La presente descripción es fidedigna. En ningún momento se nombra dónde se celebró la charla ni cuándo, así como tampoco nombre alguno, sea de la ponente o de los oyentes, porque en origen era un e-mail que envié a mi hermana y a un amigo que ya sabían que iba a acudir al susodicho evento. El contexto es en Sevilla, en un edificio público, los oyentes nos apuntamos a una charla dedicada a desempleados. El texto a continuación es idéntico al del e-mail, a excepción de ligeras correcciones y una pequeña adición. Sin más preámbulos, léanlo.
Pues cuento la historia. Al principio ya nos aclararon que en esa Lanzadera no nos buscarían trabajo. La ponente afirmó que nadie se dedica a eso, aunque diría que en América al menos sí lo hacen. También nos aclararon que no nos pagarían nada, así que tampoco era verosímil que nos dieran trabajo.
Según ellos, ahí se trabajará la actitud. Arguyen que buscar trabajo por InfoJobs y otras técnicas tradicionales no son muy útiles y que es mejor cambiar de enfoque.
La idea es la siguiente: se forman grupos de cinco desempleados activos (a esta gente no le gusta decir parados) y se dedican a enseñarse unos a otros. Esto significa que depende de los compañeros qué se aprende, aunque presumo que la mayoría del tiempo se dedicará a realizar proyectos en común. Y ahí está la madre del cordero: mucha palabrería (filosofía, técnica, actitud) para proponer un método que no es mejor que el ya conocido, pero que es muy sugestivo. La idea es, por lo visto, de Peridis.
Como prueba de que no es mejor, resulta que la ponente dijo que no nos diría la eficacia relativa de consolidación de empleo de la Lanzadera, "porque la podéis buscar por internet", palabras textuales. Ella continúo diciendo que el mayor beneficio no es cuantitativo, sino cualitativo, porque, una vez más, se gana actitud. Digo yo que, si su efectividad fuera real, nos diría una cifra y luego podríamos comprobarla por internet o no según cuánto nos apeteciera.
Y si uno ya dudara de semejante comentario, pues el ejemplo expuesto es aún peor. En Zafra ya hubo una Lanzadera y un grupo de allí invitó a un grupo de empresarios a café de máquina y dulces típicos de allí. En vez de darles a cambio sus currículos, "insertaron datos de su vida laboral en el sitio de reunión". Vamos, presumo que pusieron los currículos por las paredes o lo dejaron caer mientras charlaban. Cuando acabó de contar este ejemplo, añadió que es una nueva filosofía, una nueva actitud y una nueva técnica.
No hace falta ser un lince para darse cuenta de que, por cuantas nuevas cualidades se le quieran achacar, el café y los dulces se pagan como siempre. No me cabe duda de que, si se organizara algo similar, los gastos corren a cargo de nosotros, "desempleados activos".
Por último, pasó cierto tiempo hablando de que el invento durará cinco meses, tres días a la semana, cinco horas por día más dos reuniones personales semanales. No se admiten más de tres faltas injustificadas al mes y habría varias entrevistas antes de empezar.
Entonces dijo que, si a alguien no le interesaba, podía marcharse. De cuarenta, nos fuimos como siete (dos ya se habían marchado).
No puedo dejar de contar los detalles cómicos. Fueron varios. Primero, algunos maleducados no apagaron sus móviles y sonaron. Hubo un tipo al que le sonó dos veces con un tono flamenquito. ¡Ganas tuve de decirle que no estábamos en Yo soy del Sur!
Hubo un joven que, ante la pregunta de que si alguien había estado en una Lanzadera, dijo que él era miembro de Cáritas. Cuando se preguntó después si alguien estaba en Andalucía Orienta, volvió a repetirlo. Quisiera haberle dicho "¡No nos importa!".
Y el mejor de todos, el purista lingüístico. En un momento dado, la ponente empleó el término proactivo y el amigo se quejó de que esa palabra no existía en español y era una mala traducción. La ponente le contestó que él seguramente decía fútbol, que es un anglicismo, pero el andoba respondió que esa sí existía. A mí me causó vergüenza ajena semejante diálogo de besugos, pero ahora me hace mucha gracia.
Y así, que casi lamento no haberme quedado otro ratito, pues esa reunión parecía predestinada a la comedia (todo lo anterior ocurrió en algo más de una hora). Había un tipo, por ejemplo, con cierto parecido a Kiko Rivera.
Pues esta es mi crónica de la matutina charla del coaching. ¡Espero que haya resultado ameno!