Hace ya un porrón de años, un poco más de diez, durante mis primeros años en el alienante desempleo y, creo recordar, poco antes de pasar por cursos de formación de la Junta de Andalucía que me causaron variadas impresiones, algunas de ellas un poco chungas, en la faceta internetera de mi vida cambié de aires. Hasta aquel entonces me moví mucho por Dreamers, particularmente por un foro llamado Manga a Gritos, cuyo lema era que se hablaba de todo menos de manga. Esto distaba de ser cierto, aunque es verdad que se hablaba de mucho más que de manga, como de todo tipo de tebeos, o de videojuegos, o de cine, e incluso literatura, sociedad o política. Con el tiempo, conforme los rigores académicos se incrementaron, paulatinamente dejé de ir por ahí y ya hubo un punto a partir del cual no volví, aunque mantuve ciertos contactos.
Fue por entonces cuando conocí a gente como el Señor Mostrenco y a varios de sus comentaristas: Ultrabukuku, McManus, Copépodo y Vanbrugh, el último de los cuales me llevó a Lansky de Periquitos Muertos, que a su vez me llevó a Miroslav Panciutti y otros que con el tiempo han dejado de actualizar. Durante ese tiempo, también conocí al autor de la novela que comento en esta entrada, aunque debo reconocer que se me escapa a través de quién lo hice. Tengo la impresión de que pudo ser a través de SuperSantiEgo, pues es colega del mencionado Copépodo, aunque tampoco descarto que fuera al revés, pues ambos comentaban con asiduidad en el blog del otro. Sí sé que por aquella época supe de la Fiera Literaria, de Lector Iracundo, y de otros blogs de literatura, aunque visité sólo los dos primeros con frecuencia.
Por aquel entonces aún usaba otro nick, que aún conservaría hasta años después, y andaba decaído de ánimo. La lectura de estos blogs me lo elevó, porque eran, y son los que aún siguen en pie, muy divertidos e interesantes. Diez años después, soy parcialmente cyborg por la arritmia y he trabajado durante algún tiempo. ¡Para que luego digan que no hay progreso!
Volviendo al tema, el blog de Francesc Passani, desaparecido en la actualidad, se llamaba El proyecto seléucida y lo firmaba con el nick de Seleucus (y un avatar de Godzilla), y tanto el título como el alias obedecían a que era traductor de griego moderno a español y catalán, aunque esta empresa pronto dejó de serle rentable y decidió emigrar a Singapur, donde ahora reside como profesor de español, y además se casó con una singapurense de etnia malaya. De todos modos, el blog era a su vez uno personal, fuertemente orientado hacia la literatura y con algunas pinceladas de filosofía, pues Francesc es licenciado en filosofía y se doctoró después de que lo conociera. Hace unos años vino a Sevilla y nos conocimos en persona, confirmando mi idea de que es un buen tipo y muy culto.
Y ahora hablemos de la novela, escrita directamente en inglés después de un suceso trágico que afectó a Francesc. Básicamente, Void trata de la vida en Singapur de Melpomene, una filóloga hispánica sinohispana que trabaja como profesora de español en una ficticia universidad singapurense de reciente cuño. Pero no le es nada fácil, porque la acosa el mismo hecho que motivó la creación de la novela, que hace que caiga de tanto en tanto en accesos de melancolía profunda, en los que se siente atrapada por la aparente futilidad de las cosas humanas, del vacío fundamental de la existencia que da nombre a la novela. Mientras, la protagonista analiza tanto la realidad inmediata como varios usos comunes pero absurdos, como la obsesión de algunos padres singapurenses por "educar" correctamente a sus hijos para que, desde pequeños, triunfen en todo o la palabrería de una influencer en Instagram.
La protagonista refleja varias de las opiniones y preferencias sociopolíticas del autor, aunque los detalles de su vida han sido construidos de modo verosímil, ya que Francesc no tiene ascendencia china hasta donde sé, aunque su madre vivió de niña en Italia. Como amigo suyo, no puedo decir que me haya sorprendido, y casi que me lo he tomado como lo que ahora han dado a llamar "un huevo de Pascua", recordando entradas del mencionado blog al leer uno u otro pasaje. De todos modos, cualquiera que se sienta a veces en un mundo frívolo, donde se valoran más las gansadas de un graciosete que confunde la gracia con hacer reír, disfrutará de las aceradas críticas de la protagonista.
La novela está repleta a referencias a obras literarias de diversos estilos, pero no perturba la comprensión de la misma y de hecho bien se pueden apuntar varias recomendaciones. Encajan naturalmente con las reflexiones de la protagonista, así como ayudan a explicar los escenarios de la trama, aparte de que la propia narración de la historia lo pone en relieve. Respecto a la narración, alterna bien los tiempos verbales y el punto de vista, hasta el punto de que algunos capítulos son funcionalmente relatos independientes dentro de la propia novela.
Otro de los elementos que más me ha gustado de la novela es la crítica ocasional a los "wokes", término con el que inicialmente se denominó al activismo antirracista estadounidense, pero que ha pasado, gracias a las deformaciones de las así llamadas redes sociales, a ser un grupúsculo de payasos con aires de comisarios políticos. Aunque ya he hablado de ellos alguna ve, aprovecho para repetirlo: los "despiertos" causan problemas por ser fundamentalmente unos necios que proyectan sobre el mundo cierta cosmovisión asquerosamente racista originaria de los EEUU, y así creen por ejemplo que el español no es una lengua de para blancos, sea lo que sea un blanco en primer lugar. Por si esto no fuera ya molesto, algunos estúpidos de fuera de EEUU les imitan los modos y, por ejemplo, el otro día leí a alguien que, durante el Siglo de Oro español, los BLANCOS molestaban a los judíos. Niveles de ignorancia abisales.
Personalmente, hay dos cosas que me han llamado la atención: aunque Francesc critica un poco cierto estilo de literatura posmodernista por ser demasiado críptica, su novela es claramente posmoderna, con el título de la novela siendo referenciado, e incluso una mención oblicua al propio autor. También hay que admitir que algunas características de la llamada literatura posmodernista ya se encuentran por ejemplo en El Quijote, con su protagonista siendo informado de la existencia de la primera parte o cuando leen El curioso impertinenete. Aparte, alguna que otra editorial le ha puesto peros a Francesc por detalles que, mientras leía la novela, no podía menos que pensar que no tenían nada de raro ni, aunque pretendan lo contrario, de malo. Se ve que los ya puñeteros "wokes" están haciéndose fuertes en algunos sectores...
En resumen, es una buena novela y está bien planteada y desde luego estaría bien que Francesc escribiera otra.