una gatling.
'Esto da gusto' dice.
Por otro lado, para mí lo realmente interesante de Chargeman Ken! es que pone en evidencia algo que algunas veces veo comentado por Internet: ese momento en que el "héroe" desencanta a la audiencia. Y aquí me voy a tomar cierto tiempo en explicarme, y además voy a adoptar un punto de vista histórico.
En los tiempos clásicos, los héroes eran simplemente personajes, a veces de poder descomunal, que iban por esos mundos realizando hazañas para aumentar su gloria, lo que muchas veces beneficiaba a la gente en general porque mataban a monstruos. Nótese que digo en general porque otras "hazañas" eran impresentables ahora, como raptar a muchachas o cosas que casi parece cómicas como robar vacas, si no fueran porque también mataban al dueño.
En otras ocasiones, el héroe no es que buscara su beneficio personal y le diera una higa el beneficio general que originaba, es que causaba tristeza y desolación. En uno de los relatos del Decamerón, nos cuentan la historia de Cimón, un tipo más bruto que un arado que, después de conocer a una muchacha bellísima, se enamora de ella y se instruye para no parecer un borrico a sus ojos. Pero la muchacha ha sido prometida a un tipo de Creta y allá la llevan en barco. ¿La solución de Cimón? Enrolar una tripulación pirata y atacar a la del primer barco hasta que sueltan a la chica. No obstante, no tiene suerte y llega mira tú por dónde hacia donde la llevaban, a Creta, donde los supervivientes del primer barco lo ven, dan la voz de alarma y lo pillan con sus compinches.
Los meten en prisión, claro, a pesar de las protestas del prometido de la muchacha, que exige sangre y allí se habrían quedado si no hubiera sido porque otro tipo se promete con otra muchacha, que era la que quería para sí el encargado de la prisión. Así que este libera a los reos y montan una carnicería de espanto en la boda. Al final, huyen, pero luego vuelven a salvo gracias a los tejemanejes de sus familias, que logran la paz. Ni palabra sobre los sentimientos de las dos muchachas, claro.
Tremendo, ¿eh? Recuerdo que cuando lo leí me impresionó profundamente, pero no nos equivoquemos: estos dos no pretender ser héroes benevolentes. Son egoístas, pero tampoco villanos: el daño que hacen es por un beneficio, no por un supuesto amor al mal. Tampoco la tripulación de Cimón pasa de ser lo propio del pirata.
Pues lo gracioso viene cuando argumentos muy similares se presentaban como heroicos en obras posteriores. Los piratas del Caribe, una película del 50 sin ninguna relación con Johnny Depp con rastas, nos pone el triste caso de un holandés que es encarcelado por la villanía del virreinato español. Por ello, se venga haciéndose pirata (lo esperabais, ¿a que sí?) y rapta a la prometida del virrey. Sí, tal cual. Como quien le roba hoy un lápiz a su enemigo para fastidiarlo. Por supuesto, con el tiempo la tía se enamora por él porque, bueno, el prota es el prota.
En otras palabras: no todas las historias épicas pueden contemplarse desde una óptica maniquea, que divide a buenos y malos en dos partes... y en algunas es directamente estúpido intentarlo, porque se acaba presentando como heroico un verdadero despropósito moral. Y muy especialmente, a veces una historia tiene un protagonista amoral, como el caso de Cimón narrado más arriba, o incluso inmoral, como en La naranja mecánica. Pero como se ve en el otro caso que comento, el maniqueísmo tiene una fuerza inusitada y hay una tendencia malísima en identificar al protagonista como el bueno sin pensarlo dos veces. Los propios autores de la obra son los primeros asombrados cuando comprueban que la gente no siempre entiende el punto malicioso de su historia...
Por supuesto, se podría alegar que algunos individuos tienen una moral diferente y es un hecho que diversas culturas alrededor del mundo no siempre coinciden en su jerarquía de valores... Pero no deja de sorprender cómo dos autores procedentes del mismo país y que trabajaron en la misma época puedan tratar el mismo hecho con sorprendentes diferencias, uno como un crimen imperdonable y el otro perdonando lo que en cualquier caso es un acto que daña a terceros.
Y es que habría que asumir ya que algunos autores no tienen muchos, ejem, miramientos morales, por decirlo finamente, y empezaron como uno más de esos lectores, espectadores, lo que sea, no muy perspicaces. Y si tienen éxito como autores, no es tanto por su conocimiento de la naturaleza humana o su agudeza artística sino por su capacidad de mimetizar lo que llevó a otros al éxito. De hecho, diría que el problema de algunos guiones empieza porque se mezclan elementos de obras de estilo amable con los procedentes de obras más cínicas y violentas. Así se explica el hecho de que los cómics de los 90, por ejemplo, fueran un sinfín de antihéroes ultraviolentos que reproducían la estructura narrativa y los mismos motivos argumentales de sus predecesores de las décadas anteriores.
Otro problema que veo muy criticado por las redes es el foco, por ejemplo destacar a un único protagonista cuando el argumento pretende mostrar trabajo en equipo. Tan contradictorio como vanidoso. Uno de los mejores contraejemplos que conozco es de un tebeo cuyo título coincide con el del héroe epónimo: El Eternauta, con guión de Héctor Germán Oesterheld y dibujo de Francisco Solano López. En este, el protagonista es el narrador de la historia y destaca especialmente por cómo alaba el esfuerzo ajeno. No es casualidad, pues el propio Oesterheld prefería al héroe que trabajaba en equipo.
Así pues, gracias Chargeman Ken! por existir y ser un ejemplo de todo lo que no se debe hacer. A veces es necesario tenerlos, como Dan Brown en la literatura.
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