En la entrada anterior, publicada hace un ratito, ya comento el porqué de estas entradas. Así que bueno, venga ya la reseña de El hombre y su lágrima. Como es una colección de relatos, me apetece comentarlos uno por uno. Y allá va mi crítica.
Buena colección de relatos.
-Ah, bien. Pues nada
El más corto y muy gracioso, sin duda. Casi que podría ser el guión de un chiste del grandioso Manolo Vázquez, si no fuera porque el eterno deudor nos dejó a todos... esta deuda.
-La colmatación del vacío
Una de las cosas que más me ha gustado del libro es que el autor prescinda de conceptos tradicionales de la fantasía como magia y no decida explicar cómo ocurren algunos de los hechos más misteriosos: pues ocurren y punto, ¡caray! En este caso, nos presenta a un personaje que, cuando lo leí, tomé por una personificación de la ausencia. En los comentarios ya me enteraría de que es un arquetipo creado por el autor, lo que me parece muy bien.
-Ciclo de Valden
Comento ambos relatos del mismo ciclo aquí. Debo admitir que son los que menos me han gustado, aunque todavía al primero le perdono ser original. Seguramente porque, como el autor explica al final, incorporó a estos relatos la mitología de lo que iba a ser una novela independiente y el resultado final me obligó a cambiar el paso varias veces, pues percibí algunos cambios en el tono.
-El hombre y su lágrima
El que da título a la colección, lo que no es extraño porque los demás o son demasiado concretos o muy raros. Me ha gustado un montón esta reinterpretación de cierto motivo bíblico que ha sido la piedra angular de una buena porción de nuestra historia religiosa y artística. Hay un cierto detalle que, sin entrar para no desvelar el argumento, me recuerda a un manga de Go Nagai, el creador de Mazinger Z. En serio.
-Y él me espera
Relato que no me extrañó, pues sé que el autor ha hablado algunas veces de la muerte y no deja de ser algo universal. Me gusta especialmente cómo expone el hecho de que al fin y al cabo vivimos bajo la sombra de la muerte y es el origen de parte de nuestras insatisfacciones con el presente.
-Seré leyenda
¡Ya te vale, Santiago! El mundo declara la paz y a ti no te gusta sólo porque sea en un tono un poquito moñas. Digo yo que en tu casa, mejor no hablar de Mi pequeño poni, digamos… Ahora en serio, buena versión del clásico de Richard Matheson.
-El Becratosinok
Como licenciado en química, me hace cierta gracia que el título sea una amalgama de diversos compuestos químicos. O que el autor lo haya reinterpretado como tal, porque en los comentarios reconoce que ni él mismo recuerda cómo se le ocurrió.
Respecto al propio relato, debo reconocer que me ha parecido bastante confuso y caótico, como una reinterpretación arquitectónica de un relato lovecraftiano, lo que no me chocó mientras lo leía porque sé que el autor es seguidor de los blogs que denuncian la arquitectura satánica. Cuando luego en los comentarios leí que está basado en un sueño del propio autor, sólo puedo decirle que me alegro de que le haya sacado tanto partido. Ya me gustaría a mí respecto de algunos sueños míos...
-Éramos pocos y…
¡Quién me habría dicho que una frase hecha fuera el título de un relato tan inesperadamente divertido! Con un buen giro de guión, el autor desbarra con ganas sobre diversos tópicos de la ciencia-ficción. Curiosamente y a pesar de ser la puesta en papel de lo que empezó como una broma entre amigos, no deja de ser coherente dentro de su premisa y oye, tiene mérito.
-La puerta al fondo del pasillo
Muy parecido a La colmatación del vacío por concentrarse en la nada como elemento del pensamiento humano. No deja de ser la nada, como concepto filosófico, un tanto fascinante, pues está claro que si no es nada, no puede ser percibido ni ideado. Hay una sustancia llamada Vantablack que tiene la cualidad de ser el color más negro que existe, lo que hace imposible verlo bien y apreciar bien su relieve, por ejemplo. Pues algo así ocurre aquí: un tipo deja cerrada una puerta sin razón particular y empieza a crear supuestas razones, algunas muy fantásticas.
-Cicatriz
No podía faltar el relato que introdujera una lucha entre un racionalista y un creyente en historias paranormales. Al menos, aquí se nos presenta sin caer en ciertos tópicos odiosos que Hollywood ya se ha encargado de que salgan hasta en la maldita sopa que tanto odiaba Mafalda.
-Ellos gritaron mi nombre
El que más me ha gustado junto a Éramos pocos y… No entiendo que haya gente que le eche en cara al autor que en el relato no ocurra lo que ocurre en otras historias de ciencia-ficción y fantasía. El relato es perfectamente coherente y no se puede decir que deje hilos sueltos, con una ambigüedad que no sólo despista sino que da pie al lector para rellenar él mismo la historia. Muchas quejas de que los géneros caen en manierismos y, luego, protestas porque no se siguen dichos manierismos.
-El hedor
Un relatillo de zombies bastante más psicológico que la media y de desarrollo impactante. Y el autor ha hecho muy bien, porque hay que admitir que los zombies se han transformado en un género ya muy trillado y con las mismas historias una y otra vez. Hasta la propia saga de videojuegos Resident Evil se intentó desmarcar de los mismos, lo que ya fue llamativo.
-Betsy Brown
Como he dicho antes sobre Éramos pocos y…, ¡no me esperaba que un título tan vulgar escondiera un relato tan sorprendente! Aunque sin llegar al despiporre del otro no deja de ser atrevido dentro de la tradición del pesimista universo lovecraftiano.
-Ah, bien. Pues nada
El más corto y muy gracioso, sin duda. Casi que podría ser el guión de un chiste del grandioso Manolo Vázquez, si no fuera porque el eterno deudor nos dejó a todos... esta deuda.
-La colmatación del vacío
Una de las cosas que más me ha gustado del libro es que el autor prescinda de conceptos tradicionales de la fantasía como magia y no decida explicar cómo ocurren algunos de los hechos más misteriosos: pues ocurren y punto, ¡caray! En este caso, nos presenta a un personaje que, cuando lo leí, tomé por una personificación de la ausencia. En los comentarios ya me enteraría de que es un arquetipo creado por el autor, lo que me parece muy bien.
-Ciclo de Valden
Comento ambos relatos del mismo ciclo aquí. Debo admitir que son los que menos me han gustado, aunque todavía al primero le perdono ser original. Seguramente porque, como el autor explica al final, incorporó a estos relatos la mitología de lo que iba a ser una novela independiente y el resultado final me obligó a cambiar el paso varias veces, pues percibí algunos cambios en el tono.
-El hombre y su lágrima
El que da título a la colección, lo que no es extraño porque los demás o son demasiado concretos o muy raros. Me ha gustado un montón esta reinterpretación de cierto motivo bíblico que ha sido la piedra angular de una buena porción de nuestra historia religiosa y artística. Hay un cierto detalle que, sin entrar para no desvelar el argumento, me recuerda a un manga de Go Nagai, el creador de Mazinger Z. En serio.
-Y él me espera
Relato que no me extrañó, pues sé que el autor ha hablado algunas veces de la muerte y no deja de ser algo universal. Me gusta especialmente cómo expone el hecho de que al fin y al cabo vivimos bajo la sombra de la muerte y es el origen de parte de nuestras insatisfacciones con el presente.
-Seré leyenda
¡Ya te vale, Santiago! El mundo declara la paz y a ti no te gusta sólo porque sea en un tono un poquito moñas. Digo yo que en tu casa, mejor no hablar de Mi pequeño poni, digamos… Ahora en serio, buena versión del clásico de Richard Matheson.
-El Becratosinok
Como licenciado en química, me hace cierta gracia que el título sea una amalgama de diversos compuestos químicos. O que el autor lo haya reinterpretado como tal, porque en los comentarios reconoce que ni él mismo recuerda cómo se le ocurrió.
Respecto al propio relato, debo reconocer que me ha parecido bastante confuso y caótico, como una reinterpretación arquitectónica de un relato lovecraftiano, lo que no me chocó mientras lo leía porque sé que el autor es seguidor de los blogs que denuncian la arquitectura satánica. Cuando luego en los comentarios leí que está basado en un sueño del propio autor, sólo puedo decirle que me alegro de que le haya sacado tanto partido. Ya me gustaría a mí respecto de algunos sueños míos...
-Éramos pocos y…
¡Quién me habría dicho que una frase hecha fuera el título de un relato tan inesperadamente divertido! Con un buen giro de guión, el autor desbarra con ganas sobre diversos tópicos de la ciencia-ficción. Curiosamente y a pesar de ser la puesta en papel de lo que empezó como una broma entre amigos, no deja de ser coherente dentro de su premisa y oye, tiene mérito.
-La puerta al fondo del pasillo
Muy parecido a La colmatación del vacío por concentrarse en la nada como elemento del pensamiento humano. No deja de ser la nada, como concepto filosófico, un tanto fascinante, pues está claro que si no es nada, no puede ser percibido ni ideado. Hay una sustancia llamada Vantablack que tiene la cualidad de ser el color más negro que existe, lo que hace imposible verlo bien y apreciar bien su relieve, por ejemplo. Pues algo así ocurre aquí: un tipo deja cerrada una puerta sin razón particular y empieza a crear supuestas razones, algunas muy fantásticas.
-Cicatriz
No podía faltar el relato que introdujera una lucha entre un racionalista y un creyente en historias paranormales. Al menos, aquí se nos presenta sin caer en ciertos tópicos odiosos que Hollywood ya se ha encargado de que salgan hasta en la maldita sopa que tanto odiaba Mafalda.
-Ellos gritaron mi nombre
El que más me ha gustado junto a Éramos pocos y… No entiendo que haya gente que le eche en cara al autor que en el relato no ocurra lo que ocurre en otras historias de ciencia-ficción y fantasía. El relato es perfectamente coherente y no se puede decir que deje hilos sueltos, con una ambigüedad que no sólo despista sino que da pie al lector para rellenar él mismo la historia. Muchas quejas de que los géneros caen en manierismos y, luego, protestas porque no se siguen dichos manierismos.
-El hedor
Un relatillo de zombies bastante más psicológico que la media y de desarrollo impactante. Y el autor ha hecho muy bien, porque hay que admitir que los zombies se han transformado en un género ya muy trillado y con las mismas historias una y otra vez. Hasta la propia saga de videojuegos Resident Evil se intentó desmarcar de los mismos, lo que ya fue llamativo.
-Betsy Brown
Como he dicho antes sobre Éramos pocos y…, ¡no me esperaba que un título tan vulgar escondiera un relato tan sorprendente! Aunque sin llegar al despiporre del otro no deja de ser atrevido dentro de la tradición del pesimista universo lovecraftiano.
C'est fini! Es decir, ¡s'acabó!
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