jueves, 22 de febrero de 2018

Por qué me gustan las obras de Rumiko Takahashi (y 3).

8- No hay que obsesionarse con ser el más fuerte

Ya se nota en el anterior punto, pero creo que ya he repartido suficientes latigazos entre los fans más pesados de Juego de Tronos y de Harry Potter, así que voy a repartirlos ahora entre los seguidores de los clones de Dragon Ball, que los veo demasiado tranquilos. Una de las peores derivas de las historias actuales de hostias es la obsesión por subir de nivel, muchas veces acompañada de transformaciones cada vez más estrafalarias.

Pues tanto en Urusei Yatsura como en Ranma 1/2 no pasa nada si no eres el más fuerte. De hecho, esa actitud es parodiada. En el caso de Ranma 1/2, el único obseso con ser el más fuerte es el personaje que en la edición española se llamó Panti Bonico (¡La traducción era la hostia!). Y el chavalote, con tal de conseguirlo, llega a transformarse en ESTO:


Indudablemente, es el Chojin (sólo aquellos que sepan algo de Urotsukidoji pillarán la gracia).

En el caso de Urusei Yatsura, la más fuerte a puñetazo limpio es probablemente esta moza, Asuka Mizunokoji:

Pero la misma educación que la ha hecho sobrehumana, combinada con un desgraciado encuentro con Ataru, la ha hecho sentirse absolutamente aterrorizada de cualquier varón.


Mala combinación.

O no, espera... Sí, ahora lo recuerdo bien: su madre era aún más fuerte... Pero su única expresión facial es una sonrisa y sólo encuentra atractivos a individuos similares a su marido.


En contraste, el resto de personajes gana sus batallas de rigor con esfuerzo, ingenio y arrojo (y algunos huesos rotos). Pero su verdadero valor está en que, como héroes, se enfrentan a lo imposible. No necesitan tomar una bebida venenosa ni tener un misterioso linaje lleno de gente que era medio mono. En cierta ocasión Ranma fue capaz de derrotar a cuatro poderosos rivales estando bajo los efectos de una maldición que le había condenado a tener la fuerza de un recién nacido.


También es justo reconocer que Ranma se caracteriza por la rapidez.

Y en cierta ocasión en que Lamu fue secuestrada mientras estaba desprovista de sus poderes, dio una guerra increíble a los captores.


¡Duro con esos mamones!

Así que no, no es necesario estar buscando continuamente enemigos cada vez más duros para darle emoción a la trama (que luego cae por ciertos tópicos mil veces vistos).

9- El entorno importa.

Una de las peores sinergias entre la obra más conocida de Akira Toriyama, Dragon Ball, y los juegos de lucha fue la obsesión por reducir toda la acción de los mangas de acción a dos tíos ahostiándose. El entorno nunca influye para nada... Excepto si se da la tontería de luchar en un ring, que entonces caer del mismo supone la derrota.


¡Quién habría dicho que sería imitado hasta la náusea...!

Aunque eso sólo fue el caso mientras Dragon Ball no fue Z. Cuando todo quisque aprendió a volar, a luchar entre las nubes. Si no me equivoco, la última vez que el entorno tuvo importancia fue durante el arco de los androides.


No se preocupen, se salvó.

Pero no deja de ser una señal de lo reiterativo que se ha vuelto el género el hecho de que en los últimos años casi todas las luchas hayan transcurrido en terrenos desérticos dejados de la mano de Dios o, como dicen en mi casa, que queda a tomar por culo. Sería muy largo de explicar con detalle aquí, no obstante.

En cualquier caso, en la obras de Takahashi no es raro que el entorno influya en el transcurso de la acción. Se nota menos en Urusei Yatsura, menos centrada en peleas, pero ahí van sendos ejemplos de Ranma 1/2 e Inu-Yasha.



10- Los putos harenes

Y acabemos con una crítica a cierto subgénero de manga (otro día, ya con más tiempo, criticaremos el hecho de que el manga se esté transformando en un conjunto de nichos con menos aire fresco que una tumba faraónica) que se caracteriza por un chico rodeado por un harén, llamado por lo general "harem". Alguien podría decir que Ranma 1/2 es un precursor del "harem" porque el chaval tiene, involuntariamente, cuatro "novias". También se le podría achacar a Urusei Yatsura con razón que hay un exceso de tías buenas.

Pero lo cierto es que ambas obras dan a entender que ser mujeriego es un problema. No hablemos ya de intentar tener un harén. Fijémonos cuando Ataru comprendió que un harén es un emprendimiento económico de elevada dificultad (mi coach estilístico me ha aconsejado esa expresión en vez de "caro de cojones").


La vida está muy cara, Ataru (y si mantenéis a quince entre tú y Lamu, ni te cuento).

Ranma, por su parte, no tuvo la menor intención de tener un harén, pero por una serie de extrañas circunstancias se ha visto en medio de uno y se come todos los problemas que le trae.


Fijémonos en los amigos de Ranma.

En el primer punto comentábamos que Takahashi se reía del sexismo y era inevitable que saliera el tema del concubinato en un país en que la poliginia era lo más normal y que aún hay sorpresas entre sus jerifaltes... Pero, y como ha ocurrido con algunos seguidores de la ciencia-ficción a quienes molesta el tono político de algunas obras, resulta que algún antiguo lector despistado, autor de manga en la actualidad, no captó en absoluto este mensaje.

He perdido ya la cuenta del número de personajes, supermolones o pardillos integrales, que, mira tu por dónde, acaban rodeados de un montón de mozas que caen rendidas a sus pies, claro está. Y encima son guapas y molonas, claro está. Como los amigos de Ranma, los creadores de estos guiones no han pillado que el ser acosado por tías superfuertes sólo te enviará al hospital o te dejará sin casa (sí, también le pasó).

Pero lo más sucio es el recurso, propio de guionistas que en el fondo no son sino unos patanes para todo, de rematar la chorrada añadiendo a un pobre imbécil feúcho para que sea amigo del prota y establezca claramente quién debe ser el macho alfa.

Y con esto, finalizo esta serie de entradas. Quizás podría añadir más puntos, pero creo con diez hay un buen número, muy redondo.

P.D: Todas las imágenes proceden de KissManga.

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