Escrita primero en castellano, pero publicada en gallego en febrero de 2017, Aletheia Moritat está entre las más recientes novelas de Santiago Bergantinhos, más conocido como SuperSantiEgo. La publicación de la versión original, el presente libro que he leído, apareció hacia finales del anterior año. Además, por si eso fuera poco, esta última tiene como aliciente una colección de ilustraciones de Mario Stalin Rodríguez, más conocido como Necio Hutopo.
Aletheia Moritat se encuadra dentro de cierta narrativa general que Bergantinhos lleva algunos años desarrollando, que incluye elementos tales como la Caída o la Harmatía, a la que llama el Macrotexto. De hecho, en Aletheia Moritat hay algunos detalles que lo enlazan a un relato que ya apareció en El hombre y su lágrima.
La novela está narrada en primera persona, técnica que Bergantinhos ha manejado más de una vez, y que suele aprovechar para presentar el mundo del relato mediante reflexiones del personaje narrador, así como rememorando sus experiencias personales. En este caso, Harshvardhan Wettin es un marshall de la Homologación, una especie de mezcla entre humanista y antropólogo que trabaja en el análisis de la Narración, que es el relato de la Humanidad sobre sí misma. Además, escribe moritats, relatos de sus aventuras, los cuales han sido adaptadas a películas y le han dado cierta fama. Wettin recibe una llamada de urgencia que lo obliga al principio de la novela a investigar un crimen en la universidad de Kuala Lumpur. Allí encuentran algo, no diré más para no ahondar en el argumento, que bien puede poner en peligro, de nuevo, a la Humanidad como en la Caída.
La novela está narrada en primera persona, técnica que Bergantinhos ha manejado más de una vez, y que suele aprovechar para presentar el mundo del relato mediante reflexiones del personaje narrador, así como rememorando sus experiencias personales. En este caso, Harshvardhan Wettin es un marshall de la Homologación, una especie de mezcla entre humanista y antropólogo que trabaja en el análisis de la Narración, que es el relato de la Humanidad sobre sí misma. Además, escribe moritats, relatos de sus aventuras, los cuales han sido adaptadas a películas y le han dado cierta fama. Wettin recibe una llamada de urgencia que lo obliga al principio de la novela a investigar un crimen en la universidad de Kuala Lumpur. Allí encuentran algo, no diré más para no ahondar en el argumento, que bien puede poner en peligro, de nuevo, a la Humanidad como en la Caída.
Como dice el propio Santiago en su reseña, la novela podría ser considerada cyberpunk, aunque en muchos pasajes parodia muy bien ciertos mesianismos surgidos en torno a esta ficción sobre la inteligencia artificial, a los que compara una y otra vez con creencias históricas que no tienen la misma respetabilidad por no emplear un vocabulario robado sin respeto de la informática. Hace otro tanto de la necesidad que tienen los seres humanos de reinventar a Dios por vías cada vez más inusuales: antes eran seres sobrenaturales, luego fueron alienígenas y ahora superordenadores. Y hace bien: Ya he perdido la cuenta de cuántas obras caen en un mesianismo ridículo, en el que el narrador cae en un paternalismo digno de lástima, por tratar a la mayor parte del prójimo como si estuviera compuesto por personas con graves problemas de aprendizaje. Los problemas de los seres humanos los solucionarán los propios seres humanos, ni más ni menos, a no ser que medie un golpe de muy buena suerte.
Como novela cyberpunk, los miembros de la Homologación reciben la ayuda de IAs muy avanzadas, que toman formas humanas visibles para quienes estén conectados a la "sobrerrealidad". Llamadas amicas, se las trata de vos y en el momento que comienza la novela van por la cuarta arquitectura, teniendo como hipotético límite el Turing C, es decir, puntuar 100 en una prueba de Turing. Cassandra, la IA personal de Wettin, así como la Aletheia del título, son personajes que acaban teniendo una importancia capital. Las IAs también existen en la educación, de hecho en la novela se menciona que las dos más importantes se llaman Platón y Confucio. Las grandes ciudades están dotadas al cien por cien de medios para garantizar la sobrerrealidad, aunque existen aún grandes zonas, llamadas transciudades, en la que se vive la realidad sin prefijos.
El resto de la población se divide entre los hoi polloi y los hoi oligoi, o sea los pobres y los ricos, como siempre en la historia. Para los primeros, la existencia es un poco como la actual pero con mejor tecnología informática y mejores condiciones de vida. Viven pasando el rato entreteniéndose en unas redes sociales que ya ofrecen lo mismo que la televisión y la realidad virtual. Tal como está descrito, se ha creado el espacio tonto, ya que lo de la caja ha quedado muy atrasado. Los segundos no son descritos, más allá de que las fortunas que se pueden alcanzar en ese mundo son extraordinarias desde nuestro punto de vista.
Los personajes, por cierto, son bastante variados en culturas, naciones y lenguas. El propio Harsha es un indio de religión sincrética de ascendencia alemana. Nanuma, un antiguo conocido suyo, es un xhosa de religión católica. Cassandra tiene aspecto de mujer oriental y Aletheia de europea. Una de las características de las narraciones del futuro de Bergantinhos es que la raza blanca ha quedado muy mermada, especialmente las poblaciones germánicas y eslavas. No obstante, queda gente con nombre español y portugués. Estos personajes a veces demuestran sus particularidades sin temores: Harsha adorna con una esvástica hindú su corbata.
A ese respecto, una curiosidad es que varios de ellos siguen un arquetipo, un tópico que se dedican a interpretar de modo riguroso. Harsha, por ejemplo, sigue el prototipo de detective de género negro, imitando el aspecto de Humphrey Bogart. El decano de la universidad a la que acude lleva monturas de gafas sin cristales, innecesarias por otro lado en ese mundo con curas genéticas para los problemas de vista, porque se ajustan a su arquetipo.
Dichos arquetipos parecen facilitar la idea que el prójimo se hace de alguien: en las adaptaciones cinematográficas de Wettin, realizadas por cierto con técnicas holográficas, Harsha sale con un diseño especialmente oscuro. A veces, estos y las particularidades culturales causan confusión entre gentes menos cultas: en una de las películas sobre Wettin, en su corbata ponen la esvástica nazi en vez de la hindú. Respecto a este último detalle, no se nos cuenta en qué año ocurren los hechos de la novela, excepto que bastante, pues ya ha perdido su connotación ngativa. Una de las cosas que menos le agradan a Bergantinhos, como nos cuenta varias veces en su blog, es que la ciencia-ficción dé fechas muy precisas, con lo que al final tienes que reírte de que en 2015 haya coches volando pero no tengan Internet. Curiosamente, como la novela tiene sus buenos momentos cómicos, los personajes se hacen muy cercanos, muy a pesar de que sean sobrehumanos y nos lleven siglos de ventaja. Es un poco una ley que parece actuar mediante la comedia, como dijeron en Muchachada Nui.
Existen varias referencias a obras famosas de ciencia-ficción y a elementos culturales actuales, como que cualquier bobuelo sea llamado homer o que cuando a una IA se la obliga a caer en un bucle sin salida, se la llame nuevemilear por HAL 9000. Como el propio Wettin es un experto en filosofía, entre otras materias, de tanto en tanto se citan diversos conceptos e ideas. Como ya ocurría en Het o El hombre y su lágrima, se discuten cuando ocurre algo que lo trae al caso con acierto. No sólo se nombra la filosofía occidental, sino también algunos conceptos de la filosofía india en la que Harsha, al fin y al cabo, ha crecido. Como en otras novelas futuristas, existe un idioma universal, un lenguaje lógico llamado únicamente "loj", que se expresa en letras grecolatinas y usa muchísimos símbolos matemáticos. No es mostrado sino en un pequeño ejemplo, del que se deduce que es extremadamente complejo.
El final es coherente con el argumento y no se puede decir que sea demasiado inesperado. Aprovecho para decir que no existen los finales felices ni los tristes: hay finales buenos que culminan exitosamente la historia, y lo que no son finales en el sentido narrativo. Lo demás son chorradas. En este caso no se ve reñido con una ambigüedad que permite al lector hacer su propia interpretación.
Bergantinhos ha prometido dos precuelas de esta novela. A mí desde luego me gustaría leerlas, pues Aletheia Moritat ha sido una lectura muy agradable. Y si puede repetir Mario Stalin Rodríguez como ilustrador, me sentiré plenamente satisfecho.
Fuentes: La imagen procede, obviamente, de la entrada de La Realidad Estupefaciente.
Presentación en gallego de Aletheia Moritat.
Presentación en castellano de Aletheia Moritat.
Blog de Necio Hutopo.
Entrada sobre El mundo irrisorio, en la que se desarrolla el Macrotexto.