domingo, 21 de febrero de 2021

Concrete. El epígono melancólico de La Cosa.

Como en casa ya reúno un enorme volumen de libros, varios de ellos tebeos, empleé cerca de un año en releer la mayoría de los mismos para hacer una criba de qué quería conservar y qué vender, regalar, tirar a la basura o, idealmente, buscar al autor para hacérselo comer. Idealmente.

Y así releyendo, quiso el buen destino que el mismo mes leyera Concrete, la serie entera que Norma publicara en un paquete de siete números a mitad de precio (49 euros, señores) y los números que tengo de la primera edición de Invencible de Aleta ediciones. Y he aquí que ambas lecturas, de tono muy diferente, resonaron y me hicieron pensar. Y ya que hacía tiempo que me apetecía hablar de Concrete, ¿qué mejor excusa?


Muy distintas, pero muy parecidas. Ya veremos por qué.

Concrete, dibujada y escrita por Paul Chadwick, trata de Ron Lightgow, un pobre tipo que, en pleno cámping con un amigo suyo para aliviar la pena de haberse divorciado, tiene la mala pata de que lo secuestran unos alienígenas y le ponen los sesos en un cuerpo como el de ellos, pero aquí he de decir que son de piedra.


Y en este punto, ya alguno dirá "Pues ya decía yo que el tal Concrete se parecía un huevo a La Cosa". Y sí, para qué engañarnos: Básicamente, Concrete es una lectura más melancólica del personaje de Marvel... Porque, mientras que a este se le conoce por su frase "Es la hora de las tortas":


A Concrete lo caracterizaría yo por el hecho de que es un escritor, con bastante cultura y enemigo de los conflictos, por lo que es mucho más diplomático. Después de escapar de los alienígenas, Concrete hace un trato con el gobierno para continuar su vida de un modo aceptable, que pasa por vivir aventuras, ayudar a gente humilde y por último meterse al activismo ecologista.


Por lo tanto, hay que decir que, como le señalé a alguien por Twitter hace tiempo, Concrete es un tebeo de un personaje con superpoderes que, no obstante, no va por esos mundos arreglando los follones ajenos a hostias. Si tuviera que adjudicarle un género, diría que está dentro de cierta ciencia-ficción dramática que podríamos denominar "problemas derivados de tener un cuerpo distinto", de la que El hombre invisible de H. G. Wells sería uno de los ejemplos más conocidos. Incluso tienen una contraparte realista en películas que se centran en discapacidades.

En líneas generales, a mí me gustó bastante: sus historietas son simpáticas y está muy bien narrado y dibujado, con tres personajes principales que se complementan muy bien. Una de las historietas que más me gusta es Criatura frágil, en la que Concrete colabora en el rodaje de una película, lo que me recuerda a La gran superproducción, de Superlópez.


Los personajes principales están bien definidos y son bastante lógicos: Maureen Vonnegut, una bióloga sin relación con el físico ni el escritor, quien se ocupa de monitorizar el estado físico de Concrete mientras aprende mucho de él, y Larry, un aspirante a escritor, que se ocupa de transcribir los pensamientos de Concrete, pues en su nuevo cuerpo no puede manejar objetos como un simple teclado de escribir sin romperlo. Esto es un reflejo de la vida real de gente dotada de un físico muy fuera de lo normal, como los jugadores de baloncesto al comprar ropa o una cama.

Ahora, un aspecto que me ha hecho reflexionar es una de las premisas y el modo en que está desarrollada: la de que Concrete es algo así como más realista que el tebeo de superhéroes al uso. Tanto en las introducciones del propio autor como en una historieta en concreto se desarrolla el tema, muy particularmente me llamó la atención la reflexión de que a Concrete no debería llamarle la atención el sexo si no tiene glándulas sexuales...


Nótese el cuadro encima de Concrete.

Pues dan ganas de decirle al señor Chadwick que para empezar todo es imposible. O como mínimo, muy, muy improbable, del orden de uno contra una cifra multigaláctica. Y empecemos por una fácil: admitiendo la posibilidad remota de que los alienígenas puedan meter un cerebro humano en un cuerpo tan raro, ¿cómo es que Concrete puede hablar en inglés de un modo hasta cierto comprensible? Porque su boca, como el resto de su cuerpo, es de piedra y tiene una temperatura de unos 200 grados centígrados, suficientes para asar un ave.


El lenguaje humano ha evolucionado en función de los órganos que componen la voz humana, esto es, en función de los dientes, la lengua, la garganta y las cuerdas vocales, al menos se me ocurren a mí y seguro que me quedo corto. Cualquiera de las lenguas que la humanidad ha hablado tiene que hablarse con esos órganos, lo que supone un condicionante, como se ve en el caso de las personas afectadas de trastornos en esos órganos. Que se lo pregunten a Sylvester Stallone, cuyas mandíbulas quedaron dañadas por el uso de unos fórceps durante su nacimiento y es uno de esos actores que más discusión dan en las polémicas sobre el doblaje.
 

Por supuesto, hay más factores: la presión atmosférica favorece qué fonemas prefiere un grupo de hablantes. Un misionero que dio una charla en mi colegio decía que en las lenguas de los Andes se prefieren las vocales, porque son más sonoras. También la alimentación parece haber influido en la evolución lingüística, como dicen aquí. En cualquier caso, influye el propio ambiente donde viven los hablantes. Lógico, por otro lado.

Pero he aquí que el señor Concrete tiene una boca en la que, como se ve en la viñeta anterior, se puede hacer un asado. Pues está claro que no puede tener ni una lengua, ni unos dientes, ni una garganta, ni ningún órgano humano, que es lo que da la posibilidad de hablar. No obstante, es capaz de hablar de un modo bastante comprensible, aunque supongo que con semejante cuerpazo el tono debe de ser más bien bajo y se menciona en una historieta. ¡Qué casualidad que esos alienígenas puedan reproducir la voz humana! Recordemos que en la Tierra, sólo ciertas familias de pájaros son capaces de reproducirla, aunque no entiendan lo que imitan.

Por supuesto, se puede alegar que los alienígenas adaptaron hasta cierto punto el cuerpo de Ron para que fuera capaz de reproducir la voz humana, ya que, como cuenta la bióloga Maureen, su cuerpo tiene dos sistemas circulatorios, uno de ellos para su cerebro humano. Pero es que la cosa no acaba ahí: las partes del cerebro se corresponden a las diversas partes del cuerpo. No sólo el humano, el cerebro evoluciona junto al resto del cuerpo de la especie: existen casos de pacientes a quienes se les ha transplantado partes del corazón de cerdos, por ejemplo, pero en ningún caso se podría poner el cerebro de un gato en el cuerpo de un perro, aunque el organismo del segundo no rechazara el primero. Y lo que vemos al principio de Concrete es el viejo tópico de trastocar el cerebro/la mente/la conciencia (o lo que sea) de un ser a otro... cosa que, hombre, pues lo más probable es que no funcionara...

Bueno, se puede pensar que en este caso, quizás por casualidades increíbles, los alienígenas son humanoides y hay insinuaciones de que son parcialmente artificiales. Hasta tienen cinco dedos en manos y pies... Pero es que al principio de la historia se nos dice que hacen lo mismo con los cerebros de animales, y resulta que son también funcionan... Algo falla.

Pero bueno, esto es un comentario aparte del autor. Como he dicho, el tebeo está muy bien. Al señor Chadwick no le apeteció crear el enésimo héroe grandote, que soluciona casi todo a hostias, un tópico que a veces merece el apelativo de "súper", como en el caso de La Cosa, Coloso y, cuando quiere, Hulk, y a veces no, como Goliath, el infatigable compañero del Capitán Trueno. Y los personajes son bastante verosímiles, con Maureen siendo una científica brillante muy convincente, a pesar del pasajero interés por una magufada.


Mientras tanto, en Invencible, todas estas consideraciones se lo pasan por el rábano. Y oye, pues bien. Obra de Robert Kirkman, más famoso por Los muertos vivientes (The Walking Dead, vamos), Invencible narra las desventuras, porque mayormente son eso, de Mark Grayson, hijo de Omni-man, el más poderoso superhéroe de la Tierra, a partir del momento en que empieza a manifestar los mismos poderes que su progenitor, un alienígena que cuela como humano pero del todo, ¿eh?


Pero del todo, tan cierto como que el sol da luz.

Mark empieza sus aventuras bastante ilusionado, con la idea de que es muy guay ser un superhéroe que empieza ya con una ventaja considerable, pues su padre le ha contado que él está en la Tierra como parte de un programa de plan para extender la armonía por todo el universo, mediante la mejora tecnológica de las civilizaciones existentes, obra de los viltrumitas del planeta Viltrum, quienes lo diseñaron hace milenios.

No obstante, resulta que no todo es de color de rosa. Bueno, ¡qué coño! De hecho, es todo una mierda: Los viltrumitas son una especie invasora de mundos y su padre era el encargado de llevarla a cabo en la Tierra, porque ya no daban abasto con tantos planetas nuevos que conquistar. Vamos, que no es Superman, sino Son Goku sin haberse dado el coscorrón que le quitó la malicia.


"Kakarot. Te llamas Kakarot."

Y sin ser subcontratados por algún Freezer, ellos llevan todo el negocio, en un claro ejemplo de emprendimiento a nivel galáctico.

 

¡Cuánto ha cambiado el cuento!

La historia prosigue con varios de los tópicos comunes a los superhéroes: enemigos cada vez más poderosos, gente con poderes rarísimos, y tipos que en un sótano inventan cyborgs de la leche y la gravedad artificial (estos ejemplos son literales). Y lo hace bastante bien, al menos al principio, por qué no decirlo. A mí particularmente me empieza a aburrir cuando se pone más "cósmico", pues, aunque sigue teniendo cualidades, hay tres cosas que me mosquean:

La primera es que cae en la temida lógica del enemigo todavía más poderoso que caracterizó a Dragon Ball, ya mencionada más arriba. Al principio, todo hay que decirlo, hay enemigos y aliados con extraños poderes, cuya utilidad es indudable. Después casi toda la acción evoluciona a clones de Superman sin los poderes energéticos de este, haciendo las peleas un montón de hostias a vuelo.

Sobre la segunda, nótese que he escrito "cósmico" entre comillas y me explico: la mayor parte de ficción cósmica, con naves espaciales y alienígenas de figura rocambolesca, son adaptaciones modernas de los viejos relatos en los que un tipo iba visitando islas raras en las que se encontraba sociedades, gentes o seres estrafalarios. Es algo que ya han comentado tanto aficionados como críticos y tiene un nombre en TV Tropes, El planeta de los sombreros, por un episodio de Star Trek. Es obvio: como llevaría mucho crear un planeta entero con diversas culturas, a todos sus habitantes se los define con una característica común, por lo que además comparten la misma cultura. La ambientación será cósmica, pero la atención de la audiencias sigue siendo mundana.

Respecto a la tercera, quizás sea personal. Parte de los logros de Invencible fue crear un elenco de secundarios bastante simpáticos, incluyendo a los villanos, pero por motivos que no comprendo, Kirkman se dedicó a destruirlos por razones incomprensibles. Y en su lugar puso a cierto secundario que... Bueno, mejor lo dejo ahí y no destripo el argumento.

Pero oye, el principio sigue estando bien y es muy dinámico, todo hay que decirlo, con buenos golpes de humor. Además, y durante el tiempo que esta puñetera entrada ha pasado en la reserva, le ha dado tiempo a tener una adaptación animada que promete todo lo que ya da el cómic.


Y ambos tebeos, en sus respectivos estilos, están bien... Y ahora toca la parte en que comento por qué sus lecturas han resonado. En ambos casos están relacionados con los prólogos, escritos por otros autores. En el caso de Concrete, las contraportadas recogen la afirmación de Harlan Ellison, autor de ciencia-ficción conocido (en parte por estar encantado consigo mismo), sobre Concrete como probablemente el mejor cómic publicado por cualquier editorial en cualquier sitio. El hecho de que Ellison aparezca en la mencionada historieta de la película puede ser la razón, pero creo que no es sólo eso.

En el de Invencible, tenemos un comentario general de que a varios de los prologuistas les gusta que sea un tebeo de superhéroes de toda la vida, y que de hecho se aleje de esos tebeos de superhéroes que "parece que se avergüencen de serlo". Y, acabando de leer Concrete, tuve la sospecha de que quizás esta censura se aplicaría al susodicho.

No obstante, creo que hay dos confusiones:

La primera es esa curiosa obsesión por el realismo, que Chadwick ha sabido evitar a pesar de sus comentarios. Hasta qué punto llegará, que incluso en los juegos de fantasía vemos dragones anatómicamente correctos. El dragón, emblema de la fantasía sin complejos, presentado de un modo análogo a una especie real... Pero nada de eso hace más realista el producto, lo hace... anatómicamente verosímil, en este caso. Y ya está. Porque eso no es realismo. Originalmente, se llamaba así a un estilo pictórico consistente en pintar a las figuras tales cuales se presentaban, sin adornos fantásticos, y se extendió para definir a las narraciones con características similares. En otras palabras, ceñirnos al mundo real lo máximo posible.

El problema de este término es que no todos percibimos la realidad del mismo modo y no sólo por cuestiones sociales o filosóficas: Tolstoi, que es uno de los pilares del realismo, era sinestésico y por lo visto veía la A (la letra cirílica, claro) de color rojo. Como tampoco creemos en lo mismo, en varias novelas realistas finiseculares se hace hincapié en el supuesto magnetismo animal, que en realidad era una superchería pseudocientífica de por aquel entonces. Huelga decir que las preferencias políticas pueden hacer que haya un sesgo en el rasgo moral de los personajes según el autor prefiera a Hobbes o a Kropotkin.

Aparte, hay otro problema: la frontera entre el realismo y otros géneros/puntos de vista es simplemente inexistente... Y a veces resulta paradójico qué se considera "no realista". Por poner un ejemplo fácil: los musicales. ¿Es realista que la gente exprese sus pensamientos en coreografías perfectamente calculadas? Extendiendo este razonamiento, ¿las narraciones poéticas son menos realistas? ¿Es menos realista La vida es sueño que, no sé, Tres sombreros de copa?

Esta obsesión nace de la idea de que el realismo sería inherentemente superior a otros estilos de narración, afirmación gratuita que a veces lleva a que la fantasía y la ciencia-ficción casi que tienen que pedir perdón por existir. Y el de los superhéroes es un subgénero que suele llevarse casi todas las críticas porque está a caballo entre ambos, aparte de razones que pueden ir de lo político hasta lo academicista.

En última instancia, los superhéroes no pueden ser realistas aunque los protagonistas vivan en países reales o incluso se intenten respetar las leyes naturales (tal como las entienda el autor, sea dicho). No obstante, ciertos autores han intentado hacer de los superhéroes algo que parezca "realista". No pocas veces, mediante un incremento de la violencia, cayendo en exactamente el mismo error del tremendismo, que fue precisamente una corriente del realismo consistente en escribir sólo historias truculentas.

La segunda es que no todas las historietas con gente con superpoderes tienen que caer en el concepto tradicional de los superhéroes, aunque sea uno impreciso. Sin alargar demasiado la definición, diría que son historias de confrontación entre personajes muy poderosos, contadas en varios medios, de las que una es el cómic o la animación, por varios autores, con una continuidad flotante muy leve, estos motivos las llevan a recrear sus orígenes una y otra vez, dando lugar a diversas continuidades. Están insertas en un universo de ficción compartido por otros personajes, normalmente creados por otros autores. A nadie debería molestarle que Concrete no siga la mayoría de motivos del género (sí cumple el tener dos orígenes), ni tampoco creo censurable que Invencible sí lo haga.

Debería ser sólo una cuestión de gustos. No una de definir qué es un tebeo bien hecho con unos baremos absurdamente rígidos.