domingo, 21 de febrero de 2021

Concrete. El epígono melancólico de La Cosa.

Como en casa ya reúno un enorme volumen de libros, varios de ellos tebeos, empleé cerca de un año en releer la mayoría de los mismos para hacer una criba de qué quería conservar y qué vender, regalar, tirar a la basura o, idealmente, buscar al autor para hacérselo comer. Idealmente.

Y así releyendo, quiso el buen destino que el mismo mes leyera Concrete, la serie entera que Norma publicara en un paquete de siete números a mitad de precio (49 euros, señores) y los números que tengo de la primera edición de Invencible de Aleta ediciones. Y he aquí que ambas lecturas, de tono muy diferente, resonaron y me hicieron pensar. Y ya que hacía tiempo que me apetecía hablar de Concrete, ¿qué mejor excusa?


Muy distintas, pero muy parecidas. Ya veremos por qué.

Concrete, dibujada y escrita por Paul Chadwick, trata de Ron Lightgow, un pobre tipo que, en pleno cámping con un amigo suyo para aliviar la pena de haberse divorciado, tiene la mala pata de que lo secuestran unos alienígenas y le ponen los sesos en un cuerpo como el de ellos, pero aquí he de decir que son de piedra.


Y en este punto, ya alguno dirá "Pues ya decía yo que el tal Concrete se parecía un huevo a La Cosa". Y sí, para qué engañarnos: Básicamente, Concrete es una lectura más melancólica del personaje de Marvel... Porque, mientras que a este se le conoce por su frase "Es la hora de las tortas":


A Concrete lo caracterizaría yo por el hecho de que es un escritor, con bastante cultura y enemigo de los conflictos, por lo que es mucho más diplomático. Después de escapar de los alienígenas, Concrete hace un trato con el gobierno para continuar su vida de un modo aceptable, que pasa por vivir aventuras, ayudar a gente humilde y por último meterse al activismo ecologista.


Por lo tanto, hay que decir que, como le señalé a alguien por Twitter hace tiempo, Concrete es un tebeo de un personaje con superpoderes que, no obstante, no va por esos mundos arreglando los follones ajenos a hostias. Si tuviera que adjudicarle un género, diría que está dentro de cierta ciencia-ficción dramática que podríamos denominar "problemas derivados de tener un cuerpo distinto", de la que El hombre invisible de H. G. Wells sería uno de los ejemplos más conocidos. Incluso tienen una contraparte realista en películas que se centran en discapacidades.

En líneas generales, a mí me gustó bastante: sus historietas son simpáticas y está muy bien narrado y dibujado, con tres personajes principales que se complementan muy bien. Una de las historietas que más me gusta es Criatura frágil, en la que Concrete colabora en el rodaje de una película, lo que me recuerda a La gran superproducción, de Superlópez.


Los personajes principales están bien definidos y son bastante lógicos: Maureen Vonnegut, una bióloga sin relación con el físico ni el escritor, quien se ocupa de monitorizar el estado físico de Concrete mientras aprende mucho de él, y Larry, un aspirante a escritor, que se ocupa de transcribir los pensamientos de Concrete, pues en su nuevo cuerpo no puede manejar objetos como un simple teclado de escribir sin romperlo. Esto es un reflejo de la vida real de gente dotada de un físico muy fuera de lo normal, como los jugadores de baloncesto al comprar ropa o una cama.

Ahora, un aspecto que me ha hecho reflexionar es una de las premisas y el modo en que está desarrollada: la de que Concrete es algo así como más realista que el tebeo de superhéroes al uso. Tanto en las introducciones del propio autor como en una historieta en concreto se desarrolla el tema, muy particularmente me llamó la atención la reflexión de que a Concrete no debería llamarle la atención el sexo si no tiene glándulas sexuales...


Nótese el cuadro encima de Concrete.

Pues dan ganas de decirle al señor Chadwick que para empezar todo es imposible. O como mínimo, muy, muy improbable, del orden de uno contra una cifra multigaláctica. Y empecemos por una fácil: admitiendo la posibilidad remota de que los alienígenas puedan meter un cerebro humano en un cuerpo tan raro, ¿cómo es que Concrete puede hablar en inglés de un modo hasta cierto comprensible? Porque su boca, como el resto de su cuerpo, es de piedra y tiene una temperatura de unos 200 grados centígrados, suficientes para asar un ave.


El lenguaje humano ha evolucionado en función de los órganos que componen la voz humana, esto es, en función de los dientes, la lengua, la garganta y las cuerdas vocales, al menos se me ocurren a mí y seguro que me quedo corto. Cualquiera de las lenguas que la humanidad ha hablado tiene que hablarse con esos órganos, lo que supone un condicionante, como se ve en el caso de las personas afectadas de trastornos en esos órganos. Que se lo pregunten a Sylvester Stallone, cuyas mandíbulas quedaron dañadas por el uso de unos fórceps durante su nacimiento y es uno de esos actores que más discusión dan en las polémicas sobre el doblaje.
 

Por supuesto, hay más factores: la presión atmosférica favorece qué fonemas prefiere un grupo de hablantes. Un misionero que dio una charla en mi colegio decía que en las lenguas de los Andes se prefieren las vocales, porque son más sonoras. También la alimentación parece haber influido en la evolución lingüística, como dicen aquí. En cualquier caso, influye el propio ambiente donde viven los hablantes. Lógico, por otro lado.

Pero he aquí que el señor Concrete tiene una boca en la que, como se ve en la viñeta anterior, se puede hacer un asado. Pues está claro que no puede tener ni una lengua, ni unos dientes, ni una garganta, ni ningún órgano humano, que es lo que da la posibilidad de hablar. No obstante, es capaz de hablar de un modo bastante comprensible, aunque supongo que con semejante cuerpazo el tono debe de ser más bien bajo y se menciona en una historieta. ¡Qué casualidad que esos alienígenas puedan reproducir la voz humana! Recordemos que en la Tierra, sólo ciertas familias de pájaros son capaces de reproducirla, aunque no entiendan lo que imitan.

Por supuesto, se puede alegar que los alienígenas adaptaron hasta cierto punto el cuerpo de Ron para que fuera capaz de reproducir la voz humana, ya que, como cuenta la bióloga Maureen, su cuerpo tiene dos sistemas circulatorios, uno de ellos para su cerebro humano. Pero es que la cosa no acaba ahí: las partes del cerebro se corresponden a las diversas partes del cuerpo. No sólo el humano, el cerebro evoluciona junto al resto del cuerpo de la especie: existen casos de pacientes a quienes se les ha transplantado partes del corazón de cerdos, por ejemplo, pero en ningún caso se podría poner el cerebro de un gato en el cuerpo de un perro, aunque el organismo del segundo no rechazara el primero. Y lo que vemos al principio de Concrete es el viejo tópico de trastocar el cerebro/la mente/la conciencia (o lo que sea) de un ser a otro... cosa que, hombre, pues lo más probable es que no funcionara...

Bueno, se puede pensar que en este caso, quizás por casualidades increíbles, los alienígenas son humanoides y hay insinuaciones de que son parcialmente artificiales. Hasta tienen cinco dedos en manos y pies... Pero es que al principio de la historia se nos dice que hacen lo mismo con los cerebros de animales, y resulta que son también funcionan... Algo falla.

Pero bueno, esto es un comentario aparte del autor. Como he dicho, el tebeo está muy bien. Al señor Chadwick no le apeteció crear el enésimo héroe grandote, que soluciona casi todo a hostias, un tópico que a veces merece el apelativo de "súper", como en el caso de La Cosa, Coloso y, cuando quiere, Hulk, y a veces no, como Goliath, el infatigable compañero del Capitán Trueno. Y los personajes son bastante verosímiles, con Maureen siendo una científica brillante muy convincente, a pesar del pasajero interés por una magufada.


Mientras tanto, en Invencible, todas estas consideraciones se lo pasan por el rábano. Y oye, pues bien. Obra de Robert Kirkman, más famoso por Los muertos vivientes (The Walking Dead, vamos), Invencible narra las desventuras, porque mayormente son eso, de Mark Grayson, hijo de Omni-man, el más poderoso superhéroe de la Tierra, a partir del momento en que empieza a manifestar los mismos poderes que su progenitor, un alienígena que cuela como humano pero del todo, ¿eh?


Pero del todo, tan cierto como que el sol da luz.

Mark empieza sus aventuras bastante ilusionado, con la idea de que es muy guay ser un superhéroe que empieza ya con una ventaja considerable, pues su padre le ha contado que él está en la Tierra como parte de un programa de plan para extender la armonía por todo el universo, mediante la mejora tecnológica de las civilizaciones existentes, obra de los viltrumitas del planeta Viltrum, quienes lo diseñaron hace milenios.

No obstante, resulta que no todo es de color de rosa. Bueno, ¡qué coño! De hecho, es todo una mierda: Los viltrumitas son una especie invasora de mundos y su padre era el encargado de llevarla a cabo en la Tierra, porque ya no daban abasto con tantos planetas nuevos que conquistar. Vamos, que no es Superman, sino Son Goku sin haberse dado el coscorrón que le quitó la malicia.


"Kakarot. Te llamas Kakarot."

Y sin ser subcontratados por algún Freezer, ellos llevan todo el negocio, en un claro ejemplo de emprendimiento a nivel galáctico.

 

¡Cuánto ha cambiado el cuento!

La historia prosigue con varios de los tópicos comunes a los superhéroes: enemigos cada vez más poderosos, gente con poderes rarísimos, y tipos que en un sótano inventan cyborgs de la leche y la gravedad artificial (estos ejemplos son literales). Y lo hace bastante bien, al menos al principio, por qué no decirlo. A mí particularmente me empieza a aburrir cuando se pone más "cósmico", pues, aunque sigue teniendo cualidades, hay tres cosas que me mosquean:

La primera es que cae en la temida lógica del enemigo todavía más poderoso que caracterizó a Dragon Ball, ya mencionada más arriba. Al principio, todo hay que decirlo, hay enemigos y aliados con extraños poderes, cuya utilidad es indudable. Después casi toda la acción evoluciona a clones de Superman sin los poderes energéticos de este, haciendo las peleas un montón de hostias a vuelo.

Sobre la segunda, nótese que he escrito "cósmico" entre comillas y me explico: la mayor parte de ficción cósmica, con naves espaciales y alienígenas de figura rocambolesca, son adaptaciones modernas de los viejos relatos en los que un tipo iba visitando islas raras en las que se encontraba sociedades, gentes o seres estrafalarios. Es algo que ya han comentado tanto aficionados como críticos y tiene un nombre en TV Tropes, El planeta de los sombreros, por un episodio de Star Trek. Es obvio: como llevaría mucho crear un planeta entero con diversas culturas, a todos sus habitantes se los define con una característica común, por lo que además comparten la misma cultura. La ambientación será cósmica, pero la atención de la audiencias sigue siendo mundana.

Respecto a la tercera, quizás sea personal. Parte de los logros de Invencible fue crear un elenco de secundarios bastante simpáticos, incluyendo a los villanos, pero por motivos que no comprendo, Kirkman se dedicó a destruirlos por razones incomprensibles. Y en su lugar puso a cierto secundario que... Bueno, mejor lo dejo ahí y no destripo el argumento.

Pero oye, el principio sigue estando bien y es muy dinámico, todo hay que decirlo, con buenos golpes de humor. Además, y durante el tiempo que esta puñetera entrada ha pasado en la reserva, le ha dado tiempo a tener una adaptación animada que promete todo lo que ya da el cómic.


Y ambos tebeos, en sus respectivos estilos, están bien... Y ahora toca la parte en que comento por qué sus lecturas han resonado. En ambos casos están relacionados con los prólogos, escritos por otros autores. En el caso de Concrete, las contraportadas recogen la afirmación de Harlan Ellison, autor de ciencia-ficción conocido (en parte por estar encantado consigo mismo), sobre Concrete como probablemente el mejor cómic publicado por cualquier editorial en cualquier sitio. El hecho de que Ellison aparezca en la mencionada historieta de la película puede ser la razón, pero creo que no es sólo eso.

En el de Invencible, tenemos un comentario general de que a varios de los prologuistas les gusta que sea un tebeo de superhéroes de toda la vida, y que de hecho se aleje de esos tebeos de superhéroes que "parece que se avergüencen de serlo". Y, acabando de leer Concrete, tuve la sospecha de que quizás esta censura se aplicaría al susodicho.

No obstante, creo que hay dos confusiones:

La primera es esa curiosa obsesión por el realismo, que Chadwick ha sabido evitar a pesar de sus comentarios. Hasta qué punto llegará, que incluso en los juegos de fantasía vemos dragones anatómicamente correctos. El dragón, emblema de la fantasía sin complejos, presentado de un modo análogo a una especie real... Pero nada de eso hace más realista el producto, lo hace... anatómicamente verosímil, en este caso. Y ya está. Porque eso no es realismo. Originalmente, se llamaba así a un estilo pictórico consistente en pintar a las figuras tales cuales se presentaban, sin adornos fantásticos, y se extendió para definir a las narraciones con características similares. En otras palabras, ceñirnos al mundo real lo máximo posible.

El problema de este término es que no todos percibimos la realidad del mismo modo y no sólo por cuestiones sociales o filosóficas: Tolstoi, que es uno de los pilares del realismo, era sinestésico y por lo visto veía la A (la letra cirílica, claro) de color rojo. Como tampoco creemos en lo mismo, en varias novelas realistas finiseculares se hace hincapié en el supuesto magnetismo animal, que en realidad era una superchería pseudocientífica de por aquel entonces. Huelga decir que las preferencias políticas pueden hacer que haya un sesgo en el rasgo moral de los personajes según el autor prefiera a Hobbes o a Kropotkin.

Aparte, hay otro problema: la frontera entre el realismo y otros géneros/puntos de vista es simplemente inexistente... Y a veces resulta paradójico qué se considera "no realista". Por poner un ejemplo fácil: los musicales. ¿Es realista que la gente exprese sus pensamientos en coreografías perfectamente calculadas? Extendiendo este razonamiento, ¿las narraciones poéticas son menos realistas? ¿Es menos realista La vida es sueño que, no sé, Tres sombreros de copa?

Esta obsesión nace de la idea de que el realismo sería inherentemente superior a otros estilos de narración, afirmación gratuita que a veces lleva a que la fantasía y la ciencia-ficción casi que tienen que pedir perdón por existir. Y el de los superhéroes es un subgénero que suele llevarse casi todas las críticas porque está a caballo entre ambos, aparte de razones que pueden ir de lo político hasta lo academicista.

En última instancia, los superhéroes no pueden ser realistas aunque los protagonistas vivan en países reales o incluso se intenten respetar las leyes naturales (tal como las entienda el autor, sea dicho). No obstante, ciertos autores han intentado hacer de los superhéroes algo que parezca "realista". No pocas veces, mediante un incremento de la violencia, cayendo en exactamente el mismo error del tremendismo, que fue precisamente una corriente del realismo consistente en escribir sólo historias truculentas.

La segunda es que no todas las historietas con gente con superpoderes tienen que caer en el concepto tradicional de los superhéroes, aunque sea uno impreciso. Sin alargar demasiado la definición, diría que son historias de confrontación entre personajes muy poderosos, contadas en varios medios, de las que una es el cómic o la animación, por varios autores, con una continuidad flotante muy leve, estos motivos las llevan a recrear sus orígenes una y otra vez, dando lugar a diversas continuidades. Están insertas en un universo de ficción compartido por otros personajes, normalmente creados por otros autores. A nadie debería molestarle que Concrete no siga la mayoría de motivos del género (sí cumple el tener dos orígenes), ni tampoco creo censurable que Invencible sí lo haga.

Debería ser sólo una cuestión de gustos. No una de definir qué es un tebeo bien hecho con unos baremos absurdamente rígidos.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Void. A Novel. Obra prima de Francesc Passani, "el Seleuco".

Hace ya un porrón de años, un poco más de diez, durante mis primeros años en el alienante desempleo y, creo recordar, poco antes de pasar por cursos de formación de la Junta de Andalucía que me causaron variadas impresiones, algunas de ellas un poco chungas, en la faceta internetera de mi vida cambié de aires. Hasta aquel entonces me moví mucho por Dreamers, particularmente por un foro llamado Manga a Gritos, cuyo lema era que se hablaba de todo menos de manga. Esto distaba de ser cierto, aunque es verdad que se hablaba de mucho más que de manga, como de todo tipo de tebeos, o de videojuegos, o de cine, e incluso literatura, sociedad o política. Con el tiempo, conforme los rigores académicos se incrementaron, paulatinamente dejé de ir por ahí y ya hubo un punto a partir del cual no volví, aunque mantuve ciertos contactos.

Fue por entonces cuando conocí a gente como el Señor Mostrenco y a varios de sus comentaristas: Ultrabukuku, McManus, Copépodo y Vanbrugh, el último de los cuales me llevó a Lansky de Periquitos Muertos, que a su vez me llevó a Miroslav Panciutti y otros que con el tiempo han dejado de actualizar. Durante ese tiempo, también conocí al autor de la novela que comento en esta entrada, aunque debo reconocer que se me escapa a través de quién lo hice. Tengo la impresión de que pudo ser a través de SuperSantiEgo, pues es colega del mencionado Copépodo, aunque tampoco descarto que fuera al revés, pues ambos comentaban con asiduidad en el blog del otro. Sí sé que por aquella época supe de la Fiera Literaria, de Lector Iracundo, y de otros blogs de literatura, aunque visité sólo los dos primeros con frecuencia.

Por aquel entonces aún usaba otro nick, que aún conservaría hasta años después, y andaba decaído de ánimo. La lectura de estos blogs me lo elevó, porque eran, y son los que aún siguen en pie, muy divertidos e interesantes. Diez años después, soy parcialmente cyborg por la arritmia y he trabajado durante algún tiempo. ¡Para que luego digan que no hay progreso!

Volviendo al tema, el blog de Francesc Passani, desaparecido en la actualidad, se llamaba El proyecto seléucida y lo firmaba con el nick de Seleucus (y un avatar de Godzilla), y tanto el título como el alias obedecían a que era traductor de griego moderno a español y catalán, aunque esta empresa pronto dejó de serle rentable y decidió emigrar a Singapur, donde ahora reside como profesor de español, y además se casó con una singapurense de etnia malaya. De todos modos, el blog era a su vez uno personal, fuertemente orientado hacia la literatura y con algunas pinceladas de filosofía, pues Francesc es licenciado en filosofía y se doctoró después de que lo conociera. Hace unos años vino a Sevilla y nos conocimos en persona, confirmando mi idea de que es un buen tipo y muy culto.

Y ahora hablemos de la novela, escrita directamente en inglés después de un suceso trágico que afectó a Francesc. Básicamente, Void trata de la vida en Singapur de Melpomene, una filóloga hispánica sinohispana que trabaja como profesora de español en una ficticia universidad singapurense de reciente cuño. Pero no le es nada fácil, porque la acosa el mismo hecho que motivó la creación de la novela, que hace que caiga de tanto en tanto en accesos de melancolía profunda, en los que se siente atrapada por la aparente futilidad de las cosas humanas, del vacío fundamental de la existencia que da nombre a la novela. Mientras, la protagonista analiza tanto la realidad inmediata como varios usos comunes pero absurdos, como la obsesión de algunos padres singapurenses por "educar" correctamente a sus hijos para que, desde pequeños, triunfen en todo o la palabrería de una influencer en Instagram.

La protagonista refleja varias de las opiniones y preferencias sociopolíticas del autor, aunque los detalles de su vida han sido construidos de modo verosímil, ya que Francesc no tiene ascendencia china hasta donde sé, aunque su madre vivió de niña en Italia. Como amigo suyo, no puedo decir que me haya sorprendido, y casi que me lo he tomado como lo que ahora han dado a llamar "un huevo de Pascua", recordando entradas del mencionado blog al leer uno u otro pasaje. De todos modos, cualquiera que se sienta a veces en un mundo frívolo, donde se valoran más las gansadas de un graciosete que confunde la gracia con hacer reír, disfrutará de las aceradas críticas de la protagonista.

La novela está repleta a referencias a obras literarias de diversos estilos, pero no perturba la comprensión de la misma y de hecho bien se pueden apuntar varias recomendaciones. Encajan naturalmente con las reflexiones de la protagonista, así como ayudan a explicar los escenarios de la trama, aparte de que la propia narración de la historia lo pone en relieve. Respecto a la narración, alterna bien los tiempos verbales y el punto de vista, hasta el punto de que algunos capítulos son funcionalmente relatos independientes dentro de la propia novela.

Otro de los elementos que más me ha gustado de la novela es la crítica ocasional a los "wokes", término con el que inicialmente se denominó al activismo antirracista estadounidense, pero que ha pasado, gracias a las deformaciones de las así llamadas redes sociales, a ser un grupúsculo de payasos con aires de comisarios políticos. Aunque ya he hablado de ellos alguna ve, aprovecho para repetirlo: los "despiertos" causan problemas por ser fundamentalmente unos necios que proyectan sobre el mundo cierta cosmovisión asquerosamente racista originaria de los EEUU, y así creen por ejemplo que el español no es una lengua de para blancos, sea lo que sea un blanco en primer lugar. Por si esto no fuera ya molesto, algunos estúpidos de fuera de EEUU les imitan los modos y, por ejemplo, el otro día leí a alguien que, durante el Siglo de Oro español, los BLANCOS molestaban a los judíos. Niveles de ignorancia abisales.

Personalmente, hay dos cosas que me han llamado la atención: aunque Francesc critica un poco cierto estilo de literatura posmodernista por ser demasiado críptica, su novela es claramente posmoderna, con el título de la novela siendo referenciado, e incluso una mención oblicua al propio autor. También hay que admitir que algunas características de la llamada literatura posmodernista ya se encuentran por ejemplo en El Quijote, con su protagonista siendo informado de la existencia de la primera parte o cuando leen El curioso impertinenete. Aparte, alguna que otra editorial le ha puesto peros a Francesc por detalles que, mientras leía la novela, no podía menos que pensar que no tenían nada de raro ni, aunque pretendan lo contrario, de malo. Se ve que los ya puñeteros "wokes" están haciéndose fuertes en algunos sectores...

En resumen, es una buena novela y está bien planteada y desde luego estaría bien que Francesc escribiera otra.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Resumen anual.

Siendo el caso que he dejado este blog sin actualizar desde finales del año pasado, el título de la entrada es correcto. ¡El año de la pandemia, amigos! De hecho, el aquí humilde escribiente estuvo en riesgo, pues mi compañero de trabajo (COMPARTÍAMOS EL MISMO PUESTO) se puso enfermo y hubo de ser ingresado, pero el A.H.E. no ha desarrollado síntomas. Le quedaron dudas de si aquel resfriado un pelín pesado de febrero fue un COVID suave, pero es dudoso, pues los efectos de esta enfermedad tampoco son tan leves, pudiendo causar la muerte.

Fuera del COVID, pues ha sido un año con alegrías y penas. El peor de los últimos fue la pérdida de un querido familiar, quien llevaba tiempo gravemente enfermo, y permítanme que lo deje aquí. En contrapartida, me alegra ver crecer a mi sobrino y se cumple ese tópico de que la vida sigue.

En asuntos que ya me atañen directamente, he perdido el trabajo, lo que supone una faena aunque ahora cobre el paro. Además, ocurrió en un momento durante el cual me estuve planteándome muy seriamente si cursar algún curso de informática, ya que tengo cierta maña para programar, aparte de que la cosa en química no se mueve mucho en mi ciudad. Siguiendo los consejos de mi hermana, me decanté por Ingeniería Informática en la UNED, que además tenía la ventaja de evitar pandemias.

No obstante, como cuando me decido por algo soy de ideas fijas, he acabado cursándola, y con todas sus asignaturas ya que, en el paro y con las actuales restricciones, tengo tiempo de sobras. Es hasta aconsejable, pues la verdad sea dicha, aunque el trabajo pueda ser a veces atosigante, el tiempo libre sin ocupaciones puede ser enloquecedor, o al menos un tanto descorazonador.

Debido a ello, aunque ya llevaba tiempo considerándolo, he eliminado los enlaces de los jueguecillos que hiciera hace tiempo. Más que nada, porque considero que eran absolutamente amateurs, o mejor dicho absolutamente mejorables en todos los aspectos. Esta acción forma parte de una limpieza general que empecé en agosto del año pasado, que particularmente se ha destacado por una relectura de mi colección de tebeos, que se continuó con la venta de tebeos que ya no quería o incluso con tirar los demasiados viejos a la basura, algo poco habitual en alguien de mi perfil de aficionado de toda la vida. También tengo planes de reformar parte del mobiliario, pues mi escritorio amenaza ruina, y muy probablemente esta criba continuará aún algún tiempo con novelas y antiguas revistas.

Aparte, desde tiempo antes de esta limpieza, empecé dos experimentos creativos, en uno intenté realizar una serie de relatos cortos ambientados en otro planeta, y otro que es una especie de guión. Y, a diferencia de otras incursiones del A.H.E. en la actividad artística, los resultados han sido bastante satisfactorios. Los relatos han gustado entre amigos y el guión ya tiene ya como quince episodios repartidos en dos partes.

Y eso es todo por esta entrada. Posiblemente actualizaré dentro de unos días con una o dos, y seguramente corregiré algunos detalles de algunas, como la de Chargeman Ken! y posteriormente a la época de exámenes ya veré si tengo ganas de actualizar. Puede que sí, ¡quién sabe! ¡Hale!

lunes, 23 de diciembre de 2019

Chargeman Ken! ¡Qué difícil es hacer un buen héroe!

(Antes de leer la siguiente entrada, quiero advertir al amable lector, si hubiera alguno, que la aproveché para resumir temas que iban a ocupar otras entradas, pero que no salieron a la luz entre mi pereza y mi falta de tiempo para llevar un blog. Esperemos que no se note demasiado, aunque no use el corta y pega en ningún momento)

Hará cosa de dos meses, vi por Twitter, entre hilos llenitos de bilis, a mi compinche Mario Domínguez Soler colgar este precioso vídeo. Véanlo, si les gusta un recopilatorio de las peores escenas de una serie malísima de dibujos animados japoneses de hace más de medio siglo.


Ya puestos, colguemos también el hilo de tuits.
Y así descubrí Chargeman Ken!, una sabrosa muestra de que, cuando un trabajo de ficción llega a ser lo suficientemente malo, llega a ser bueno. La serie es de hecho peor que la muestra recogida en el vídeo, y no sólo ya por esa animación lamentable, sino especialmente porque los guiones son tremendos. La vi  completa, por cierto, en esta cuenta de YouTube.

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Yo siempre admitiré mi gusto por estos efectos visuales. ¡Más cuando están bien hechos!

Chargeman Ken! va, en resumidas cuentas, de un tal Ken Izumi, un joven superhéroe que se dedica a salvar al mundo de esa especie de alienígenas que aparecen en el vídeo. En el original japonés se llaman ジュラル星人, "juraru seijin", literalmente "seres humanos del astro Juraru", y en los subtítulos al inglés se los llama "Juralians". Pero como al fin y al cabo es una adaptación, prefiero llamarlos aquí "julais" porque, como pronto veremos, les va que ni pintado en su primera acepción de persona especialmente estúpida.

Como bien nos cuenta la canción de apertura, Ken es un Chargeman, que viene a ser que su cinturón tiene un receptor que le otorga sus superpoderes tan pronto como percibe una simple chispa de luz, en un ejemplo de lo que podría llegar a ser un óptimo aprovechamiento energético. Cada que se transforma, hace una voltereta hacia atrás, en un ejemplo de que hubo un tiempo en que no había una separación formal entre los sentai (Power Rangers y similares) y el manga, ni tampoco los bailecitos eran una exclusiva de las magical girls.

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En nombre de los buenos guiones, ¡te castigaremos!

Por qué tiene Ken tales habilidades nunca es explicado, como tampoco cuáles son: en cierto capítulo Ken es telépata, lo que no deja de tener tomate porque luego nunca se entera de cuándo se le acerca un julai disfrazado. Es un caso claro de añadir poderes según convenga al argumento.

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Ahora hablemos de los villanos, los julais, también víctimas de este guión cuyos detalles varían según le salga las narices al guionista de turno. Su apariencia física remite a los marcianos de La guerra de los mundos, descritos en la novela como una suerte de pulpos, y que en Japón todavía es uno de los tópicos del alienígena, como Koro-sensei.

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Sus características están a medio camino entre los alienígenas y los seres sobrenaturales: no se reflejan en el espejo y en algunos capítulos se insinúa que a veces chupan sangre, como los vampiros. Asimismo, a veces se habla de sus manipulaciones en algún desafortunado terrícola como "hechizos" y su líder se llama "Rey de los demonios", el cual por cierto se me antoja parecido a Krusty el payaso, el ídolo de Bart Simpson.

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¡Hola, niños! Hoy aprenderemos a conquistar el mundo aunque tus esbirros sean unos patanes.

No obstante, tienen naves y bases secretas y se identifican numéricamente, dando a entender que son creados en serie, dando de paso una justificación sobre por qué no se parecen a su jefe. Del guión se desprende que intentan emigrar a la Tierra porque su planeta de origen está devastado, aunque no queda claro si a consecuencia de acciones humanas o no. Lo que jamás queda claro, siendo más importante, es por qué se dedican a invadir el planeta con mil y un planes absurdos, más propios de una película de chistes que de un ataque alienígena serio. Otro momento de comedia involuntaria aparece cuando, en un capítulo, el anticipador de Krusty, en plena arenga a sus infortunadas tropas, asegura que están adelantados científicamente a los terrícolas medio milenio o algo así. Porque el espectador con memoria recuerda entonces que los julais intentan acabar con Ken y otros humanos mediante horcas y otros recursos propios de la Edad de Piedra. La cumbre del ridículo se alcanza cuando uno de sus propios bicharracos levanta el tentáculo y comenta que, sea así o no, él tiene la clara sensación de que Ken los está masacrando.


El escenario de la acción, el worldbuilding como lo llaman ahora los modernos, es el futuro, en concreto el año 2074 según la Wikipedia (debo admitir que no caigo en cuál capítulo lo comentan). Como es el caso de tantas obras de ciencia-ficción, el progreso tecnológico es increíble, con viajes espaciales, robots inteligentes y maravillas a cada paso. Lástima, eso sí, que los creadores de la serie descuidaran los detalles y jamás nos contaran algo ni demasiado original ni estable. Por ejemplo, en algunos capítulos se nos cuenta que la educación en este mundo moderno se da en un edificio con forma de torre, en la que cada piso más arriba es un nivel académico superior. Bueno, pues en un capítulo vemos a Ken salir de la escuela, y esta tiene un patio típico de escuela japonesa actual. ¿Dónde está la famosa torre? ¿O es que la torre tiene un patio al estilo actual? Como tenga que haber espacio para tantos alumnos, debe de ser tremendo el patio.

Por supuesto, y aunque los intentos infructuosos de invasión por parte de los julais son de conocimiento público, nadie ha tenido la buena idea en este mundo de poner espejos públicos que revelen inmediatamente al julai viendo que no se refleje, o como mínimo prevenir que circulen por ahí como si nada.

Los secundarios más estables son la propia familia de Ken, su maestra de escuela y un señor científico, quizás relacionado con los poderes del niño con vestido de color de yema de huevo. El padre va vestido de traje, a diferencia de otros trajes más futuristas, como su retoño, y en un capítulo lo llaman "sensei", que lo mismo puede ser médico, que maestro, que doctor, que vaya usted a saber qué. Algo será, viendo la choza donde que viven.


La madre es ama de casa y no sé si decir si esto es el machismo de la época, que aún esperaba fundamentalmente de la mujer que pensara en casarse, o el machismo japonés, que incluso hoy en día da muestras de lo que en España se llamaría carácter carpetovetónico. Dejémoslo en mitad y mitad.

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Eso se nota especialmente en el trato dado a Caron, la hermanita de Ken, que está para que la secuestren y dar una imagen frívola de niña bien, aunque por lo general sea buena con su hermano.

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Por último, tenemos a Barican, el simpático robot mascota de la familia, que está para hacer el ridículo y de tanto en tanto el héroe de modo bastante convincente, sea la verdad dicha. A pesar de todo, tengo para mí que es el menos estúpido de la trama, aunque tampoco era difícil viendo el poco nivel que tiene el resto.

Pero lo realmente chocante de Chargeman Ken! es la moral que desprende la historia: Ken no sólo mata a los julais cuando estos todavía conservan forma humana, que suele ser un tabú cuando el protagonista es un niño, sino que a veces se carga a las víctimas, como podemos ver en el vídeo con el trato que le da al pobre doctor Volta, al que sacrifica sólo porque en realidad era un robot con una bomba en la cabeza que suplantaba al verdadero doctor SIN SABER ESTO QUE ACABO DE DECIR. El capítulo que acabo de nombrar se llama en la versión en inglés Dynamite in the Brain, hermoso título sin lugar a dudas.

En otras ocasiones, se carga a los julais cuando están claramente huyendo, que también suele ser un tabú. Pero a mí el capítulo que más me ha sorprendido es ese en que un ingeniero, constructor de submarinos, se casa con una mujer que no tiene familia. La mujer, ni que decir tiene, resulta ser una espía julai, cosa que nuestro simpático Ken, listísimo cuando el argumento lo requiere, se huele desde el minuto 1. ¿Qué ocurre cuando Ken descubre el pastel? Que se carga a la mujer y a sus ayudantes sin pestañear. Al final del capítulo, el padre de Ken no tiene mejor idea que proponer al pobre viudo CASARSE DE NUEVO, a lo que este contesta riendo que no le apetecen más esposas julais.

Dejando a un lado el posible daño psicológico que hubiera sufrido cualquiera al saber que la mujer con la que iba a compartir su vida era una espía malvada que conspiraba contra la humanidad, tenemos el hecho de que este hombre disfrutó durante la noche de bodas de sexo alienígena. ¡Coño, como en Los Simpson! Entre que si el líder se parece a Krusty y esto, a ver si va a ser esta la serie que predijo a Los Simpson, al contrario de lo habitual.

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Por eso, Homer votó a Kodos.

Por ello, la serie ha ganado infamia desde que fue publicada en DVD y algunos vídeos aparecieron en plataformas de Internet hace unos años, en una muestra de que algunas decisiones comerciales son arbitrarias. Pero como lado positivo, ha provocado que hayamos surgido seguidores enamorados precisamente de la cutrez del argumento. Al igual que The Room, de Tommy Wiseau, Chargeman Ken! se ha convertido en un clásico del mal gusto.

Pero, como soy así, hay que decir a favor de los creadores dos defensas: primero, que a lo mejor no fue un problema de mal trabajo, sino de mal método, que muchas veces se subestima. Los productos infantiles se hacían no pocas veces considerando a su público objetivo como retrasado mental. Segundo, que no esperarían ni de coña que en el futuro un grupo de adultos ociosos vieran su obra con tan mala uva. De hecho, en el hilo de Twitter que se muestra antes, es lo que el tuitero que responde al nombre de Red Bat explica.


Pues sí, para qué engañarnos. El propio concepto de "historia infantil" hasta cierto punto es reciente: la práctica totalidad de la literatura escrita antes del siglo XX estaba pensada para adultos o en el mejor de los casos para que también lo leyeran adultos. Aunque Stevenson y su Isla del tesoro fueron revolucionarios en ese sentido, todavía no estaba del todo claro qué elementos narrativos funcionaban mejor con los chavalines.

Por otro lado, para mí lo realmente interesante de Chargeman Ken! es que pone en evidencia algo que algunas veces veo comentado por Internet: ese momento en que el "héroe" desencanta a la audiencia. Y aquí me voy a tomar cierto tiempo en explicarme, y además voy a adoptar un punto de vista histórico.

En los tiempos clásicos, los héroes eran simplemente personajes, a veces de poder descomunal, que iban por esos mundos realizando hazañas para aumentar su gloria, lo que muchas veces beneficiaba a la gente en general porque mataban a monstruos. Nótese que digo en general porque otras "hazañas" eran impresentables ahora, como raptar a muchachas o cosas que casi parece cómicas como robar vacas, si no fueran porque también mataban al dueño.

En otras ocasiones, el héroe no es que buscara su beneficio personal y le diera una higa el beneficio general que originaba, es que causaba tristeza y desolación. En uno de los relatos del Decamerón, nos cuentan la historia de Cimón, un tipo más bruto que un arado que, después de conocer a una muchacha bellísima, se enamora de ella y se instruye para no parecer un borrico a sus ojos. Pero la muchacha ha sido prometida a un tipo de Creta y allá la llevan en barco. ¿La solución de Cimón? Enrolar una tripulación pirata y atacar a la del primer barco hasta que sueltan a la chica. No obstante, no tiene suerte y llega mira tú por dónde hacia donde la llevaban, a Creta, donde los supervivientes del primer barco lo ven, dan la voz de alarma y lo pillan con sus compinches.

Los meten en prisión, claro, a pesar de las protestas del prometido de la muchacha, que exige sangre y allí se habrían quedado si no hubiera sido porque otro tipo se promete con otra muchacha, que era la que quería para sí el encargado de la prisión. Así que este libera a los reos y montan una carnicería de espanto en la boda. Al final, huyen, pero luego vuelven a salvo gracias a los tejemanejes de sus familias, que logran la paz. Ni palabra sobre los sentimientos de las dos muchachas, claro.

Tremendo, ¿eh? Recuerdo que cuando lo leí me impresionó profundamente, pero no nos equivoquemos: estos dos no pretender ser héroes benevolentes. Son egoístas, pero tampoco villanos: el daño que hacen es por un beneficio, no por un supuesto amor al mal. Tampoco la tripulación de Cimón pasa de ser lo propio del pirata.

Pues lo gracioso viene cuando argumentos muy similares se presentaban como heroicos en obras posteriores. Los piratas del Caribe, una película del 50 sin ninguna relación con Johnny Depp con rastas, nos pone el triste caso de un holandés que es encarcelado por la villanía del virreinato español. Por ello, se venga haciéndose pirata (lo esperabais, ¿a que sí?) y rapta a la prometida del virrey. Sí, tal cual. Como quien le roba hoy un lápiz a su enemigo para fastidiarlo. Por supuesto, con el tiempo la tía se enamora por él porque, bueno, el prota es el prota.

En otras palabras: no todas las historias épicas pueden contemplarse desde una óptica maniquea, que divide a buenos y malos en dos partes... y en algunas es directamente estúpido intentarlo, porque se acaba presentando como heroico un verdadero despropósito moral. Y muy especialmente, a veces una historia tiene un protagonista amoral, como el caso de Cimón narrado más arriba, o incluso inmoral, como en La naranja mecánica. Pero como se ve en el otro caso que comento, el maniqueísmo tiene una fuerza inusitada y hay una tendencia malísima en identificar al protagonista como el bueno sin pensarlo dos veces. Los propios autores de la obra son los primeros asombrados cuando comprueban que la gente no siempre entiende el punto malicioso de su historia...

Por supuesto, se podría alegar que algunos individuos tienen una moral diferente y es un hecho que diversas culturas alrededor del mundo no siempre coinciden en su jerarquía de valores... Pero no deja de sorprender cómo dos autores procedentes del mismo país y que trabajaron en la misma época puedan tratar el mismo hecho con sorprendentes diferencias, uno como un crimen imperdonable y el otro perdonando lo que en cualquier caso es un acto que daña a terceros.

Y es que habría que asumir ya que algunos autores no tienen muchos, ejem, miramientos morales, por decirlo finamente, y empezaron como uno más de esos lectores, espectadores, lo que sea, no muy perspicaces. Y si tienen éxito como autores, no es tanto por su conocimiento de la naturaleza humana o su agudeza artística sino por su capacidad de mimetizar lo que llevó a otros al éxito. De hecho, diría que el problema de algunos guiones empieza porque se mezclan elementos de obras de estilo amable con los procedentes de obras más cínicas y violentas. Así se explica el hecho de que los cómics de los 90, por ejemplo, fueran un sinfín de antihéroes ultraviolentos que reproducían la estructura narrativa y los mismos motivos argumentales de sus predecesores de las décadas anteriores.

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Otro problema que veo muy criticado por las redes es el foco, por ejemplo destacar a un único protagonista cuando el argumento pretende mostrar trabajo en equipo. Tan contradictorio como vanidoso. Uno de los mejores contraejemplos que conozco es de un tebeo cuyo título coincide con el del héroe epónimo: El Eternauta, con guión de Héctor Germán Oesterheld y dibujo de Francisco Solano López. En este, el protagonista es el narrador de la historia y destaca especialmente por cómo alaba el esfuerzo ajeno. No es casualidad, pues el propio Oesterheld prefería al héroe que trabajaba en equipo.


Así pues, gracias Chargeman Ken! por existir y ser un ejemplo de todo lo que no se debe hacer. A veces es necesario tenerlos, como Dan Brown en la literatura.

domingo, 14 de julio de 2019

Gastón Elgafe y su influencia sobre Francisco Ibáñez.


Gastón Elgafe, previamente publicado en España como Tomás el Gafe, es un personaje legendario del cómic belga, en particular de Franquin, una de las cabezas más brillantes del mismo, que trabajó con esmero el personaje. Aunque formalmente empezó por el formato de tira de media página que acabó extendiéndose a una completa, Gastón nació como una coña interna de la revista Spirou: apareció un buen día por la redacción porque lo llamó "alguien", y se limitaba a hacer chistes en los bordes de legítimas páginas de los artículos de la revista, hasta que un interrogatorio por parte de los propios Spirou y Fantasio sacó en claro su nombre.

A partir de ahí, su despegue y popularidad nunca descendieron. Con tres tomos leídos, puedo decir que lo entiendo: las tiras son buenas y tienen personalidad cuarenta años después. El personaje es perfectamente coherente: Gastón es un hombre de carácter infantil, bienintencionado aunque a menudo catastrófico para los que se encuentran a su alrededor.

Entre sus aficiones está la música, con el gafófono siendo su contribución más sonora (¡JAJA!) a la disciplina artística. Además, es un avezado inventor, aunque tiene un problemilla: casi todos sus inventos acaban en desastre, así como sus contribuciones a la química. Por último, es un incansable amante de los animales, como se ve en la siguiente tira.


Ingeniosa, ¿eh?

Conocía Gastón Elgafe por motivos bastante polémicos: hace ya bastante tiempo, una web francesa muestra comparaciones de tiras de este tebeo belga con otras de El botones Sacarino, una de las tantas obras de Francisco Ibáñez. De este hecho se hizo eco ADLO! hace ya unos buenos años (pero no en un solo artículo), que además repitieron en el blog En todo el colodrillo. La página no oficial de Mortadelo y Filemón ha encontrado todavía más parecidos con otras obras de Franquin, entre otros autores franceses y belgas.

De hecho, una de las cosas que más me asombraron de la lectura de Gastón no es ya que en efecto las primeras tiras fueran a veces calcadas por Ibáñez, es que su lectura facilita la propia lectura de la obra de Ibáñez: leyendo Gastón, uno entiende por qué la mitad de la historias tratan de firmas de contratos que arruina la memez de turno de Sacarino, mientras que otra buena porción va de algún bicho que se trae el cabezón.

No obstante, Ibáñez a veces ha explicado que El botones Sacarino se basaba en él mismo, y hay que decir que es cierto que de joven trabajó de botones. Recuerdo que cuando hace algunos años hicieron una serie del personaje con actores de carne y hueso, cierto artículo rezaba que la obra de Ibáñez es "en parte autobiográfica". Es decir, que mientras Ibáñez trabajaba de botones, arruinaba continuamente contratos para su editorial y tenía que huir de manera cómica la mayoría de los días. ¡¡Y no lo echaron!! Ahora en serio, la tontería que tienen algunos con lo "autobiográfico" es digna de estudio.

¿Es esto tener mucha cara? No y quiero ser justo: ningún autor empieza de la nada. La tradición y las influencias externas determinan ya en buena medida qué primeros pasos seguirá como autor. Sólo cuando ya tiene experiencia es cuando empieza a ser original. En eso, Ibáñez no es algo inaudito ni vergonzoso. George Orwell se inspiró en la obra Nosotros para su famoso 1984 y hasta don Miguel de Cervantes no podría haber escrito el Quijote si no hubiera puesto sus ojos en la novela griega La vida de Esopo, que trata de un filósofo algo chalado y su sensato esclavo, quien por lo visto lo saca de bastantes líos. La propia página en francés cita una declaración de Franquin quitándole hierro al asunto.

Además, los verdaderos responsables de esta decisión fueron muy posiblemente los jefazos de Bruguera: le pusieron delante tiras de Gastón Elgafe y le ordenaron "Cópielas lo mejor posible. ¡Rápido!". Y a Ibáñez no le quedó otro remedio sino obedecer. Otra cosa, ya más sospechosa, es el hecho de que años después siguiera con las mismas tácticas, bien que más ocasionalmente. Tampoco es desconocido que un autor de cómic plagie sólo una viñeta o una secuencia de las mismas, práctica que en el ya citado ADLO! llaman "taquiones" por una escena de Watchmen.

                                         

El problema con el caso de Ibáñez viene con lo que podríamos denominar el efecto Bruguera: básicamente, durante casi década y media, una buena porción del sector editorial cayó en manos de quienes sólo querían continuar el efecto Mortadelo. Y se reveló imposible, claro, y no sólo por la creciente influencia del manganime, pero la peor consecuencia fue que en esa época se ignoró cualquier posibilidad de hacer tebeo patrio algo más maduro. Hubo cosas, como Superlópez y algunas de sus historias sociales (aunque empezara siendo una parodia) y quién puede olvidar a Carlos Giménez.

Por si esto fuera poco, Bruguera acabó transformándose en uno de esos famosos símbolos generacionales por los que todo el mundo siente nostalgia, vaya a usted saber por qué, porque la realidad es que era una compañía que, además de lo anterior, para colmo podía competir por su ética laboral con las de los tiempos de Roma, cuyos empleados eran esclavos. Esta nostalgia ha aumentado la imagen de Ibáñez como viejo entrañable todavía más, pues al buen señor no le faltan méritos: dicen que es un tío afable y se hace querer, aunque es la hostia de reservado.

Pero la verdad, siendo honesto, es que a veces chochea. En una entrevista que le hicieron ya hace cosa de medio año en la SER, declara sin ambages que la labor del entitador es poca cosa. No sé, señor Ibáñez, el entitador es bastante importante en la industria americana, por ejemplo, donde a veces aparece en la portada. Por supuesto, nada tendría en contra de la afirmación de Ibáñez si supiera respaldarla con argumentos, pero es que se justifica en la propia Bruguera, donde el entintado lo hacían loe últimos monos (bueno, dice muchas cosas, porque Ibáñez habla el triple de rápido que un ser humano corriente).

A ver, señor Ibáñez: en el peor de los casos, todo lo que eso demuestra es que en Bruguera, como han dicho cientos de expertos en la historia del cómic español antes, no se trabajaba bien. El entintado no tiene por qué ser una labor innecesaria sólo porque fuera algo así como un puesto para pringaos en Bruguera. Lo que haría el entintado una mala tarea es que en casi todas las editoriales del mundo se practicara del mismo modo, pero parece que no. Ni siquiera ya en España es así.

Y esto me hace pensar en una frase que siempre me ha gustado mucho y que dice que, si bien algunos han pasado por la universidad, la universidad no ha pasado por ellos. Pues en el caso de Francisco Ibáñez, no sólo él pasó por Bruguera, sino que Bruguera pasó por él. Además, anquilosarse parece frecuente entre autores que se pasan años haciendo el mismo tipo de obra hasta el punto de que las hacen en modo automático, por así decirlo. Charles Schulz pasó sus últimos años con fama de cascarrabias y Rumiko Takahashi tampoco ha destacado desde Ranma 1/2 por hacer algo realmente innovador (sin meterme a juzgar la calidad de sus últimas obras).

Mi amigo, compinche y, tengo cada vez mayor certeza, persona con la que comparto medio cerebro Mario Domínguez Soler también ha manifestado su opinión particular al respecto (se puede leer la conversación entera en otra página).



Su opinión abunda en la mía del síndrome de encasillamiento, de la nefasta influencia de la editorial, con además una comparativa con otros autores de Brugera. Coincido con él en que, si bien Ibáñez es bueno, es más que trabajó como un esclavo lo que le dio finalmente la fama, amén de la obvia suerte. Otros autores tenían otras cualidades, pero él tenía esa, que era la más valiosa para una editorial como Bruguera.

Si proseguiéramos la comparación con las tiras de Gastón, se me hace obvio que Ibáñez supo trabajar mejor los dúos: Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, el propio botones Sacarino interacciona especialmente con el director de El aullido vespertino. Su personaje en solitario más famoso es el más personal (y difícil de traducir), Rompetechos, cegato como él. Aunque desde luego volvió a cometer algún desliz, este se reduce a una escena y luego sigue coherentemente con el tema. Es posible que alguna obra como El sulfato atómico tenga ya la sospecha sobre todo el conjunto, como indican en En todo el colodrillo, pero diría que en líneas generales, aprendió por sí mismo a evitar esos errores.

Otra cosa es que, como ya he dicho, su estilo se haya quedado estancado y a veces haya dado productos como aquel tebeo en que salían el Capitán Trueno y sus cuates en lo que, tengo entendido, fue un festival de la vergüenza ajena. Charles Schulz y Rumiko sí han superado la prueba de repetirse con mayor acierto, porque tienen ambos otras cualidades como, respectivamente, la rapidez del gag y el dibujo que han sabido mejorar aunque el paquete sea más o menos el mismo.

Bueno, ni siquiera me hace falta salir de España: Superlópez ha ofrecido historietas largas graciosas, con muchísimos gags, en los que no se pierde en ningún momento el argumento principal. Hasta el propio Vázquez, rey de las tiras cortas y de reducir el chiste a una viñeta, fue capaz de crear una historieta larga, Agente del fisco, en la que el humor rápido y efectista no dañaba el argumento principal.

Por eso, tampoco puedo terminar la entrada sin decir que me parecen absurdos los intentos de los participantes del debate con Ibáñez en que intentan poco menos que sonsacarle que él es un autor político y social. No es eso ni de coña, y aquí hay que decir que el aludido se quita de encima semejantes atribuciones con bastante humildad, para lo que estamos acostumbrados a ver en según qué entrevistas que en mi opinión, tan sujeta al error como la de cualquiera, casi entran en la categoría de sexo oral. Sacar a un personaje de actualidad y ridiculizarlo de cualquier manera no hace a una obra social o política, aunque sea un mantra bastante extendido entre periodistas y otros seres llenos de pendatería.

En conclusión, a Ibáñez le ha acabado pasando lo mismo que a otros: ha acabado siendo esclavo de sí mismo y de cierta imagen que se ha creado.

P.D: Esta entrada ha pasado casi medio año como borrador, siendo editada de tanto en tanto. Aunque la he repasado, es posible que su irregular composición se haya notado durante la lectura. Si así ha sido el caso, lamento el hecho.

What happened with old pal Capolanda?

Well, it has been long. I updated the blog at the end of last year, but not for English readers. As I told on my last post, I got this job, that I still hold, and I still need the money. While I have left aside my personal programming, at the least it has helped to me to acquire some practical discipline and experience on a professional level.

And then, I almost died. Relax, it was just "almost". Basically, my heart had a congenital disorder that caused me an episode of arrythmia, a circumstance that has been my most painful experience ever, on the 2nd of December. At first, I thought I was having a heart failure, and after I warned my mother, we called emergency services. While I waited, I spent very, very bad moments. Finally, the ambulance arrived and they took me to the hospital. There I got various injections that caused me to vomit, which finally ceased the episode. And I spent the next three weeks and a half in the hospital.

Maybe some readers may thank me if I comment that, in Spain, health care is heavily taxed (social insurance, in other words) and I didn't have to pay a penny for this long internment (except what I have paid on taxes, of course). But, as a drawback, wait times can be eternal. I wasn't exactly sick, but rather at risk of suffering other attack that cold have led me to my grave. So, I needed to be performed a cardiac catheterization, where you take a very thin tube to heal people without having to cut their flesh. But, unluckily for me, the 6th and the 8th of December, both feasts in Spain, made a kind of holiday week last year, so it was the worst time to expect things to be done fast. So, I had to wait for a week for this operation, every second outside the shower with a telemetry to check I didn't suffer other attack.

Results? Half good. Although a vessel susceptible to cause tachycardia was indeed found and burnt (the medical team checked it because they artifically caused it), the same case of arrythmy that sent me to the hospital couldn't be reproduced. So, doctors suggested me to get an implantable cardioverter-defibrillator (ICD), and my bad luck wanted that there were reforms to install new material in the hospital that stopped me from having an MRI.

Why? Because in the future, the ICD, as it has a magnetic field, will interfere in the case I need one. So, I had to wait again, for a week and a half this time. Aside from being convalescent, I was pretty impatient at the start, but I resigned to my fate. Finally, I had the MRI and, finally lucky, I was implanted the ICD the next day. It was a short operation, but I spent that whole morning sleeping and I don't remember anything after I lay down on the operation table.

But I still had to spend even Christmas in the hospital and I didn't come back at home until the 26th. As you guess, I was on sick leave and I still spent the first month of this year resting. So, I am now a cyborg, but not of the cool kind from science-fiction, but actually weaker than the common man. Here you have some x-rays of various ICDs inside of people's thorax. Also, I have had to get used to this lump under my left armpit and to the fact that it keeps the object that could save my life under my flesh.

But, you see, you sometimes get over it. I had to admit that I have a chronic illness after a lifetime of not having anything remotely dangerous. I need medication, but as I have already mentioned, taxes help a lot and I only have to pay a small fraction of a cost that was initially low to start with. Once again, thanks to social insurance I received a communicator that sends periodically information of how my ICD and my heart are doing, along with a neat user's guide.

And still, I am happy that my only weakness is an equipment by electromagnetic induction, I could have died or become pretty crippled. So, after returning to work, I just continued living. By the way, we are testing this new schedule that will give us more free afternoons, so I think I can return to my personal projects.

But that will have to wait, because there are other things that will come down. Bye!