miércoles, 21 de febrero de 2018

Por qué me gustan las obras de Rumiko Takahashi (2).

5- Se expone el problema del choque de culturas y se valoran positivamente los intercambios

Lamu es una alienígena que, hasta cierto punto, es una representación humorística de la imagen que se tiene en Japón de ciertas estadounidenses: tiene el pelo de color raro (léase, distinto al negro o marrón muy oscuro), sus ojos son azules, es paliducha comparada con el resto de personajes y va casi todo el día en pelota picada. No sorprende que varias de sus costumbres parezcan rarísimas a ojos japoneses: la invasión de la Tierra se apostó en un enfrentamiento al pilla-pilla, su concepto de la moda suele consistir en cualquier motivo atigrado y cocina con más cacharros que una factoría siderúrgica. A nivel biológico también se las trae: no tiene frío aunque haya nevado, vuela, su bebida favorita es el tabasco (sí, he dicho tabasco), lanza descargas eléctricas y se emborracha con ciruelas confitadas.

Pero, una vez más, no es sólo fantasía: las costumbres de otros lares siempre resultan rarísimas. Su cocina nos puede parecer extraña. Ellos mismos pueden tener una apariencia muy peculiar. Y hay que entender que lo contrario es asimismo cierto: para ellos nosotros somos los raros, y no me refiero a una película bastante extravagante del 2007. Como aquella vez en que Ataru se bebió el colirio de Lamu y le pareció un zumo delicioso.

En el caso de Ranma 1/2, son Shampoo y el resto de personajes chinos los raros... Su representación es algo más negativa porque varios de ellos suelen ser el antagonista del arco de turno, pero como dije en un punto anterior, ninguno es un villano adimensional. De todos modos, ¿qué se puede hacer cuando encuentras a alguien cuyas costumbres son absolutamente diferentes a las tuyas? Pues introducirlo y ver si le gustan.

Y he aquí la sorpresa: esto debe de estar escociendo entre cierto grupo de americanos, afincados en la "izquierda", quienes ven como anatema que se compartan cosas entre culturas. Sí, en serio. Y todo parte, cómo no, de estos iluminados que se creen que todo en la vida se puede explicar mediante tuits y entradas de Tumblr. Pero quizás sea mejor que empiece explicando cierto concepto: apropiación cultural.

Este concepto intentaba definir las malas actitudes que dentro de una sociedad la cultura dominante puede tener hacia las minoritarias: una mezcla de arrogancia y de hacer de estas últimas un divertimento "étnico" (la palabra "étnico" debería estar en la basura, porque con franqueza no significa absolutamente nada). En la práctica, el concepto ha venido bien para denunciar hechos como vender vaqueros con la marca de "verdadera confección india", cuando tienen de eso lo que yo de bogomilo búlgaro.

Por supuesto, hay problemas, tres en concreto. Primero, como ocurre en realidad con casi cualquier concepto académico, la apropiación cultural es más difícil de identificar en casos complejos. Segundo, a veces se confunden los síntomas con la enfermedad. El hecho de que en el pasado algún berzotas se haya disfrazado con kimono para interpretar el repugnante estereotipo de un "chino", no implica necesariamente que cualquier no japonés tenga las mismas intenciones si se pone uno.


Además, cabrearse con una niña es el colmo del espíritu inquisitorial disfrazado de "justicia social".

El tercero es, ironías de la vida, una barrera cultural: el término "apropiación cultural" se emplea a mansalva en Estados Unidos y está influido por la cosmovisión americana, tan incompleta como otras, pero que al trasladarse a otras latitudes y longitudes da resultados esperpénticos. En América, hubo una segregación cultural fortísima, cuyos restos son todos esos discursos sobre las raíces, pero aquí en Europa imperó la actitud de "Me gusta esto, voy a copiarlo". Sólo en el caso español:

-El flamenco es de origen gitano.
-La religión es de origen beduino.
-La mayoría de nuestros idiomas son de origen latino.
-El vocabulario está especialmente influido por el árabe.
-Ciertas instituciones sociales proceden de las sociedades germánicas.

Dejémoslo ahí. En cualquier caso, algunos americanos parecen creer que todo elemento cultural tiene un carácter "étnico" fácilmente etiquetable (y he aquí la principal razón del odio que siento por la palabra). Ridículo ya de por sí, pero todavía peor cuando uno se da cuenta de que en América andan convencidos de que las etnias tienen que tener un color determinado... o que para aprender una lengua tienes que descender de los hablantes de esa lengua.


Un idiota de Internet le dice a alguien qué hacer con su vida. ¡Sorpresa!

En el boceto del texto original me extendía con cierto ejemplo bastante ridículo que ocurrió hace unos meses, pero prefiero abstenerme, entre otras razones porque casi, casi que me transformé en un escritor cipotudo. Sólo diré que tenemos ejemplos todos los días, desde gente diciéndoles a los japoneses que deben cabrearse con la adaptación de Hollywood de un manga hasta afroamericanos a quienes les cabrea que los egipcios no fueran tan negros como les han enseñado en ciertas universidades repletas de pseudoexpertos.

Así que para acabar y darle matarile a la cuestión, ¿es integradora Harry Potter? ¡¡Y una leche!! Hasta los propios fans de la saga admiten, bien con reservas, bien admitiendo la comicidad involuntaria, que los libros basan todo su encanto en que los magos son muy listos y los demás medio gilipollas. Habrá quien intente decir que se aborda el tema del genocidio que pretende Voldemort, pero no quita que el paternalismo del odioso niño inglés y sus compis de colegio sea para enviarlos a tomar por saco.

De Juego de Tronos ni hablo, pues se da a entender que ese mundo se constituyó tal cual es, sin comentar demasiado en intercambios culturales... De hecho, casi cualquier extranjero es un salvaje o un zombi.

6- El día a día es lo más importante

Nunca ha sido raro en la historia de la literatura, llámenla los críticos juvenil o no, centrarse en la épica. Sí lo ha sido el aparente desprecio que cierta literatura juvenil reciente le ha cogido a la cotidianidad. Ya he perdido la cuenta de los héroes que al principio viven en tugurios donde no se los quiere o eran poco menos que el tonto del que se ríen todos hasta que una situación peligrosa revela su verdadero heroísmo. Y dicha situación peligrosa suele ser, no acabo de entender cómo, una amenaza mundial. Ese es el caso cuando el héroe es (supuestamente) alguien corriente y moliente, a veces los héroes no empiezan en la casilla de la cotidianidad porque son gente guapa: nobles y otros gandules por el estilo.

Harry Potter se encuadra claramente en el primer modelo, mientras que en Juego de Tronos la gente corriente y moliente, alejada de las "grandes intrigas palaciegas", sólo está para que la maten y poner cara de gilipollas mientras una panda de nobles folla y conspira con menos astucia que el famoso Chapulín Colorado. Perdón, retiro esto último, es ofensivo hacia el gran Chespirito.

Pues oye, en las obras de Rumiko la cotidianidad importa. De poco sirve ser muy poderoso, si no se sabe actuar con civismo en la casa de alguien, por poner sólo un ejemplo. Ranma no es sólo un tío muy fuerte, también sabe que hay que actuar con educación (a veces). Aunque Urusi Yatsura es un ejemplo aún más claro: el último arco va precisamente de una amenaza mundial cuyos protagonistas son Ataru y Lamu... ¡porque hacen el gilipollas y no quieren tragarse su orgullo para ayudar al prójimo!


Diez días estuvo así la Tierra mientras estos dos estaban con su rabieta. ¡Qué hostia tienen!

Es decir, quien es buena gente, probablemente lo será en todas las circunstancias, incluso en las más conflictivas. Si alguien es un poquito gilipollas, lo más probable es que también lo sea cuando estalle una crisis. Y me parece ser frívolo con el terrible fenómeno del maltrato infantil que sea un punto de partida tan usado para construir un héroe, máxime cuando encima por detrás se huelen para según qué extrañas filosofías egocéntricas. Justo es decir que al menos Harry Potter no cae ahí.

Por cierto, no puedo dejar de decir que me asombra que la gente hable mucho de que una obra sea "representativa" cuando, como he indicado anteriormente, un número de obras infantiles y juveniles tienen protagonistas de sangre azul. En algunos clásicos como La isla del tesoro, Mujercitas o incluso Peter Pan, son chavalillos normales y corrientes.

Seguramente esto es una consecuencia de que los autores actuales están obsesionados con hablar de temas "importantes", lo que deja poco lugar para que parezca verosímil que un pipiolo de quince años acabe destacando en una guerra mundial si es un mindundi. Pero, seamos honestos, ¿a cuántos de nosotros nos va a tocar decidir sobre asuntos de importancia mundial! ¡Ya tendremos suerte si llegamos a ser conocidos a nivel municipal! Mejor, me parece a mí, concentrarse en el día a día. De hecho, me pregunto si toda esta narrativa de grandes héroes que resuelven siglos de conflictos no será un factor, aunque haya muchos más, de la neurosis que me parece notar en la actualidad, en especial por parte de gente que ve que su vida se les escapa sin remedio. ¿Y sabéis en qué obras se avisa de que la vida normal es problemática y a veces hay que luchar como sea? ¡Exacto! ¡En los clásicos que he mencionado antes!

7- Los objetos comunes pueden ser los más útiles

Una de las peores tonterías de la fantasía es la obsesión por las cacharras mágicas. En parte, no deja de tener sentido: sería muy aburrido que el héroe tuviera que pararse en cualquier pueblo para reparar la espada, que se le ha roto.

Espera... ¡¡Que eso ya ocurre!! ¡Anda que no habré leído ya muchos guiones que giran alrededor de que la espada mágica se rompe! ¡¡Y de hecho una de esas veces fue una obra de Takahashi!!


Espada que, además, es en realidad un colmillo de su padre. Este era así:


Ahora que lo recuerdo, lo que me acabó aburriendo de Inu-Yasha fue el temita de los sucesivos poderes que adquiría la dichosa espada, más numerosos que el brazo-pistola de Megaman... Pero, ironías de la vida, las dos primeras obras de Takahashi muestran que tampoco hace falta ir armado hasta los dientes para sobrevivir.

En Urusei Yatsura, el argumento muestra bastantes objetos peculiares, esperable en una parodia del space opera. Pero la realidad es que el buen uso de esos objetos viene, cómo no, determinado por el buen juicio de los usuarios. De un modo un poco predecible, no pocas veces a Ataru le sale el tiro por la culata con los aparatos que le deja Lamu, porque entre que el muchacho valora tan poco el esfuerzo como Nobita y que lo dominan la lujuria y la avaricia, pues suele acabar peor que cuando empezó. La propia Lamu es a veces víctima de sus mismos objetos a pesar de ser bastante más lista, porque nunca aprende que no hay atajos en la vida.

En contraste, las mejores armas que Ataru encuentra en toda la serie son una vulgar raqueta e incluso una sartén, pues le sirven para evitar que Ten-chan lo deje carbonizado. Y decirle a la gente que hay un burro volando.


Respecto a Ranma 1/2, la mayoría de protagonistas han sido entrenados desde pequeños en técnicas de combate, lo que explica que sepan de armas un montón y se hayan habituado a no hacerles ascos a cualquier herramienta útil. Hasta en cierta ocasión, Ranma hizo como Ataru:


El chiste ya lo dice el propio bicho de turno.

Y mira, me encanta, porque demuestra que el héroe también es fuerte sin armas y además ingenioso. Siempre que aparece el tema de las armas mágicas, la audiencia se pregunta si el héroe no será un pollas cualquier que abusa de su rival, sea malvado o no, con tecnología superior. Hasta en la película Excalibur salió el asunto cuando Arturo usó la magia de la epónima espada para derrotar el pobre Lancelot.


Con espadas mágicas, ¡cualquiera gana!

Y mañana, las tres últimas.

P.D: Referencias:
Niña con kimono.
That's Spanish for no.
Escritores cipotudos.
El resto de imágenes procede de KissManga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario