martes, 15 de agosto de 2017

Los tebeos respetables.

Hace no mucho, leí este comentario de Irene Roga, en el que se quejaba de que cuando alguien habla de su tebeo favorito, siempre se nombran obras serias: Watchmen, Maus, From Hell, Paracuellos...

-Paracuellos no es sólo una obra seria, aunque bastantes de sus historietas den ganas de llorar.

Correcto, pero creo que se entiende qué quiero decir. Básicamente, Irene Roga hacía una defensa del humor como género respetable, muy a pesar de los ataques de esos subseres de moral acomodaticia llamados hipsters. Desde luego, hay que admitir que es una lucha propia de un dios schilleriano, porque la idea de que el humor es un género menor está muy asentada. En los Óscars, hace años que la mejor película sólo puede ser un drama, porque vivimos en un mundo SERIO. El humor suele valorarse en literatura sólo si tiene cierta carga satírica, incluso misántropa. Una novela de entretenimiento divertido, en que la posible crítica social es más leve o incluso alcance a los señores serios de la literatura, puede pasar muy desapercibida.

De todos modos, diría que en el caso de los tebeos no es sólo un problema con el humor, sino también con el propio medio de publicación. Me explico: tradicionalmente, el cómic se ha caracterizado por un tiempo propio, en el que cada historieta  particular pesa más que la continuidad general.

El mejor ejemplo son Los Simpson: en esta serie, lo que cuenta es cada episodio y cómo se resuelve, pero no existe ni existirá nunca una continuidad muy sólida. Por eso ninguno de los miembros de la familia envejece* y Springfield no está en ninguna parte (aunque no me extrañaría que quede todavía algún friki con intención de resolver el enigma), es una ciudad americana "típica". Como familia, no les hace falta ni origen ni fin.

Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Urusei Yatsura (cuya adorable protagonista femenina preside este humilde blog) Ranma 1/2, casi cualquier tebeo de superhéroes son otros ejemplos: en casi todos se da el mismo "bucle temporal" que hace que los protagonistas mantengan la misma edad aunque el tiempo corra para todo lo demás. El caso de los superhéroes se caracteriza por el retcon que cada pocos años actualiza el origen de un personaje. Son historias que además se suelen componer por lo que se puede denominar acumulación: cada capítulo añade nuevas anécdotas, que a veces se suman a la continuidad. Por eso se las llamó "historietas": no son tan extensas como una historia completa porque los personajes son ya conocidos y no se pueden ubicar dentro de una continuidad general.

El problema de este medio es que se lleva muy mal con el modelo cultural más apreciado: una historia con una fuerte continuidad con inicio y fin muy claros. Se podría decir que la literatura moderna nació con la aparición de novelas como El Quijote, en cuya segunda parte predomina la continuidad global sobre los episodios particulares.

De hecho, para mí esa es una de las razones por la que géneros como la fantasía y el negro, entre otros, reciben menor consideración: muchos de sus representantes sufren del mismo problema, dándose el caso de que conocer del todo a Philip Marlowe significa leer varias novelas independientes.

Pero sería ingenuo asumir sólo los prejuicios culturales, también hay un motivo económico: ¿Cuánto cuesta comprarse todas las historietas de Mortadelo y Filemón? Mucho, seguro. Incluso a la gente del mundillo le da pánico comprar un tebeo que sea considerablemente extenso, como One Piece.

Y esa es otra razón probable por la que muchos prefieren decir que su tebeo favorito es una obra corta, porque muchas veces se asume que el oyente busca consejo. Esto se multiplica en el caso de las recomendaciones editoriales, pues, como dicen con sarcasmo, el objetivo de las campañas de fomento de lectura no es sino vender libros.

Si ustedes conocen alguna otra razón, no duden en mencionarla en los comentarios.

* Técnicamente se podría decir que tanto el abuelo Simpson como el director Skinner sí lo hacen, al menos porque ambos personajes han participado en dos conflictos bélicos muy conocidos: la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam, respectivamente.

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